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Sexo y relaciones

Clamidia, una infección de transmisión sexual silenciosa

La clamidia es una de las infecciones de transmisión sexual más comunes en todo el mundo y que muchos nunca sospechan que la padecen. A

No sentir nada no significa estar libre de consecuencias. La bacteriología de la clamidia le da la capacidad de camuflarse en el cuerpo, adherirse a mucosas y avanzar sin señales claras. Esta falta de síntomas resulta peligrosa, pues la infección puede extenderse y causar daños serios para la salud reproductiva con el paso del tiempo.

Cómo se transmite la clamidia y quiénes están en riesgo

La clamidia se transmite por contacto directo con fluidos genitales durante el sexo vaginal, anal u oral sin protección. No es necesario que haya penetración para el contagio: basta el intercambio de secreciones, lo que incluye juegos sexuales y contacto entre genitales.

Un punto a considerar es que la clamidia puede pasar de mujer a mujer durante el sexo, aunque muchas crean que el riesgo solo existe en relaciones heterosexuales. Compartir juguetes sexuales sin desinfectar, o el contacto con fluidos infectados, llevan a un contagio igual de peligroso, incluso puede transmitirse de madre a hijo al nacer, generando infecciones en ojos y vías respiratorias del recién nacido.

La prevalencia es especialmente alta en jóvenes menores de 25 años y personas con múltiples parejas sexuales. Otros grupos de riesgo incluyen hombres que tienen sexo con hombres, así como quienes no usan preservativos de forma constante. Ignorar los chequeos periódicos sólo multiplica el riesgo.

Síntomas invisibles y consecuencias de no tratar la clamidia

La mayoría de los infectados no tienen síntomas visibles, ya que no hay dolor, picazón, ni signos de alerta inmediatos en el cuerpo. Por eso, la clamidia muchas veces avanza sin que la persona lo note, complicando el diagnóstico y el inicio del tratamiento. Los síntomas, cuando aparecen, suelen ser leves: flujo diferente al habitual, ardor al orinar o molestias en la zona baja del abdomen.

El verdadero problema surge cuando la clamidia no se detecta a tiempo y lLa propagación silenciosa deja secuelas profundas y muchas veces irreversibles.

Foto Freepik

Complicaciones a largo plazo en la salud femenina

El reto mayor es la enfermedad inflamatoria pélvica, una complicación que afecta útero, trompas y ovarios. Por un lado, las infecciones repetidas cicatrizan las trompas de Falopio, aumentando el riesgo de infertilidad o embarazos ectópicos, donde el embrión crece fuera del útero.

Además, la presencia de clamidia no detectada puede desencadenar dolor pélvico crónico, sangrado no habitual, y hasta complicaciones en el embarazo. El tiempo, en estos casos, juega en contra: cuanto más tarde en diagnosticar y tratar, mayor será el daño.

Consecuencias en la salud masculina y vías de infección adicionales

En hombres, aunque la mayoría sigue sin síntomas, pueden aparecer secreciones uretrales, ardor al orinar o molestias en los testículos. Si no se trata, la clamidia puede provocar epididimitis, un dolor intenso debido a la inflamación del conducto que transporta los espermatozoides, y en casos aislados, afectar la fertilidad.

No hay que olvidar que la bacteria también puede alojarse en el recto o la garganta, sobre todo tras prácticas sexuales específicas. Además, la clamidia aumenta la susceptibilidad a otras infecciones, incluido el VIH, al debilitar las barreras naturales de defensa del organismo.

Diagnóstico precoz y pruebas recomendadas

La mejor forma de confirmar la infección es mediante pruebas de laboratorio, usando muestras de orina o secreciones vaginales, uretrales o de garganta. Los análisis de PCR, muy precisos, no requieren procedimientos invasivos y resultan rápidos y confiables.

Hacerse chequeos periódicos, sobre todo en personas sexualmente activas menores de 25 años o con diferentes parejas, es una práctica recomendada. Pedir una prueba no debería ser motivo de vergüenza: cuidar la salud sexual es parte de la responsabilidad personal y de pareja. Los servicios de salud mantienen estricta confidencialidad y privacidad en estos procesos.

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Opciones de tratamiento y estrategias para prevenir la clamidia

La clamidia se cura de forma sencilla con antibióticos. Los médicos suelen indicar doxiciclina durante una semana o una dosis única de azitromicina. Ambos tratamientos eliminan la infección en pocos días, siempre que se sigan las indicaciones y el tratamiento se complete. Es fundamental que la pareja sexual también reciba tratamiento para evitar reinfecciones.

Tomar medidas preventivas es igual de importante. El uso correcto y constante del preservativo de látex durante todas las prácticas sexuales reduce de forma significativa el riesgo de infección. Realizarse pruebas regulares, hablar abiertamente con la pareja sobre salud sexual y limitar el número de parejas son hábitos efectivos para protegerse.

Repetir la prueba tres meses después del tratamiento ayuda a descartar reinfecciones, muy frecuentes si no se han cambiado las conductas de riesgo. La información y la prevención, en este punto, se convierten en el mejor escudo.

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