Estafa de vientres de alquiler en México: una pareja cuenta cómo perdió miles de euros y su sueño de ser padres

Dos hombres asturianos soñaban con ser padre y buscaron una vía legal fuera de España, donde encontraron una agencia de vientres de alquiler en Madrid que les prometía todo fácil, rápido y seguro.
La historia empezó en dos mil veinte y terminó con una querella, una cuenta vacía y un daño emocional difícil de medir. Esta alerta busca algo simple, proteger a quienes están pensando en ser padres por esta vía.
El primer contacto llegó por redes sociales en dos mil veinte. La agencia se presentaba como líder, con oficinas en Madrid y un discurso afinado. Pidió formalizar el matrimonio en marzo de dos mil veintiuno para agilizar trámites, un gesto que parecía técnico, casi rutinario. Luego llegó la primera gran transferencia, algo más de treinta mil dólares, unos veinticinco mil seiscientos cuarenta euros, para abrir expediente y reservar plaza.
El menú de opciones sonaba convincente, porque México por cincuenta mil dólares, Estados Unidos por cerca de ciento sesenta mil. Además, les ofrecieron un plan de intentos ilimitados durante dos años por nueve mil dólares. Todo venía envuelto en presentaciones, contratos y llamadas donde la seguridad era el mensaje. Ellos recuerdan una frase que se les clavó, nos extrañó que insistieran tanto en la opción más barata. Con el paso del tiempo, ese empujón dejó de parecer un ahorro.
La aparente legitimidad ocultaba grietas. México tiene regulación parcial, en estados como Tabasco y Sinaloa, y un mercado con mucho intermediario, pocos controles y demasiadas promesas. El terreno estaba abonado para errores y abusos.
Irregularidades que levantaron sospechas
La comunicación fue apagándose y llegaron silencios largos, correos sin respuesta y versiones que no encajaban. A veces era una enfermedad de la gestante, otras, las familias mexicanas pedían esperar por razones personales. Viajaron a México dos veces y en una notaría, de forma casi clandestina, lograron hablar a solas con la mujer que figuraba como gestante y se intercambiaron números. Ella contó una historia distinta a la que repetía la agencia.

Aparecieron detalles feos. Usaron imágenes de donantes reales en Barcelona como testigos, sin permiso, para dar apariencia de rigor. Les impusieron abogado, sin margen para asesoría independiente, con cláusulas que frenaban la revisión externa de los contratos. Se les cerraron todas las salidas.
El falso embarazo y el descubrimiento de la estafa a gran escala
Pasó casi dos años sin noticias claras, llegó una llamada con la beta positiva y se encendió la esperanza. Días después, una ecografía habló de aborto, pero algo no cuadró desde el primer minuto. La gestante negó haber tenido hemorragia y era la primera de varias inseminaciones que, según los afectados, nunca se hicieron. El calendario apretaba, el contrato estaba a punto de vencer.
La agencia planteó renovar, pidieron otros veinticinco mil dólares para extender el acuerdo, ellos dijeron que no y ofrecieron un descuento si mudaban el proceso a Colombia. La desconfianza ya era total.
Buscaron a otros usuarios en redes y encontraron más casos y, pronto, el grupo se hizo grande. Hoy son quince familias querelladas en Madrid, todas parejas LGTBI o monoparentales, que relatan pérdidas medias cercanas a los cincuenta mil euros por familia y un cúmulo de engaños. Temen que haya más víctimas, también donantes captadas con promesas falsas.
El material genético viajó a una clínica fija en Ciudad de México sin opción de elegir. Nadie tenía claro qué pasaba dentro, ni quién decidía, ni con qué controles. La sospecha, repetida en varios testimonios, es un acuerdo cerrado entre agencia y clínica para repartir beneficios a costa de los pacientes. El marco legal en México, limitado y fragmentado, deja demasiadas puertas abiertas. En España, la subrogación no se reconoce, y eso complica el retorno legal y alimenta un circuito de intermediarios que operan en el gris.
El material genético y las víctimas adicionales
Las muestras biológicas quedaron en un limbo. Se derivaron a una única clínica mexicana y, desde entonces, no hay garantías de conservación, uso o destrucción. Los afectados piden trazabilidad y respuesta, porque ahí hay parte de su proyecto de vida.
Varias mujeres que aparecían en catálogos dijeron en sede judicial que nunca donaron óvulos para estos procesos. Sus imágenes se usaron sin permiso y el caso se conecta con otras denuncias que hemos visto en dos mil veinticinco, desde falsos especialistas hasta agencias españolas señaladas por el Instituto de las Mujeres por promocionar servicios prohibidos. El patrón se repite, marketing agresivo, contratos confusos, cobros por adelantado y cero transparencia.
Proceso judicial y lecciones para evitar estafas en gestación subrogada
El caso ya está en juzgados de Madrid y el camino será largo. Buscan recuperar dinero, probar las gestaciones falsas y aclarar el destino del material biológico. No es solo una cuestión económica, también piden reparación por el daño emocional que arrastran desde hace años.
En España, la gestación subrogada no tiene validez jurídica. Eso empuja a muchas familias a ir fuera, donde la calidad y el control dependen del país y del proveedor. México, con regulación parcial, ha sido terreno fácil para intermediarios sin escrúpulos. La combinación es explosiva.
Lo importante es que las lecciones ya están claras. Verificar el historial real de la agencia, contratar asesoría legal independiente desde el primer día, no pagar grandes cantidades sin contratos claros y auditables, pedir trazabilidad del material genético y libertad de elección de clínica, comparar alternativas reguladas, como algunos estados de Estados Unidos, aunque cuesten más, y descartar ofertas que suenan demasiado bien. En paralelo, mirar la letra pequeña sobre cancelaciones, custodia de embriones y responsabilidades de cada parte.
Todo se reduce a una idea, no se puede jugar con sentimientos así. La ilusión de formar familia merece rigor, humanidad y controles que funcionen.
