Muere una adolescente tras comer una pastel envenenado que le envió su amiga de forma anónima
La joven, de 17 años, recibió un pastel como regalo acompañado de una nota cariñosa, sin imaginar que este gesto terminaría con su vida.

El caso conmocionó a Brasil y desató un amplio debate sobre la seguridad de los jóvenes y la responsabilidad legal de los menores.
Ana Luiza se encontraba en su casa cuando le entregaron un paquete anónimo. Al abrirlo, descubrió un pastel decorado y una tarjeta que decía: “Para la chica más hermosa que vi jamás”. El dulce parecía un detalle de admiración de alguien cercano o tal vez de un admirador secreto.
Tras compartir el pastel frente a sus familiares, Ana comenzó a presentar síntomas de intoxicación. Minutos después de ingerirlo, su salud se deterioró de forma alarmante con mareos, náuseas y malestar general, que encendieron las alarmas de su entorno.
En ese primer momento, su familia la llevó al hospital esperando una recuperación rápida. Sin embargo, tras ser dada de alta por no encontrar infección aparente, sus síntomas regresaron con más fuerza. De nuevo trasladada de urgencia a la clínica, Ana sufrió un paro cardiorrespiratorio que resultó fatal. La autopsia confirmó que murió por intoxicación aguda con arsénico.
Las autoridades comenzaron a investigar de inmediato y el giro impactante llegó cuando se identificó a la autora: una “amiga” que había estado presente durante el proceso y hasta visitó a Ana tras el envenenamiento. No era la primera vez que lo hacía; ya había envenenado a otra joven meses antes, que sobrevivió por poco.
El envenenamiento fue rápido y devastador, ya que la joven sintió malestar seguido de síntomas severos en cuestión de minutos. Pese a llegar dos veces al hospital, los médicos no detectaron la verdadera causa a tiempo. La sustancia tóxica no era común y la reacción fue letal. El shock, la tristeza y la incredulidad llenaron el entorno familiar al darse a conocer el fallecimiento.
El pastel y la nota misteriosa
El pastel fue pedido en un negocio local, pero la pastelería no tenía idea del propósito real. El mensajero entregó el dulce sin sospechar nada extraño y la tarjeta con mensajes cariñosos desarmó cualquier sospecha de Ana o su familia. El detalle fue planeado para inspirar confianza y acercar la víctima a consumir el postre envenenado.

El trasfondo legal y social del delito cometido por un menor
En Brasil, un adolescente involucrado en un homicidio no recibe una condena penal tradicional, porque la Constitución establece que los menores de 18 años no pueden ser “criminalizados”. Ante situaciones así, la ley aplica medidas socioeducativas y en los casos más graves, la privación de libertad puede durar hasta tres años en instalaciones especializadas, nunca en prisiones convencionales.
El sistema está diseñado para la reintegración y la corrección, no el castigo. Sin embargo, los debates sociales y la indignación colectiva suelen crecer en crímenes que dejan a la sociedad sin respuestas satisfactorias.
El padre de Ana compartió que la joven que perpetró el crimen permaneció en la vivienda incluso después de ver cómo su amiga sufría los efectos del veneno. Por esa razón, muchos padres y jóvenes sienten incertidumbre por el futuro, preocupados porque la justicia no siempre protege a las víctimas ni garantiza que los responsables reciban consecuencias proporcionales.