¿Alguna información? ¿Necesitas contactar al equipo editorial? Envía tus correos electrónicos a [email protected] o ve a nuestro formulario.
Pareja

¿Es normal perder las ganas de tener sexo después de unos años de relación?

La pregunta sobre la disminución del deseo sexual en parejas de larga duración es mucho más común de lo que parece, aunque a menudo se evite hablar del tema por vergüenza o miedo al juicio. Sin embargo, entender que estos cambios son frecuentes y forman parte de la vida puede ayudar a abordar el asunto sin tantos tabúes y a buscar soluciones saludables en pareja.

Con el paso del tiempo, el deseo sexual no depende solo de la atracción física, sino también de factores psicológicos, emocionales, contextuales y de salud. Al principio, la novedad y el misterio generan emociones intensas y una fuerte necesidad de contacto íntimo. Cuando la relación madura, el cuerpo y la mente entran en una etapa diferente, y el deseo puede fluctuar, desde una leve disminución hasta periodos prolongados donde apenas se piensa en el sexo.

El papel de la rutina y la falta de novedad

Vivir lo mismo cada día puede hacer que el sexo pierda parte de su atractivo, ya que al conocer bien las costumbres y preferencias de la pareja, la curiosidad disminuye y, con ella, la motivación para tener encuentros espontáneos. La rutina transforma la sexualidad en una actividad predecible, lo que desgasta la emoción y la anticipación. Cuando el sexo parece una tarea más del hogar, es difícil mantener el mismo entusiasmo de los primeros meses.

Factores físicos y emocionales

Las preocupaciones laborales, familiares o económicas quitan espacio mental y energía para la intimidad. El cansancio acumulado y la falta de sueño también reducen las ganas de acercarse a la pareja. A eso se suman los cambios hormonales, que modifican el apetito sexual, especialmente con el paso de los años o durante etapas como el embarazo o la menopausia. No hay que olvidar el peso de las inseguridades corporales, que pueden aumentar con la edad o tras cambios físicos importantes, provocando vergüenza y evitación.

Condiciones médicas y medicamentos

Enfermedades crónicas como la diabetes, la artritis o trastornos hormonales afectan directamente la libido, ya sea por malestar físico o condiciones propias de la enfermedad. Algunos medicamentos, especialmente antidepresivos, antipsicóticos y medicamentos para la presión arterial, pueden reducir el deseo como efecto secundario. Consultar con un especialista puede abrir la puerta a alternativas o estrategias para minimizar el impacto de la medicación en la vida sexual.

¿Es normal perder las ganas de tener sexo después de unos años?

No existe una regla fija sobre cuánto deseo sexual debe tener una pareja después de muchos años juntos, pero la realidad es que las fluctuaciones son normales y esperables. Lo importante es mirar el deseo sexual como algo que puede cambiar con el tiempo y que está influenciado por circunstancias de vida, salud y dinámica de relación. Considerar estas variaciones como parte del ciclo natural ayuda a reducir la culpa y la preocupación innecesaria.

Diferencias entre parejas: ¿qué es lo habitual?

Cada pareja es un universo único, por lo que hay quienes mantienen una vida sexual activa durante décadas y quienes pasan por largos periodos de baja libido sin que eso afecte su vínculo emocional. Lo habitual es que la frecuencia y el deseo cambien con los años, pero eso no significa que la relación esté fallando. Adaptarse a nuevas etapas y reconocer que el sexo puede tener diferentes formas y significados, según el momento que vive la pareja, ayuda mucho a disfrutar sin presiones externas.

Cómo afrontar juntos el descenso del deseo sexual

Foto Freepik

La falta de deseo puede ser un punto de conflicto si no se aborda con empatía y apertura. Pero también puede convertirse en una oportunidad para crecer como pareja, conocerse mejor y reinventar la intimidad.

Hablar del tema sin miedo ni vergüenza es clave, compartir cómo se siente cada uno, cuáles son las expectativas y si hay algo que preocupe, ayuda a evitar malentendidos. Preguntar y escuchar sin juzgar fortalece la confianza mutua y prepara el terreno para buscar soluciones juntos, sin cargar con la culpa o el resentimiento.

Además, la intimidad puede renovarse con gestos de cariño, juegos, caricias prolongadas, masajes, risas compartidas o incluso con actividades nuevas que la pareja explore junta. Experimentar, planear citas diferentes, introducir fantasías o romper rutinas puede avivar la chispa, aunque la pasión ya no sea la misma que al principio.

En definitiva, cuidar la conexión y el cariño es lo que sostiene la pareja, mucho más allá de la frecuencia sexual.

¿Le resultó útil este artículo?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *