Nunca hagas estas 4 cosas con tu pareja en la cama
La cama no es solo para sexo; también es para descanso, mimos y conversaciones largas con el móvil en silencio. En ese espacio tan íntimo, pequeños gestos pueden doler más que una pelea. En este artículo verás cuatro cosas que conviene evitar para cuidar el deseo y la confianza.

Nunca ignores lo que tu pareja siente o dice en la cama
Muchas personas fingen placer, comodidad o incluso orgasmos para “no cortar el rollo”. A corto plazo parece práctico, pero según muchos sexólogos eso levanta un muro invisible entre los dos. Tu pareja cree que algo te encanta, repite lo mismo, y tú te sientes cada vez más lejos. Es mejor decir con calma que algo no te va tanto y proponer otra cosa que sí te gusta.
Cuando alguien dice “eso me duele”, “así no me siento bien” o “hoy prefiero solo abrazos”, insistir es un acto de egoísmo. Respetar un no no mata el deseo, lo protege. Quien se sabe escuchado y cuidado luego se suelta más, confía más y tiene menos miedo a pedir lo que quiere.
Nunca trates el sexo como una obligación o una prueba que hay que pasar
Cuando el sexo se vive como tarea, “debería hacerlo porque toca” o examen de rendimiento, el cuerpo se tensa y el deseo se esconde. Muchos hombres y mujeres sienten que tienen que rendir perfecto, como si todo se midiera en duración, postura o número de orgasmos. Esa presión no solo baja la autoestima, también apaga las ganas de repetir.
Retirar caricias para castigar o “portarse bien” solo si hay sexo es una forma de control que, tarde o temprano, rompe la relación. La cama debería ser un lugar seguro, no un sistema de premios y castigos. Cuando el sexo se usa como moneda de cambio, aparece el resentimiento y se pierde la alegría de compartir.
No conviertas cada encuentro en una competencia de rendimiento
Muchos expertos recuerdan que la presión por “quedar bien” dispara la ansiedad sexual. El buen sexo no es una actuación perfecta, incluye risas, silencios, cambios de idea y alguna torpeza. Si el foco está solo en llegar al orgasmo espectacular, se pierde el disfrute del camino. Mucho mejor concentrarse en el placer mutuo y en la conexión del momento.

Nunca descuides el cariño, los juegos previos y la conexión emocional
Un error muy común es pasar directo al acto sexual sin besos largos, sin abrazos, sin miradas. Los estudios sobre respuesta sexual muestran que el cuerpo necesita tiempo y contexto para excitarse, ya que los juegos previos alimentan el deseo, ayudan a relajarse y recuerdan que la pareja no es solo un cuerpo, también una persona querida.
Además, muchas parejas reconocen que se saltan los preliminares por prisa o costumbre. El problema es que el cuerpo se queda a medias y la cabeza también. Jugar, besar, hablar bajito y explorar con calma hace que ambos entren en sintonía. No se trata solo de lubricación o erección, también de sentirse seguro, visto y deseado.
Recuerda que el placer no vive solo en los genitales, puesto que el cuello, espalda, manos, muslos y hasta la risa pueden excitar mucho, sobre todo al inicio. Tocar y besar otras zonas quita presión, vuelve el momento más tierno y puede hacerlo también más divertido. Esa exploración amplia ayuda a que cada encuentro sea distinto y menos mecánico.
Nunca compares a tu pareja con otras personas o con lo que ves en el porno
Las comparaciones con ex, amigos o escenas porno llenas de fantasía solo generan inseguridad. Muchas personas se miden con lo que ven en pantalla y creen que el sexo real tiene que verse igual, sin pausas ni fallos. Al final, nadie disfruta, todos se sienten insuficientes.
En la vida real a veces entra una risa tonta, un calambre o un ruido raro del colchón. Copiar lo que sale en el porno o en redes suele traer frustración y ansiedad. Más que perseguir la perfección, conviene mirar a la persona que tienes delante y valorar ese momento único, con su ritmo propio.
Hablar de cambios o gustos está bien, pero con cariño y usando frases en primera persona, por ejemplo “a mí me gustaría probar esto”. Cuando alguien se siente aceptado en su cuerpo, se atreve a desnudarse también por dentro.
La clave para cuidar la intimidad se resume en cuatro ideas simples: escuchar y comunicar, no vivir el sexo como obligación, no olvidar el cariño y los juegos previos, y dejar de comparar o criticar en la cama. Nadie lo hace perfecto, todos aprendemos sobre la marcha. Lo importante es ir quitando estos hábitos que duelen y sumar otros que acerquen.
