Los cardiólogos están rogando a las personas con hipertensión que dejen de hacer esto lo antes posible

Cada vez hay más personas con presión arterial alta y, lo peor, muchas ni lo saben. Esta condición se relaciona directamente con infartos, accidentes cerebrovasculares y muchas otras enfermedades del corazón. Frente a este riesgo, los cardiólogos coinciden en un mensaje urgente: deben dejar un hábito muy común y peligroso.
La hipertensión es conocida como el “asesino silencioso”, que no suele causar síntomas hasta que sus consecuencias son graves. Una presión alta sin control va dañando poco a poco el corazón, los riñones y hasta los vasos sanguíneos del cerebro sin que nos demos cuenta, terminando en insuficiencia cardiaca, daño cerebral, fallo renal o ceguera. Por eso el control temprano es clave, aunque sintamos que “estamos bien”. No se trata solo de sentirse sano, sino de evitar daños cuando aún hay tiempo.
El hábito que los cardiólogos insisten en abandonar
El sodio, presente en mucha más cantidad de la que creemos en la comida diaria, hace que el organismo retenga líquidos, provocando más presión en las paredes de las arterias. Además, favorece inflamación y daños dentro de los vasos, lo que aumenta aún más el riesgo. Casi nadie calcula bien cuánto sodio ingiere, porque está “escondido” en muchos alimentos y no solo en el salero.
Hoy la mayoría de las guías médicas sugieren consumir menos de 2 gramos de sodio por día, lo que equivale a menos de 5 gramos de sal de mesa. Para personas con hipertensión, se recomienda aún menos: menos de 1,5 gramos sobre todo si ya hay enfermedades del corazón, riñón o diabetes. Dejar el exceso de sal puede bajar la presión en cuestión de semanas.
Por qué el sodio está en todas partes
El sodio abunda en alimentos procesados, conservas, embutidos, quesos, salsas, panes comerciales y hasta en productos que no parecen salados, como cereales y galletas. Incluso los postres industriales suelen tener sodio añadido para equilibrar sabores. Sin leer etiquetas o preguntar, es casi imposible saber cuánto sodio consumimos cada día.
Los restaurantes y la comida rápida suelen usar grandes cantidades de sal para mejorar el sabor y conservar los alimentos. Por esto, incluso quienes no usan salero pueden estar sobrepasando el límite recomendado sin darse cuenta.
Una de las mejores formas de controlar el sodio es cocinar en casa, leer las etiquetas de los productos antes de comprarlos y cuando comas fuera, pide opciones bajas en sal o pregunta por alternativas al aliño habitual.
En vez de sal, condimenta con limón, ajo, perejil, orégano, pimienta o especias. Acostumbrar al paladar a menos sal lleva unos días, pero el sabor natural de las comidas empieza a destacar. Además, los resultados en salud aparecen rápido: menos hinchazón, mejor presión y hasta paladar más agudo para otros sabores.

Hábitos y factores que agravan la hipertensión (y cómo evitarlos)
La sal no es la única responsable de la presión alta, pero sí es de las más fáciles de modificar. Existen otros factores igual de influyentes. El sedentarismo es un enemigo silencioso: moverse poco hace que el corazón y las arterias pierdan flexibilidad y resistencia. La obesidad pone doble carga sobre el sistema circulatorio y favorece la aparición de diabetes.
El estrés crónico dispara hormonas que constriñen los vasos sanguíneos y elevan la presión. El consumo regular de alcohol también puede aumentar la presión, y el tabaco daña directamente las arterias. Cambiar estos hábitos empieza con pequeños pasos: caminar a diario, elegir frutas en lugar de dulces, buscar técnicas simples de relajación o cambiar el cigarro por hábitos más saludables.
Los cardiólogos son claros: hay que reducir la ingesta de sal, sobre todo si hay presión alta, enfermedad renal, diabetes o antecedentes de problemas cardiacos. Pequeños cambios diarios, como evitar procesados, leer etiquetas y cocinar en casa, hacen una gran diferencia. Cambiar hábitos es posible y trae beneficios que se sienten en el bienestar y la energía del día a día. La hipertensión se puede controlar y, con decisiones conscientes hoy, se reduce el riesgo de infarto y otras complicaciones mañana.
