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Conoce las mejores vitaminas para el verano

En un cuerpo carente de vitaminas se pueden generar todo tipo de daños

El verano y las vitaminas

Nuestras necesidades nutricionales siempre deben tener en cuenta cuáles son los efectos que el clima del verano y la exposición a la luz solar tienen en nuestro organismo. Esto se tiene en cuenta especialmente en el caso de las personas que, por razones profesionales, se ven obligadas a pasar la mayor parte de su día recibiendo directamente la luz solar.

Si bien es cierto que las sales minerales se van perdiendo con el sudor, con las vitaminas no pasa lo mismo, ya que como tal lo que se necesita son alimentos ricos en antioxidantes. Curiosamente, las frutas y verduras del verano son especialmente ricas en los micronutrientes (minerales y vitaminas) más necesarios.

Vitamina E

Esta vitamina juega un papel insustituible como limpiador celular. Cuando hay una carencia, las grasas poliinsaturadas sufren una oxidación con la formación de radicales libres, y ya se tiene claro que estos son algunos de los principales factores que potencian el envejecimiento. En nuestro cuerpo, la vitamina E ejerce un potente efecto antioxidante que ayuda a mantenernos en óptimas condiciones, ya que protege numerosas sustancias positivas de la agresión del oxígeno tisular.

El papel más importante de la vitamina E es preservar las membranas celulares, ya que su estructura está formada predominantemente por grasas. Esta vitamina proporciona protección contra numerosos agentes tóxicos del medio ambiente, y en particular, neutraliza las sustancias mutagénicas (aquellas capaces de alterar la estructura de los cromosomas), además de proteger a las células del daño oxidativo.

Por si fuese poco, la vitamina E desempeña un importante papel en la síntesis de glóbulos rojos y en su vida útil, en la obstaculización de la agregación plaquetaria, en la prevención de trombos, en el fortalecimiento de las membranas capilares y en la lucha contra la inflamación de bajo grado relacionada con enfermedades degenerativas crónicas.

Vitamina A

Desde una base química, la vitamina A o retinol es un alcohol con 20 átomos de carbono. Forma parte, junto con la vitamina D, E y K, de las vitaminas de tipo liposoluble. En la piel envejecida, la reducción de la síntesis de colágeno es desencadenante de la atrofia de la dermis, mientras que la baja concentración de glicosaminoglicanos (especialmente de ácido hialurónico) conduce a una menor hidratación.

La pérdida de fibras elásticas provoca un deterioro en la elasticidad, manifestándose como una aspereza y laxitud en la piel. A nivel epidérmico, se produce una ralentización del recambio celular, el cual en una persona joven es de 20 días y en una persona mayor puede llegar a ser de hasta 30 días. Esta ralentización del recambio celular explica por qué el bronceado dura más en las personas mayores.

Uno de los mecanismos más eficaces para prevenir el envejecimiento cutáneo fotoinducido, es la inhibición de la síntesis de metaloproteinasas. Estas son enzimas con la capacidad de degradar la matriz extracelular. En este sentido, el ácido retinoico es capaz de contrarrestar la síntesis de metaloproteinasas reduciendo el daño inducido por los UVB en la matriz extracelular.

El ácido retinoico también tiene efectos sobre el sistema inmunitario. Cuando se administra en dosis bajas, estimula la acción de los linfocitos T y, en particular, de las células asesinas naturales. Esta función es importante, ya que en la piel envejecida se produce una reducción de la respuesta inmunitaria celular y aumenta el riesgo de carcinogénesis y fotomediada.

Vitamina C

La vitamina C también es conocida como ácido ascórbico, este nombre deriva del efecto preventivo y terapéutico que esta vitamina tiene sobre el escorbuto, una enfermedad que cobró muchas víctimas hasta el siglo XVIII. Hoy sabemos que la vitamina C desempeña múltiples funciones y que es crucial para la maduración del colágeno. Clínicamente hablando, el escorbuto se caracteriza por causar hemorragias generalizadas y hematuria (sangre en la orina), al punto de poder causar la muerte como consecuencia de complicaciones cardiovasculares.

La vitamina C es un potente antioxidante, su poder reductor está ligado a su capacidad de oxidarse en dos etapas sucesivas, cediendo cada vez un electrón y convirtiéndose primero en un radical ascorbilo y luego en ácido dehidroascórbico. Al ceder electrones, la vitamina C puede neutralizar el radical superóxido y el peróxido de hidrógeno, el cual a su vez genera radicales hidroxilos. Estos radicales pueden dañar la membrana plasmática (peroxidación lipídica) y el ADN (efecto mutagénico). Al ser hidrosoluble, la vitamina C forma parte del conjunto de antioxidantes en fase líquida.

A continuación se describen las distintas funciones de la vitamina C:

  1. Acción de barrido contra los radicales libres.
  2. Maduración del colágeno.
  3. Inhibición de la conversión de sales biliares en sales biliares secundarias (consideradas cancerígenas) por parte de las bacterias anaerobias intestinales.
  4. Inhibición de la formación de nitrosaminas a partir de nitritos y aminas.
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Lidia Baldomero