Tragedia médica: un hombre muere al recibir un órgano infectado con el virus de la rabia
¿Puede un trasplante salvar una vida y, a la vez, traer una infección mortal? En diciembre de dos mil veinticuatro, un receptor en Michigan murió de rabia tras recibir un riñón de un donante de Idaho. El CDC investigó el caso y confirmó la transmisión por el órgano, un hecho extremadamente raro, pero importante porque, cuando aparecen síntomas, la rabia suele ser casi cien por cien mortal.
El caso que alertó al CDC: rabia transmitida por un órgano donado
El receptor recibió un trasplante de riñón en diciembre de dos mil veinticuatro, en un hospital de Ohio, y vivía en Michigan. Cerca de cinco semanas después, empezaron síntomas que podían parecer de muchas causas: temblores, debilidad en las piernas, confusión e incontinencia urinaria. En pocos días, el cuadro se volvió más claro y más grave, con fiebre, dolor y dificultad para tragar, inestabilidad al caminar y el signo que casi nadie olvida cuando lo ve: miedo al agua (hidrofobia).
El paciente terminó hospitalizado, requirió soporte avanzado y falleció semanas después del trasplante. La confirmación llegó tras su muerte. Los estudios del CDC identificaron una variante del virus compatible con la asociada al murciélago de pelo plateado, y el receptor no reportó contacto con animales, lo que empujó la investigación hacia el donante.
Qué se supo del donante y por qué no se detectó a tiempo
En la entrevista de riesgo al donante (DRAI), apareció un detalle que en su momento no sonó alarmante: un arañazo causado por un zorrillo en una propiedad rural, mientras el donante sostenía a un gato. Días después, el donante enfermó con síntomas neurológicos que confundieron el diagnóstico inicial, como confusión, alucinaciones y rigidez de cuello, hasta perder la conciencia y ser declarado con muerte cerebral.
La clave apareció más tarde, ya que algunas muestras almacenadas dieron negativo, pero biopsias del riñón mostraron presencia del virus, una señal fuerte de que la transmisión ocurrió a través del injerto y no por otra exposición del receptor.
Rabia en humanos: síntomas, ventana de acción y por qué es tan mortal
La rabia es un virus que ataca el sistema nervioso, que suele transmitirse por saliva, casi siempre por mordidas o arañazos de animales infectados, como murciélagos, mapaches, zorros, coyotes y perros. El problema es su “silencio” inicial: puede incubar sin dar pistas claras, y luego acelerar.
Los síntomas tempranos se parecen a una gripe rara: fiebre, dolor de cabeza, malestar, agitación, náuseas o vómitos. Cuando avanza, el cuerpo empieza a fallar en funciones básicas: exceso de saliva, alucinaciones, cambios de conducta, parálisis parcial, dificultad para tragar y la temida hidrofobia. Una vez que la enfermedad clínica aparece, no hay un tratamiento que funcione de forma fiable, por eso la rabia se considera casi siempre mortal.
¿Qué tan frecuente es la rabia por trasplante y cómo se reduce el riesgo?
El CDC señaló que este fue el cuarto evento documentado de rabia transmitida por trasplante de órganos en Estados Unidos desde finales de los años setenta. En total, se han descrito trece receptores vinculados a esos eventos: quienes no recibieron PEP a tiempo murieron, y quienes la recibieron sobrevivieron.
No se hace una prueba rutinaria de rabia a todos los donantes porque es muy rara y algunas pruebas pueden tardar días, un lujo que no siempre existe cuando un órgano debe implantarse pronto. En cambio, el sistema se apoya en pruebas para infecciones más comunes, evaluación del órgano, revisión oncológica y entrevistas de riesgo detalladas, como la DRAI.
Señales de alerta para equipos médicos y familias del donante
Un arañazo pequeño no siempre es “nada”. Contar cualquier mordida, rasguño o contacto con murciélagos o fauna salvaje puede cambiar decisiones clínicas, incluso si la herida cicatrizó rápido.
También importa el patrón de síntomas. Confusión súbita, alucinaciones y, sobre todo, dificultad para tragar en un posible donante deben hacer pensar en causas infecciosas menos comunes. Si hubo exposición animal reciente, conviene decirlo sin filtros al equipo de trasplante.