Científicos españoles detectan gripe aviar en 200 animales en la Antártida

Un equipo de científicos españoles ha identificado un brote significativo de gripe aviar altamente patogénica (H5N1) en aproximadamente 200 animales de la Antártida. Esta investigación, llevada a cabo en 24 ubicaciones de la península antártica, señala un fenómeno preocupante que impacta tanto a aves como a mamíferos marinos en esta región remota.
La expedición, liderada por el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO CSIC-UAM), detectó el virus en 188 animales de 13 especies distintas, incluyendo nueve tipos de aves y cuatro especies de mamíferos marinos. Estas especies afectadas incluyen populares aves antárticas, como los pingüinos Adelia, papúa y barbijo, así como cormoranes y skúas. Entre los mamíferos infectados, destacan las focas cangrejeras, las de Weddell y los leopardos marinos.
El hallazgo de la cepa H5N1 demuestra que este virus, conocido por su alta tasa de mortalidad en aves, no sólo se limita a zonas habitadas o templadas, sino que también afecta hábitats extremos. Para la comunidad científica, la llegada del virus a la Antártida representa un riesgo grave para la fauna local.
Métodos innovadores de detección
Uno de los aspectos más impresionantes del estudio fue el uso de tecnologías avanzadas de diagnóstico. Los investigadores implementaron un sistema único basado en muestreo de aire con filtros nanofibra. Este método les permitió detectar el virus sin tener que manipular directamente a los animales vivos. Después, se procesaron las muestras usando pruebas PCR y secuenciación genética.
De más de 3,000 muestras recogidas, los investigadores confirmaron 70 casos de gripe aviar mediante secuenciación, y descubrieron que el virus estaba presente en el 50% de los cadáveres analizados. La existencia de un laboratorio de diagnóstico molecular a bordo del velero Australis, que sirvió como base móvil para el equipo, resultó esencial para el manejo eficiente de las muestras.
¿Cómo ha llegado la gripe aviar a la Antártida?
El origen del virus en este entorno aislado sigue siendo incierto. Sin embargo, los especialistas sugieren que las aves migratorias podrían ser responsables de esta propagación. Estas especies viajan largas distancias y frecuentan tanto la Antártida como otras regiones donde el H5N1 es más común.
El cambio climático también juega un papel indirecto. Con el aumento de las temperaturas globales, las rutas de migración y los hábitats naturales de muchas especies están alterándose, lo que facilita encuentros entre animales infectados y poblaciones nuevas.

Las consecuencias en la biodiversidad antártica
Aunque 200 animales pueden sonar como una cifra baja, las consecuencias podrían ser devastadoras. La Antártida alberga especies que han desarrollado adaptaciones muy específicas para sobrevivir en su entorno extremo. Por eso, una enfermedad contagiosa como la gripe aviar podría causar colapsos masivos en poblaciones locales, especialmente si afecta a especies clave como los pingüinos.
Además, para algunos de estos animales, la convivencia cercana en colonias grandes facilita la transmisión. Si no se controlan, los brotes no sólo reducirían el número de animales, sino que podrían desequilibrar completamente el ecosistema.
¿Qué está haciendo la comunidad científica?
El equipo liderado por el CSIC ha destacado la importancia de continuar monitoreando la situación. Durante su expedición de seis semanas entre enero y febrero de 2025, tomaron más de 1,300 registros de animales y realizaron PCR en 745 especímenes. Con esta base de datos, los investigadores esperan modelar futuros riesgos epidemiológicos.
La colaboración internacional también es clave. En este caso, la investigación contó con el apoyo de múltiples entidades, como el Comité Polar Español, la Base Antártica Española Juan Carlos I y el buque de investigación oceanográfica Hespérides. Asimismo, recibió financiación de la Asociación Española de Aseguradores y Reaseguradores (UNESPA).
¿Qué sigue para la fauna antártica?
La detección del H5N1 en la Antártida es un llamado de atención sobre la fragilidad de los ecosistemas polares. Aunque los científicos están trabajando intensamente para comprender y limitar la propagación del virus, enfrentan desafíos considerables debido a las condiciones extremas y el aislamiento de esta región.
En última instancia, proteger la biodiversidad de la Antártida requerirá un esfuerzo global. La combinación de seguimiento constante, análisis genéticos avanzados y acciones coordinadas entre países será esencial para evitar futuras crisis similares.
Proteger estos ecosistemas no es sólo una cuestión de ciencia, sino una responsabilidad colectiva que tenemos como humanidad.