Joven exreina de belleza se convierte en monja y conmueve con su historia en las redes sociales

Kamila Cardoso tenía lo que muchos considerarían un futuro soñado: fue reina de belleza en Brasil, modelo reconocida y con una carrera que prometía éxito y prestigio. Pero todo esto quedó atrás cuando decidió dejar la pasarela y los reflectores para dedicarse a la espiritualidad y el servicio social. Su historia, lejos de pasar desapercibida, se volvió viral y ha tocado el corazón de miles. ¿Qué lleva a una joven con todo por delante a dar un giro tan radical?
En los concursos y sesiones de fotos, Kamila Cardoso lucía segura, sonriente, admirada por su belleza. Sin embargo, detrás de cada corona y contrato había una joven que sentía un vacío difícil de explicar. La exposición, las miradas y los viajes no llenaban algo esencial y empezó a notar que la felicidad vinculada al éxito era solo momentánea.
Su vida de modelo le abrió muchas puertas, pero también la llevó a preguntarse si ese éxito superficial era suficiente. Con el paso de los años, esa sensación de vacío creció y la rutina comenzó a pesar, y los halagos ya no tenían el mismo sabor. Kamila, como muchos jóvenes, buscaba un sentido más profundo, convencida de que existía algo más allá de las luces y los aplausos.

El llamado de la fe
Mientras escuchaba la oración del rosario, Kamila sintió que algo dentro de sí se movía. No fue un susurro, sino una certeza, casi como si su corazón recibiera una orden silenciosa. Salió del templo con lágrimas en el rostro y una decisión clara: dejaría el modelaje y entregaría su vida a Dios.
En ese momento, los premios, las bandas y los flashes pasaron a un segundo plano. Era hora de buscar respuestas con el corazón. Nadie en su entorno lo entendía del todo, pero Kamila sabía que no podía ignorar lo que sentía. La fe, que siempre había estado presente pero en un plano discreto, empezó a guiar sus pasos.
Después de esa misa, inició un camino que pocos se atreven a tomar. Ingresó en la Congregación Sancta Dei Genitrix y adoptó el nombre de Hermana Eva. La vida comunitaria no se parecía en nada a las pasarelas: horarios fijos, oraciones, austeridad, trabajo compartido y mucha entrega.
El sacerdote José Ribamar Dias se volvió una figura clave, orientando a las nuevas hermanas y apoyando su misión. Cada día estaba marcado por la oración, la formación y las tareas solidarias. Lo que para muchos sería una renuncia, para Hermana Eva fue el inicio de una vida plena y llena de sentido.
Labor puerta a puerta y recaudación para el convento
Entre las tareas más significativas estaba la visita a las casas del barrio Sol Nascente, uno de los sectores más vulnerables de Brasilia. Hermana Eva y sus compañeras iban de puerta en puerta, hablando con familias necesitadas, escuchando sus preocupaciones y ofreciendo ayuda concreta.
Para sostener el convento, las hermanas idearon una manera sencilla y simbólica de recaudar fondos: la venta de llaveros artesanales. Para cada llave vendida, compartían mensajes de esperanza y hacían sentir a cada persona parte de algo más grande. Los llaveros no eran simples objetos, sino un recordatorio de que la fe y la solidaridad pueden abrir puertas y cambiar destinos.

El vídeo de Hermana Eva y las hermanas recorriendo calles, tocando puertas y hablando con humildad captó la atención de las redes sociales y se volvió viral. Activistas, creyentes y personas de todo el mundo compartieron su historia, admirando su coherencia y valentía.
Su testimonio demostró que el éxito no siempre está donde la sociedad lo marca. En vez de likes y seguidores, ella buscó transformar vidas reales, desde la empatía y el servicio. El ejemplo de Kamila es una prueba viviente de que las redes pueden difundir no solo entretenimiento, sino también esperanza y valores auténticos.