Los 6 errores más comunes al intentar dormir fresco en las noches calurosas
Elige prácticas respaldadas por la evidencia, adapta tu entorno y tus hábitos, y olvida los consejos populares que pueden perjudicarte a largo plazo.

En verano, el calor de las noches puede resultar desesperante y muchas personas aplican trucos populares pensando que así lograrán descansar mejor. Sin embargo, algunos de estos hábitos que parecen tan lógicos pueden perjudicar, en vez de ayudar, la calidad del sueño.
El deseo de sentir rápido alivio lleva a seguir consejos populares que, según la ciencia, a menudo juegan en contra de un sueño saludable.
Dormir con la ventana abierta
Parece que dejar entrar aire nocturno es una buena idea, pero muchas veces lo único que ganas es exponer tu habitación a la humedad, ruidos y polvo del exterior. Cuando la temperatura exterior no baja lo suficiente, el aire caliente sigue entrando y dificulta ese descenso natural del calor corporal que el sueño necesita. Además, si vives en una ciudad o zona con polen y contaminación, puede afectar aún más la calidad del aire en tu dormitorio.
Mojar las sábanas o usar textiles húmedos
Remojar la sábana o dormir con paños mojados sobre el cuerpo puede parecer refrescante, pero en poco tiempo ese exceso de humedad termina atrapando más calor y dificultando la evaporación del sudor natural del cuerpo. También puede favorecer ácaros y hongos, lo que perjudica a personas alérgicas y complica aún más el descanso.
Dejar el ventilador apuntando directamente
Dormir con el ventilador dándote directo en la cara o cuerpo puede secar vías respiratorias, generar molestias en los ojos y hasta contracturas musculares. La circulación de aire es buena, pero los científicos sugieren no apuntarlo a la cama sino mover el aire de forma general, sin crear corrientes que resulten molestas o dañinas al cabo de unas horas.
Dormir desnudo
Parece lógico: menos ropa, menos calor. Pero dormir sin ropa puede hacer que el sudor se quede pegado a la piel y dificulte su evaporación, aumentando la sensación de bochorno. La ropa ligera y fresca de algodón ayuda a que el aire circule mejor sobre el cuerpo y el sudor se evapore con más eficacia.
Ducharse con agua fría justo antes de dormir
El alivio inmediato es tentador, pero el agua fría provoca un reflejo interno: la piel se enfría y el cuerpo responde elevando la temperatura interna para compensar. Pasados unos minutos puedes sentir más calor que antes. Las duchas templadas, en cambio, ayudan a regular y reducir la temperatura sin activarte de más.

Beber líquidos muy fríos antes de acostarse
Los líquidos helados dan frescor, pero pueden provocar digestiones pesadas o hacerte despertar varias veces para ir al baño. Lo ideal es beber líquidos durante la tarde y solo un poco antes de dormir, preferiblemente a temperatura ambiente.
Consumir alcohol para intentar dormir
El típico vaso de vino o cerveza puede relajar al principio, pero el alcohol interfiere con la calidad del sueño profundo. Además, favorece la deshidratación y aumenta los despertares nocturnos, especialmente cuando hace calor.
Estrategias efectivas y científicas para dormir bien cuando hace calor
La ciencia y la experiencia cotidiana sugieren métodos para reducir la temperatura corporal y lograr un descanso real, incluso en plena ola de calor.
Ventila la casa en las primeras horas del día y en la noche cuando las temperaturas bajan. Usa ventiladores para mover el aire, pero no los apuntes directo a la cama. Si tienes aire acondicionado, mantén la temperatura cerca de los 22 grados, sin crear un ambiente artificialmente frío que juegue en contra de tu ciclo natural.
Elige habitaciones que se mantengan más oscuras y frescas durante el día, usando cortinas opacas y persianas para evitar el sol directo. Prefiere ropa de cama ligera, de algodón y colores claros. Cambia las almohadas por modelos transpirables o de gel frío para distribuir mejor el calor corporal durante la noche.

Baja las luces y apaga pantallas al menos media hora antes de dormir para señalarle al cuerpo que es hora de relajarse. Practica una rutina suave de estiramientos o respiración, y si el calor es intenso, coloca una toalla fría en los pies o en la nuca durante unos minutos antes de acostarte.
Y por último, mantén una buena hidratación durante el día y reduce la ingesta de cafeína y alcohol. Si sientes mucha sed, toma solo pequeños sorbos de agua para no interrumpir el sueño con visitas nocturnas al baño.
Haz de tus noches de verano una oportunidad para cuidarte y priorizar tu salud, apostando siempre por el descanso consciente y saludable.