Hambre nerviosa: cómo tratarla y detenerla
El hambre nerviosa es un impulso imparable que lleva a quien la padece a consumir grandes cantidades de alimentos sin regulación alguna. Es diferente al hambre fisiológica, ya que esta se debe a una necesidad del cuerpo de recibir por medio de los alimentos una cantidad necesaria de nutrientes para llevar a cabo las actividades diarias.
Causas del hambre nerviosa.
Es algo que les pasa a todos al menos una vez en la vida, sobre todo durante días estresantes o durante momentos de ansiedad.
Es importante saber que comer sin tener hambre se convierten en un acto compulsivo dirigido a contrarrestar la sensación negativa mediante la aplicación de actividades que no tienen la capacidad de resolver la situación, como la saciedad por medio de los atracones. De hecho, esta es la principal causa de los ataques de hambre nerviosa: la necesidad de calmar situaciones desagradables como ansiedad, estrés, tristeza y soledad.
El hambre nerviosa en más de una ocasión lleva a reemplazar la falta de afecto e inseguridades con comida. Lo primero a tener en cuenta es que es necesario identificar que el problema no está siendo causado por una disfunción fisiológica del estómago o el intestino, sino que está siendo causado por una alteración en el bienestar psicológico y los estímulos cerebrales que regulan la liberación de serotonina y otros neurotransmisores que afectan la percepción de una mayor o menor sensación de satisfacción.
Síntomas.
- Comer con muchas más rapideces de lo normal.
- Comer más de las cantidades normales de comida, incluso después de haber controlado el impulso de hambre.
- Se prefieren los alimentos ricos en azúcar y grasa, sin tener en cuenta si son dulces o salados.
- Comer en soledad, ya que el tipo de comida y las cantidades consumidas causan vergüenza.
- Después de ir a eventos como fiestas, hay una fuerte sensación de culpa y frustración hacia uno mismo.
Además, para hablar de hambre nerviosa, estos comportamientos deben suceder al menos dos o tres veces por semana, causando un círculo vicioso que, de no mantenerse bajo control, puede traer consecuencias más graves como aumento desmedido de peso y aparición de trastornos alimentarios, como la bulimia.
Cuatro métodos eficaces para combatir el hambre nerviosa.
Es importante saber que la nutrición y las emociones se encuentran estrechamente relacionadas, por lo que pueden desencadenar trastornos alimenticios. Veamos algunos remedios que ha demostrado ser eficaces para el hambre nerviosa sin requerir de ayuda externa:
El primer método eficaz para combatir el hambre nerviosa es asumir que se tiene un problema. Para conseguirlo, los expertos recomiendan llenar un diario en el que se registren los alimentos que se comieron cada vez que se produzca un episodio nervioso. Después, es importante aprender a confrontar las emociones para distanciarse de los comportamientos contaminantes. Además, después de cada atracón es necesario describir la cantidad de comida consumida, la hora del día y la sensación asociada con el ataque de hambre.
Un segundo método que ha demostrado la eficacia de ocupar la mente con otras acciones que sean satisfactorias para reemplazar el deseo de comer sin tener hambre. Cuando aparece la sensación de comer, lo mejor es alejarse lo más pronto que se pueda de la cocina, eligiendo otras actividades como una ducha, dar un paseo o una llamada telefónica con un amigo. Lo importante es tratar de engañar al cerebro a través de estímulos diferentes a la comida hasta que el deseo de comer desaparezca.
El tercer consejo es poner en práctica algunas técnicas de relajación y ejercicios de respiración. Al encontrarse con emociones negativas como ira, ansiedad, frustración y tristeza en los que la respiración es más corta y más rápida. Por lo tanto, ejercicios como la respiración diafragmática pueden ayudar a recuperar la relajación y a eliminar el estímulo del hambre compulsiva.
Por último, si no se puede dejar de comer compulsivamente, los mejor será satisfacer los ataques de hambre comiendo lo más sano posible. Alimentos como frutos secos pueden brindar la sensación de saciedad sin tener un impacto excesivamente negativo en la salud.
Hambre nerviosa ¿Qué hacer si la voluntad no es suficiente para tratar el problema?
Los cuatro primeros métodos buscan valerse de la fuerza de voluntad y el deseo de cambio, aun así, no se debe olvidar que el hambre nerviosa es un trastorno y que puede ser tratada como otras enfermedades psicológicas. Según la gravedad del problema, las personas que padecen hambre nerviosa pueden considerar si es suficiente con la ayuda de la familia y amigos, o si es necesario acudir a un psicoterapeuta y/o a un nutricionista para tratar el problema. Involucrar a personas cercanas o acudir a un especialista por primera vez es difícil, pero una decisión muy valiente y capaz de aportar enormes beneficios incluso a corto plazo. Ser capaz de expresar y reconocer el malestar propio es el primer paso para darse cuenta de que los allegados y terapeutas pueden ser grandes aliados en la búsqueda de un bienestar mayor, y no solo jueces para el problema.