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Estilo de vida

4 buenas razones para consultar a un sexólogo después de los 60 años

Cuando llegamos a una etapa de la vida en la que la sexualidad puede verse afectada, es importante buscar ayuda profesional. Consultar a un sexólogo después de los 60 años puede ser una excelente opción para superar los bloqueos que afectan nuestra vida sexual. Aunque existen muchas ideas erróneas sobre ellos, es fundamental deshacernos de ellas para aprovechar al máximo esta experiencia.

1. No es un profesor, pero nos ayuda a trabajar en nosotros mismos

Cuando decidimos acudir a un sexólogo, no esperemos que nos imponga ejercicios obligatorios con evaluaciones. No estamos en una escuela de sexo donde se obtiene un diploma en seis meses. Sin embargo, si hemos tomado la decisión de buscar ayuda, es porque deseamos reconciliarnos con nuestra libido. Durante las consultas, es posible que debamos hablar sobre nuestra intimidad. Es común que los pacientes se sientan tímidos al principio. No resulta fácil hablar de dificultades para alcanzar el orgasmo o problemas de eyaculación precoz en tan solo unos minutos. Para facilitar este proceso, los sexólogos suelen utilizar objetos evocadores en sus consultorios, como libros sobre sexualidad, grabados eróticos, representaciones del dios griego Priapo, colecciones de antiguos vibradores, entre otros. Estos elementos están destinados a señalar claramente que el tema central de este espacio es la sexualidad, y que estamos allí para hablar de ello. Estas estrategias pueden ayudar a tocar el inconsciente y disminuir las resistencias.

2. No es un mago, pero sabe de lo que habla

No debemos esperar que el sexólogo resuelva todos nuestros problemas en una sola sesión, como por arte de magia, ya que es importante comprender que probablemente tengamos que asistir a varias consultas antes de obtener resultados tangibles en nuestra vida sexual. Sin embargo, a lo largo del proceso, el sexólogo nos brindará apoyo y nos acompañará en los momentos de desaliento. Gran parte de su función consiste en tranquilizarnos y brindarnos confianza en nuestras capacidades para evolucionar. ¿Necesitamos un poco más de motivación antes de embarcarnos en este proceso? Generalmente, cuando superamos un bloqueo sexual con la ayuda de un sexólogo, nos sentimos mucho más realizados en otras áreas de nuestra vida. Porque, sin duda alguna, no nos hemos quedado solo en la superficie del síntoma sexual, sino que hemos profundizado un poco más.

3. No es un juez, pero defiende la buena comunicación

Si esperamos que el sexólogo tome partido y nos diga quién tiene 100% de razón y quién está 100% equivocado en nuestra relación de pareja, nos decepcionaremos. Un sexólogo no toma partido y esto se debe a que, en caso de disfunción sexual, no hay culpables ni víctimas, sino dos personas responsables de lo que sucede o no sucede en su intimidad.

Foto Freepik

Sin embargo, podemos contar con el sexólogo para actuar como mediador y ayudarnos a restablecer el diálogo. Nos guiará para encontrar las palabras adecuadas, evitando reproches e insultos. En el fondo, ¿qué es lo que realmente queremos? ¿Qué es lo que nos está causando problemas? Una vez que la problemática esté bien definida, el sexólogo puede ofrecer ideas para reflexionar. Por ejemplo, si uno de los miembros de la pareja prefiere el sexo rápido mientras que el otro busca un sexo más lento con juegos previos, caricias y romanticismo, tal vez podrían alternar entre ambos ritmos, ya que ambos tienen su encanto y ninguno es ‘mejor’ que el otro. ¿Cómo nos organizaremos? ¿En qué momentos optaremos por uno u otro ritmo? El sexólogo acompañará a la pareja incluso en este aspecto práctico de las cosas, puesto que esta es la única forma de lograr que haya acción.

4. No es un gurú, pero puede guiarnos

Es posible que sintamos curiosidad por el sexólogo, después de todo, es un trabajo bastante peculiar. ¿Por qué está tan interesado en los encuentros sexuales? ¿No estará un poco obsesionado? Tranquilicémonos, no es más neurótico que el promedio. El sexólogo no es un coach de amor, no está ahí para enseñarnos a hacer felaciones o incitarnos a prácticas que se encuentran en los límites de la norma. Sin embargo, esto no le impide ayudarnos a ampliar nuestro horizonte sexual. Por ejemplo, puedo enseñarle a una mujer cómo practicar una técnica de relajación que se extenderá hasta el abdomen y le permitirá experimentar mejor el orgasmo. O puedo enseñarle a un hombre cómo masturbarse. No obstante, siempre tenemos la opción de decir «basta» y terminar la consulta si nos sentimos incómodos.

Si sentimos que nuestra vida sexual está siendo afectada, no dudemos en buscar ayuda profesional y consultar a un sexólogo.

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Veronica Pereira