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Estilo de vida

Bryan Johnson, el biohacker que gasta 2 millones al año, revela un signo sexual que predice tu esperanza de vida

El exitoso empresario tecnológico convertido en biohacker, ha captado la atención global con su misión de detener el envejecimiento. A sus 47 años, Johnson no solo asegura haber reducido su edad biológica a 18 años, sino que también afirma que un aspecto íntimo de la salud masculina es clave en esta búsqued

Con una fortuna personal de $300 millones, Johnson invierte aproximadamente $2 millones al año en el llamado Proyecto Blueprint. Según él, medir la duración y calidad de sus erecciones nocturnas le permite monitorear su salud integral de una forma que pocos considerarían. Llegó incluso a viralizarse tras comparar sus datos con los de su hijo de 19 años, poniendo en el centro de atención esta inusual métrica de biomarcadores.

Johnson asegura que sus erecciones actualmente mantienen una duración promedio de tres horas por noche, algo que, según él, refleja un sistema cardiovascular sólido y niveles hormonales óptimos.

¿Qué dicen los expertos sobre las erecciones nocturnas?

La ciencia respalda parcialmente las afirmaciones de Johnson, porque las erecciones nocturnas son un indicador de la salud vascular y metabólica en los hombres. De hecho, estudios han encontrado vínculos significativos entre la falta de erecciones nocturnas y condiciones como hipertensión, diabetes y enfermedades cardíacas. Además, una investigación de 2022 argumenta que una vida sexual satisfactoria puede ser un factor protector contra el estrés y, por ende, contra el envejecimiento prematuro.

Aunque históricamente se han tratado como algo “trivial” o a menudo ignorado, Johnson destaca que tanto para hombres como para mujeres, la salud sexual nocturna es uno de los indicadores más reveladores del bienestar general del cuerpo. Según él, debería considerarse tan importante como el nivel de glucosa en sangre o la presión arterial.

Bryan Johnson Instagram

Biomarcadores y longevidad

El enfoque de Bryan Johnson viene acompañado de controversia- mientras algunos aplauden su autenticidad al compartir sus datos personales, otros critican la falta de evidencia científica detrás de algunos de sus métodos. Sin embargo, medir biomarcadores como las erecciones nocturnas aporta una perspectiva innovadora sobre cómo analizar la salud.

En términos técnicos, las erecciones espontáneas en la noche se producen en ciclos de sueño REM y son una señal de vasos sanguíneos saludables y niveles hormonales equilibrados. Si este proceso natural se interrumpe, podría ser un síntoma temprano de problemas en el flujo sanguíneo o desequilibrios metabólicos.

Conexiones emocionales y longevidad

El impacto de la vida sexual en la longevidad no se limita a los biomarcadores físicos. Una investigación del National Library of Medicine sugiere que la sexualidad e intimidad también brindan apoyo emocional y que la falta de esta conexión puede incrementar las tasas de mortalidad al favorecer la soledad, el estrés crónico y la depresión. Por ello, optimizar la vida sexual podría ser tanto un esfuerzo físico como emocional para vivir más y mejor.

Bryan Johnson, quien no teme abordar temas tabú, ha enfatizado la necesidad de hablar más abiertamente sobre la salud sexual, tanto masculina como femenina. Según él, el bienestar íntimo es uno de los campos menos explorados en la medicina preventiva, pero con un potencial significativo.

¿Una obsesión o un avance en biohacking?

Johnson no es ajeno a la polémica por sus métodos extremos, dado que se ha sometido a docenas de terapias experimentales, incluidas transfusiones de plasma de su hijo y tratamientos para optimizar la función eréctil. Mientras algunos consideran que sus experimentos cruzan límites éticos, otros lo ven como un pionero dispuesto a probar nuevas estrategias para prolongar la juventud.

Sin embargo, expertos advierten que gran parte de lo que practica carece de respaldo científico sólido. Aunque medir las erecciones nocturnas tiene fundamentos médicos, extrapolar estos datos para revelar la “edad biológica” de una persona es, en el mejor de los casos, experimental.

¿Es este un camino hacia la inmortalidad o una obsesión desmedida con resultados inciertos? El tiempo —y la ciencia— tendrán la última palabra. Por ahora, Johnson sigue adelante, redefiniendo nuestra percepción de salud y longevidad, y generando conversaciones que podrían cambiar cómo entendemos el cuidado del cuerpo.

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