Los expertos advierten: si no haces esto, tu riesgo de cáncer de mama aumenta un 40%
Un estudio publicado en The BMJ sugiere que sí: las mujeres que no acudieron a su primera invitación tuvieron más probabilidad de no ir a las siguientes, y eso se asoció con un riesgo más alto de morir por cáncer de mama (aproximadamente un cuarenta por ciento más).
El trabajo, realizado en Suecia por investigadores del Instituto Karolinska, siguió a más de cuatrocientas treinta mil mujeres en Estocolmo a lo largo de varias décadas (desde mil novecientos noventa y uno hasta dos mil veinte), con un seguimiento que llegó hasta unos veinticinco años. Es un estudio observacional, basado en invitaciones a cribado y resultados en salud en el tiempo.
El dato que más llama la atención es el patrón de asistencia: casi un tercio de las mujeres se saltó la primera mamografía. En ese grupo, la mortalidad por cáncer de mama a largo plazo fue más alta (alrededor de un uno por ciento frente a unas siete décimas en quienes sí asistieron). Al comparar grupos, el riesgo relativo de morir por la enfermedad fue aproximadamente un cuarenta por ciento mayor en quienes faltaron al inicio, aunque la incidencia total de cáncer de mama fue parecida (cerca de ocho de cada cien en ambos grupos).
La diferencia estuvo en el diagnóstico tardío
La clave parece estar en el momento del diagnóstico. Quienes no fueron a la primera cita tendieron a faltar más veces después, y una parte terminó llegando al sistema de salud cuando ya había síntomas. Eso se traduce en más diagnósticos en etapas avanzadas, y ahí el pronóstico empeora. En el estudio, el riesgo de encontrar enfermedad en etapa avanzada fue más alto en el grupo que se ausentó al principio, aunque el número total de casos no cambió mucho.
Qué límites tiene este tipo de investigación (y por qué igual es útil)
Un estudio observacional muestra asociación, no prueba causa directa. También hay que recordar que, a lo largo de los años, cambian edades de invitación y la frecuencia del cribado, y cambian las máquinas (de mamografía con película a digital, y en algunos sitios a tomosíntesis o mamografía tres D). Aun con esos límites, el mensaje práctico se sostiene: perder la primera mamografía puede abrir la puerta a perder otras, y eso favorece llegar tarde.
Cuándo hacerse mamografías
En Estados Unidos, la confusión es común porque las guías se parecen, pero no son idénticas. Muchas personas oyen “mamografía a los cuarenta”, pero luego aparece la duda de cada cuánto y por cuánto tiempo, y ahí es fácil posponerlo.
Guías comunes para riesgo promedio: empezar a los cuarenta
La USPSTF actualizó su recomendación para riesgo promedio y mantiene, en dos mil veinticinco, empezar a los cuarenta y hacer mamografía cada dos años hasta los setenta y cuatro. Otras organizaciones médicas, como el Colegio Americano de Radiología, suelen inclinarse por un seguimiento más frecuente en muchas pacientes, a menudo anual, según riesgo, acceso y preferencias.
Lo más útil es una decisión compartida: hablar con tu médica o médico sobre tu historia familiar, tu densidad mamaria (cuando ya tengas el primer estudio) y qué esquema es más realista para ti.
Si ya te saltaste una cita, qué hacer ahora
Si te perdiste la mamografía que te tocaba, agenda la próxima lo antes posible. Lo más arriesgado no es un retraso puntual, sino encadenar varias ausencias. Si la ansiedad te frena, dilo tal cual al centro de imagen o a tu clínica, muchas veces pueden explicar el proceso y reducir la incertidumbre.
Además, no todas las personas necesitan el mismo calendario. Conocer tu riesgo permite ajustar: empezar antes, acortar el intervalo, o sumar otras pruebas en casos concretos. Pensarlo como un cinturón de seguridad ayuda: no cambia el camino, pero sí reduce el daño si aparece un problema.
Qué factores suelen aumentar el riesgo
El riesgo puede subir por antecedentes familiares cercanos, historia personal de lesiones de alto riesgo, variantes genéticas heredadas, radiación previa en el pecho, y también por factores de vida y salud como tabaquismo, algunos tratamientos hormonales y ciertas condiciones médicas. La edad y la densidad mamaria también pesan en la ecuación.
Herramientas y consulta médica: cómo usar Tyrer-Cuzick y Gail sin asustarse
Calculadoras como Tyrer-Cuzick y Gail pueden orientar, pero no son un veredicto. Sirven para iniciar una conversación con un profesional (medicina familiar o ginecología), revisar tus datos y decidir si necesitas una estrategia distinta.
Tu primera mamografía también aporta información sobre densidad mamaria, que puede influir en el seguimiento. Si tu riesgo sale alto, tu equipo puede hablarte de opciones como resonancia en casos seleccionados, o de intervalos más cortos, sin caer en alarmas.
En resumen, las mamografías salvan vidas cuando se hacen a tiempo. Conocer tu riesgo ayuda a personalizar el plan, sin compararte con nadie más. Y si vas tarde, retomar ahora sigue siendo una buena decisión. Programa tu cita, lleva tus preguntas, y habla con tu médico sobre el esquema que puedas sostener año tras año. Volver al calendario cuenta más de lo que parece.