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Salud

Cáncer: ¿Por qué los jóvenes se ven cada vez más afectados?

El cáncer sigue siendo sobre todo una enfermedad de personas mayores, pero los especialistas observan que, poco a poco, aparecen más diagnósticos en menores de cuarenta o cincuenta años. No se trata de una avalancha súbita, sino de un desplazamiento silencioso de algunos tumores hacia edades más tempranas.

Los datos de Europa, Francia y España señalan un incremento moderado en adultos jóvenes, mientras el número total de casos crece sobre todo por el envejecimiento de la población. A esto se suma un estilo de vida más sedentario, mayor consumo de alimentos ultra-procesados, más obesidad y un entorno ambiental más cargado de contaminantes.

Qué está pasando: más cáncer en jóvenes, pero sin hablar de epidemia

Los registros de países como Francia muestran que la incidencia de cáncer en personas de entre la adolescencia y la treintena aumentó de forma moderada al inicio de los años 2000 y luego tendió a estabilizarse. En España se observa una situación parecida, con un ligero incremento de ciertos tumores en menores de cincuenta años, dentro de un contexto de cientos de miles de nuevos casos cada año, en su mayoría en mayores.

El famoso dato mundial que habla de un aumento cercano a ocho de cada diez casos en menores de cincuenta años procede de un gran estudio internacional que combina más de doscientos países. Ese resultado mezcla más población, mejor diagnóstico y un aumento real de algunos tumores. Por eso, los expertos insisten en que el cáncer en jóvenes sigue siendo poco frecuente si se compara con los mayores, aunque los casos ya no son tan excepcionales y eso enciende una luz de alerta.

Los tipos de cáncer que más crecen entre los menores de cincuenta años

Entre los adultos jóvenes se describen aumentos sobre todo en cáncer colorrectal, cáncer de mama, cáncer de tiroides, tumores de riñón, algunos tumores cerebrales agresivos, linfoma de Hodgkin y ciertos sarcomas. En Europa y España las tendencias siguen ese patrón, con especial atención al colon y al recto en personas por debajo de los cincuenta años.

En la adolescencia siguen dominando leucemias, linfomas y tumores del sistema nervioso central. Sin embargo, a medida que se entra en la veintena y la treintena aparecen cada vez más tumores típicos del adulto, como el cáncer de mama y el cáncer colorrectal. Es como si una parte de la patología que antes se veía en la mediana edad se adelantara una o dos décadas.

Por qué los jóvenes se ven cada vez más afectados por el cáncer

No hay una única causa que explique este fenómeno. Los investigadores hablan de un mosaico en el que se combinan mejor diagnóstico, cambios en los estilos de vida, exposiciones químicas desde etapas tempranas y una pequeña parte ligada a genética heredada.

La mayoría de los casos en jóvenes se entienden hoy como el resultado de una suma de factores, algunos modificables y otros no.

Foto Freepik

Más pruebas y mejores diagnósticos que antes

En la práctica clínica actual se realizan muchas más pruebas de imagen, como escáneres, resonancias y ecografías, además de análisis de sangre avanzados. Esto permite encontrar tumores pequeños que hace unas décadas pasaban inadvertidos; por eso las estadísticas pueden dar la impresión de un salto brusco.

No obstante, en tumores como el cáncer colorrectal en menores de cincuenta años o algunos glioblastomas cerebrales, los epidemiólogos señalan que la subida no se explica solo por el diagnóstico precoz. Hay un aumento real de casos, lo que apunta a factores de riesgo que han cambiado en las últimas generaciones.

Estilos de vida modernos: sedentarismo, comida ultra-procesada y obesidad

Las generaciones nacidas después de los años ochenta han crecido con pantallas al alcance de la mano, menos juego al aire libre y más horas sentadas. A esto se añade un mayor consumo de alimentos ultra-procesados, bebidas azucaradas y comida rápida, lo que favorece el sobrepeso y la obesidad desde edades tempranas.

Organismos como la Organización Mundial de la Salud, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer y el Instituto Nacional del Cáncer francés relacionan de forma clara el exceso de peso con un riesgo más alto de cáncer de colon y recto, mama, riñón, hígado o endometrio. El tejido graso extra mantiene una inflamación crónica ligera y altera hormonas y metabolismo; con el tiempo, ese caldo de cultivo favorece que algunas células normales se transformen en células cancerosas con más facilidad.

Un entorno más contaminado y exposiciones desde etapas tempranas

Las personas jóvenes de hoy se han desarrollado desde el embarazo en un entorno más contaminado. La exposición a aire sucio de las ciudades, pesticidas, microplásticos, metales pesados y perturbadores endocrinos como el bisfenol A o los ftalatos se ha vuelto casi constante.

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Estos compuestos actúan sobre el sistema hormonal y se han relacionado con algunos cánceres hormonodependientes, como el cáncer de mama y el de próstata. Los especialistas hablan de un efecto de cohorte: cada generación arrastra la huella de su época, de su forma de alimentarse, de moverse y del entorno químico en el que vive.

Genética heredada y familias con más riesgo

Una parte menor de los cánceres en jóvenes se debe a mutaciones hereditarias. Alteraciones en genes como BRCA1 o BRCA2 se asocian a cáncer de mama y ovario, mientras el síndrome de Lynch aumenta el riesgo de cáncer colorrectal y otros tumores. En estas familias el cáncer suele aparecer antes y por eso se recomienda asesoramiento genético y vigilancia estrecha.

Sin embargo, los estudios indican que estos casos representan solo una pequeña fracción de los diagnósticos antes de los cuarenta años. Para la mayoría de los jóvenes con cáncer, el origen se entiende como una combinación de herencia, hábitos de vida y entorno, más que como un destino escrito en los genes.

Qué pueden hacer los jóvenes hoy para reducir su riesgo de cáncer

Los organismos internacionales coinciden en que una parte importante de los casos de cáncer se podría evitar si se reducen factores como el tabaco, el alcohol, el sobrepeso y el sedentarismo. No se trata de vivir con miedo ni de buscar la perfección, sino de sumar pequeñas decisiones favorables a la salud desde edades tempranas.

Elegir moverse a diario, limitar el tiempo sentado, priorizar frutas, verduras y alimentos poco procesados, reducir el alcohol y evitar el tabaco son pasos sencillos que, mantenidos en el tiempo, ayudan a bajar el riesgo. También importa conocer los antecedentes familiares y no ignorar señales persistentes como sangrado rectal, bultos en el pecho o cambios en la piel; pedir ayuda médica a tiempo puede marcar una gran diferencia.

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