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Insólito

El escalofriante caso de la ‘monja’ que llevaba un cadáver en su maleta

Una mañana de otoño, la rutina se quebró por una maleta grande, envuelta en plástico, abandonada junto a una vereda tranquila. Dentro, la policía encontró el cuerpo de una mujer vestida de monja. Eran Lorenza Ramírez, de edad avanzada, y Érica Fernández, su amiga fallecida, nombres que pronto ocuparon titulares y conversaciones.

La cronología básica fue clara y aun así desconcertante. Vecinos advirtieron una maleta voluminosa, bien sellada con plástico, en una calle de Ñuñoa, Santiago de Chile. La policía la abrió y halló el cuerpo de una mujer con hábito. Las cámaras de seguridad del barrio mostraron luego a una anciana arrastrando esa misma maleta y regresando a su casa con paso lento. Esa pista llevó a Lorenza Ramírez, octogenaria, y a la identidad de la fallecida, Érica Fernández. El tono humano de la historia fue inmediato, sin espacio para el morbo, solo preguntas urgentes sobre el dolor, la amistad y el límite de las decisiones en soledad.

El descubrimiento que encendió las alarmas

El hallazgo de la maleta envuelta en plástico se transformó en la imagen de un país en vilo. La sorpresa escaló al confirmarse que dentro había una mujer vestida de monja, detalle que multiplicó la atención pública y mediática. No hizo falta mostrar nada más que esa escena para entender que se trataba de una historia compleja, íntima y frágil.

Las cámaras de seguridad fueron determinantes. Se observó a una mujer mayor que arrastraba la maleta por el barrio y que más tarde volvió a su domicilio, lo que dejó una pista clave para ordenar los hechos. Esa secuencia permitió a los equipos policiales entrar a la vivienda, entrevistar a testigos y reconstruir los últimos días de Érica, además de la rutina silenciosa que compartía con Lorenza.

Quiénes eran Lorenza y Érica

Ninguna pertenecía a una congregación. Les gustaba llevar hábitos azules y vivir en recogimiento, con horarios estables, oración y austeridad, como una vida devota sin vínculo formal con la Iglesia. Lorenza Ramírez era una mujer mayor, de carácter discreto, que cuidó a Érica Fernández durante su enfermedad. Eran compañeras de ruta y de fe doméstica, y preferían el anonimato a cualquier exposición. Sus vecinos las recordaban como educadas, distantes y correctas.

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De falsas monjas a un pacto íntimo

La clave de esta historia no está en el disfraz, sino en el vínculo. Ellas eligieron una rutina sencilla, casi monástica, sin pertenecer a una orden. Había rezos y hábitos, pero eran gestos personales, no una estructura religiosa. Lo personal se volvió más hondo cuando llegó la enfermedad. Érica padecía un cuadro grave y prolongado, con dolor y dependencia. Lorenza se convirtió en su cuidadora principal. En ese contexto, hablaron de un pacto íntimo para permanecer juntas, incluso después de la muerte. La soledad agrandó los bordes de ese acuerdo y el duelo posterior lo hizo aún más difícil de sostener con claridad.

Tras la muerte de Érica, la promesa de no avisar a nadie se impuso sobre el miedo y el cansancio. Lorenza mantuvo el cuerpo en su domicilio, con la idea de cumplir el acuerdo y ganar tiempo. El duelo se volvió pesado, la culpa aumentó y la realidad se desbordó. El traslado en una maleta, pese a lo absurdo y doloroso, fue el intento torpe de cerrar una historia sin llamar la atención.

La policía reconstruyó la secuencia con cámaras de seguridad y entrevistas, confirmando que Lorenza movió la maleta tras la muerte de Érica. La Iglesia indicó que no eran monjas y que no existía vínculo canónico y el Ministerio Público mantiene una investigación activa. La causa de muerte se considera indeterminada, con la hipótesis de una enfermedad terminal sin tratamiento suficiente, y con pericias pendientes para cerrar ese punto de forma técnica. No hay indicios de participación de terceros en la muerte.

¿Hubo delito?

Lorenza Ramírez fue investigada por inhumación ilegal y quedó en libertad, por su edad y su conducta previa. No hay acusación por homicidio ni evidencias de violencia. A 2025, el fiscal mantiene diligencias en curso. La idea de caso cerrado no corresponde con los hechos públicos, y la fórmula sin cargos no describe el expediente actual.

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