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Estilo de vida

Por más que hagas una dieta, si no duermes bien, no funciona

Un estudio reciente demostró que dormir 5 horas cada noche durante dos semanas haciendo una dieta baja en calorías, resultó en una menor pérdida de grasa acumulada que aquellos que durmieron al menos 8 horas cada noche durante el mismo tiempo. Además, la falta de sueño provocó una pérdida mayor de la masa magra.

Cuando se trata de quemar grasa y perder peso, se considera que la dieta y el ejercicio son los dos factores clave para obtener resultados rápidos y efectivos. Esto es cierto, pero no es lo único a tener en cuenta, ya que el sueño también es igual de importante para que estos dos factores funcionen correctamente. Hay varios motivos por los que un sueño más corto puede estar relacionado con el aumento de peso corporal y la dificultad de la pérdida del mismo, además de cambios en el metabolismo, la aparición del apetito y el modo como se seleccionan los alimentos.

El sueño tiene gran importancia para el funcionamiento de dos hormonas en nuestro cuerpo: la leptina y la grelina. La leptina es una hormona que reduce la sensación de apetito, cuando los niveles son altos regularmente sentimos saciedad. Por otra parte, la leptina es una hormona que estimula la sensación de apetito y frecuentemente se le llama «la hormona del hambre», ya que algunas investigaciones la han señalado como la responsable de la sensación de hambre. Al reducir las horas de sueño aumentan los niveles de grelina y disminuye la leptina, según el estudio.

Esto significa que a largo plazo la ausencia de las horas de sueño necesarias puede llevar a un aumento de peso gracias a los cambios en el apetito y en las hormonas del apetito, también, se ha demostrado que la privación del sueño afecta a la forma en la que se eligen los alimentos y como el cerebro los percibe. Los expertos descubrieron que las áreas del cerebro encargadas de la recompensa se activan en respuesta a la comida después de la pérdida del sueño. Esto podría ayudar a explicar por qué las personas que no duermen el número de horas indicadas tienden a elegir alimentos con altos índices de carbohidratos y bocadillos con sabor dulce que puedan ayudarlos a dormir lo suficiente.

Las horas de sueño también afectan al metabolismo, en particular a la glucosa. Según el estudio, la pérdida de sueño compromete la respuesta oportuna del cuerpo ante la insulina, reduciendo la capacidad de absorber la glucosa. Esto crea un ciclo: las personas que duermen pocas horas suelen elegir alimentos ricos en glucosa por culpa de ese aumento en el apetito, mientras que la reducción en la capacidad para procesar la glucosa solo empeora las cosas.

El exceso de glucosa puede convertirse en ácidos grasos y terminar almacenado como grasa, causando él aumentando de peso. La actividad física suele parecer efectiva como contramedida, ya que tiene un impacto positivo en el apetito, reduce los niveles de grelina y aumenta los niveles de péptido YY, una hormona liberada por el intestino asociada a la sensación de satisfacción y saciedad.

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Veronica Pereira