4 cosas que nunca debes tirar en el inodoro

Muchas personas ven el inodoro como una especie de basurero mágico que se lleva todo, pero la realidad es muy distinta. Usarlo como cubo de basura trae consecuencias graves para el hogar y el medio ambiente. Aquí descubrirás cuatro cosas frecuentes que nunca, jamás, deben ir al inodoro.
El gran enemigo oculto
Parece mentira, pero aunque la etiqueta diga “desechable”, las toallitas húmedas están en la raíz de la mayoría de los atascos, porque o se descomponen tan rápido como el papel higiénico. Sus fibras son fuertes y resisten la humedad, entonces se quedan atrapadas en el sistema de tuberías.
Si se echan muchas toallitas, se forman auténticos tapones que, igual que una bola de pelo en un desagüe, cierran por completo los conductos, causando desde olores molestos hasta la temida inundación en el baño. Pero el problema no termina en casa; las toallitas pasan por las alcantarillas y llegan a las plantas de tratamiento. Allí generan gastos enormes: en Europa, los bloqueos por estas fibras cuestan cientos de millones de euros al año.
Aparte del perjuicio económico, el daño ecológico es difícil de medir. Muchas acaban en los ríos y el mar, donde afectan a animales y se suman al plástico que contamina el agua. Para evitar esto, siempre tira las toallitas usadas al cubo de basura, nunca al inodoro.
Objetos personales
En situaciones de prisa o por costumbre, parece fácil deshacerse de compresas, tampones o preservativos por el inodoro. Pero estos productos están diseñados para absorber líquidos o resistirlos, debido a que su material es imposible de degradar en los sistemas de alcantarillado.
Una compresa hinchada puede crecer dentro de la tubería y bloquear el paso del agua. Un solo preservativo actúa como un tapón de goma, atascando, y puede llegar a mezclarse con otros desechos creando nudos imposibles de deshacer sin ayuda profesional.
El daño externo tampoco es menor, porque muchos de estos productos flotan en mares y ríos durante décadas y los animales pueden confundirlos con comida o acabar atrapados, lo que afecta la fauna. Haz un pequeño cambio: guarda una bolsa higiénica en el baño y usa siempre el cubo de basura.

Aceites y grasas
Tirar aceite de cocina por el fregadero o el inodoro parece la manera fácil de deshacerte de él. Sin embargo, el aceite mezclado con agua fría se convierte en un tapón pegajoso y duro que baja por la tubería, se va solidificando, atrapando residuos y creciendo hasta formar lo que los técnicos llaman “fatbergs” o “montañas de grasa”. Nada que desees en tu baño ni en la red de tu ciudad.
Estas bolas de grasa bloquean el paso del agua y suelen exigir obras costosas para reparar las tuberías. Además, afectan a las plantas de tratamiento, por lo que limpiar el agua cuesta mucho más dinero. Por otro lado, el aceite también contamina el agua y daña los ríos, pues una pequeña cantidad puede crear una película en la superficie, matando peces y alterando ecosistemas enteros.
Siempre guarda el aceite usado en un recipiente y llévalo a un punto limpio o a la recogida especial que haya en tu comunidad. Cada gota cuenta para proteger las cañerías y la vida natural.
Medicamentos y productos químicos
Vaciar medicamentos vencidos, restos de pintura, productos de limpieza o pesticidas en el inodoro parece sencillo y seguro. Nada más lejos de la realidad, porque las depuradoras no pueden filtrar todos los restos químicos y parte de estos tóxicos pasan al agua de los ríos o terminan en el mar.
Los medicamentos, como antibióticos u hormonas, afectan la vida acuática incluso en bajas dosis. Asimismo, los productos químicos arruinan la calidad del agua y pueden llegar a la cadena alimentaria, afectando humanos y animales. Si todos tienen esta costumbre, limpiar el agua se convierte en una tarea casi imposible.
Para evitar esto, no lo dudes: entrega siempre los medicamentos caducados en la farmacia. Los productos de limpieza o disolventes deben llevarse a un punto limpio o recogida especial. Reduce tu impacto siguiendo este sencillo consejo.
Mantener las tuberías limpias y proteger el agua depende en gran parte de los hábitos caseros. Si cada persona tira sólo papel higiénico y los desechos fisiológicos, la red funcionará mejor y el entorno estará más limpio.