¿Debemos aceptar todo de un amigo depresivo?

Muchas veces, el deseo de acompañar y apoyar puede confundirse con la necesidad de tolerar cualquier comportamiento, actitud o palabra. El cariño y la empatía muchas veces nos empujan a justificar todo lo que nuestro amigo hace o dice. Pero, ¿es sano aceptar absolutamente todo de un amigo deprimido?
La depresión es un trastorno mental que afecta el estado de ánimo, los pensamientos, el sueño, el apetito y la energía. Estos cambios no siempre son intencionales ni personales. Por eso es importante comprender que la depresión es una enfermedad y no simplemente una mala actitud es clave para saber acompañar.
Validar los sentimientos, no las conductas dañinas
Una parte importante de apoyar es validar los sentimientos del amigo deprimido. Es decir, aceptar que lo que siente es legítimo y acompañarlo desde la escucha, sin minimizar su dolor. Frases como “no es para tanto” o “anímate” suelen hacer más daño que bien.
No obstante, validar no equivale a permitir actitudes o acciones que nos afecten. Por ejemplo, si tu amigo te trata mal, te culpa sin razón o tiene conductas autodestructivas y tú lo aceptas todo porque “está deprimido”, sin darte cuenta puedes estar reforzando comportamientos poco sanos para ambos.
El riesgo de la sobreprotección
Cuando queremos mucho a alguien, es fácil caer en la sobreprotección: justificarlo siempre y asumir que todo lo que hace está bien porque está enfermo. Esta actitud, aunque nace del cariño, puede promover un ambiente en que la persona deprimida no se sienta responsable de buscar ayuda o de cuidar lo que hace y dice.
La depresión quita fuerzas y dificulta la toma de decisiones, pero no anula por completo el autocuidado ni el respeto hacia los demás. Marcar límites amables y claros ayuda a que el afectado entienda que sus acciones tienen efectos en su entorno, incluso si está luchando con una enfermedad.

Cuidar del otro sin olvidarte de ti
Estar cerca de alguien con depresión puede ser agotador, ya que aceptar todo por el miedo a lastimar o perder al amigo, muchas veces lleva al desgaste personal y al resentimiento.
Reconoce cuando necesitas ayuda tú también. Apoyar no debería convertirse en absorber todo el peso del problema. Es sano decir “no” cuando algo te supera, pedir ayuda profesional o pedir espacio si lo necesitas. El apoyo tiene límites, y cuidarlos es signo de madurez.
Acompañar activamente, no ser cómplice del dolor
Es necesario ser ese apoyo cálido que escucha y respeta, pero también ese amigo que sugiere buscar terapia, que propone pequeñas actividades para romper el círculo de aislamiento o que mira con atención si surgen señales de alarma como pensamientos suicidas o conductas autodestructivas.
La depresión puede nublar el juicio y llevar a la autoexclusión, al descuido o incluso al enojo sin motivo. Aceptar todo sin intervenir, sin favorecer la ayuda profesional o ignorando signos de peligro, no es un acto de amor sino de complicidad con el sufrimiento.
Hablar con claridad y cariño frente a situaciones graves, como autolesiones o ideas de suicidio, es esencial. La intervención temprana puede salvar vidas.
Límites sanos: el verdadero acto de apoyo
Marcar límites es un acto de amor, y puedes mostrar que entiendes el dolor de tu amigo, que lo acompañas en los altibajos, pero también dejar claro que no puedes aceptar comportamientos que te hacen daño ni dejar pasar situaciones que requieren intervención profesional.
Ponerte de acuerdo con tu amigo sobre cómo y cuándo puede buscarte, por ejemplo, ayuda a que ambos se cuiden. Contar con una red de apoyo compartida —otros amigos, familiares, terapeutas— les da respiro a todos los implicados.
Recuerda: poner límites no es abandonar a tu amigo, sino ayudarlo a vivir en un entorno más sano y menos dañino, incluso en plena depresión.