El infarto que no sientes pero que podría costarte la vida

No todos los ataques al corazón llegan con un dolor fuerte en el pecho y una urgencia clara. Existe un tipo de infarto silencioso que sucede sin que te des cuenta, es como un ladrón en la noche: no deja huella visible, pero el daño es real. Descubrir el problema tarde puede costar caro. Por eso, reconocer sus señales sutiles y entender los riesgos puede salvar vidas.
El infarto silencioso ocurre cuando una parte del músculo cardíaco sufre daño porque la sangre no llega bien y las arterias se estrechan o bloquean por un coágulo de sangre y el corazón no recibe suficiente oxígeno. A diferencia del infarto clásico, no siempre produce un dolor intenso.
En muchos casos, la persona sigue con su rutina diaria, ignorando signos que podrían parecer menores: un cansancio raro, sudor frío, molestias leves en la espalda o la mandíbula. Nada espectacular, pero dentro del pecho algo está fallando.
Los estudios muestran que uno de cada cinco infartos no muestra síntomas claros y el diagnóstico muchas veces se produce de sorpresa en un examen médico. Ese susto es más común de lo que crees.
Síntomas silenciosos que a menudo ignoramos
El problema de estos infartos es que sus síntomas pueden confundirse con cosas habituales. Hay quienes piensan que solo están más cansados por el trabajo o que los molestan pequeñas cuestiones digestivas. Pero existen señales típicas:
- Cansancio inusual que no tiene explicación.
- Falta de aire y sensación de ahogo incluso sin esfuerzo fuerte.
- Dolor leve o presión en el pecho, a veces irradiado al brazo, la espalda o la mandíbula.
- Náuseas o mareos sin causa clara.
- Sudoración fría de repente.
En las mujeres y en quienes tienen diabetes, estos síntomas pueden ser aún más tenues, ya que el daño nervioso de la diabetes hace que no sientan el dolor típico de un infarto, aumentando el riesgo de pasar por alto el problema y llegar demasiado tarde a buscar ayuda.
Factores de riesgo que no debes ignorar
El infarto silencioso no llega por azar y se relaciona con varios factores de riesgo que multiplican las posibilidades de tener un ataque cardíaco sin aviso. Entre los más destacados están:
- Fumar cigarrillos.
- Tener el colesterol alto.
- Sufrir hipertensión.
- Padecer diabetes, sobrepeso u obesidad.
- Llevar una vida sedentaria.
- Sufrir estrés de forma constante.
- Antecedentes de infartos en la familia.
Después de los 65 años el riesgo es mayor, por lo que las mujeres, aunque parezca lo contrario, pueden tener síntomas menos claros o distintos de los hombres.

¿Por qué es tan peligroso un infarto “invisible”?
Hay una falsa sensación de seguridad cuando no hay dolor intenso, pero el problema avanza por dentro. Un infarto silencioso deja cicatrices en el corazón y reduce su capacidad de bombear sangre. Es como si un engranaje esencial del motor empezara a fallar, pero nadie lo notara a tiempo.
Si el corazón queda débil, pueden aparecer arritmias o insuficiencia cardíaca. No tratar un infarto a tiempo puede desembocar en muerte súbita o en complicaciones severas poco tiempo después.
¿Cómo se detecta el infarto silencioso?
El diagnóstico necesita pruebas como el electrocardiograma (ECG), una ecografía cardíaca o un análisis de sangre para ver el daño en el corazón. Quienes tienen factores de riesgo o síntomas raros deben consultar con su médico. No vale la pena confiarse o posponer la consulta.
Después de identificar el problema, el médico puede controlar el daño y ajustar el tratamiento. Esto incluye medicamentos, cambio de estilo de vida y, en algunos casos, procedimientos para abrir las arterias bloqueadas.
Prevención, tu mejor defensa
Prevenir es mejor que curar. Llevar una vida saludable puede evitar el daño:
- Hacer ejercicio regular, aunque sea caminar a buen ritmo.
- Comer alimentos frescos y reducir grasas, sal y azúcares.
- Mantener un peso saludable.
- No fumar.
- Controlar el colesterol, la presión arterial y la glucosa en sangre.
- Buscar ayuda para manejar el estrés.
Los controles médicos anuales hacen una gran diferencia. Permiten detectar problemas ocultos antes de que tengas un susto mayor. Cuidar tu salud hoy te puede salvar la vida mañana. Recuerda, el corazón no espera.