¿Pagar por un abrazo de 5 minutos? La tendencia emocional que arrasa entre las mujeres en China

En varias ciudades de China, jóvenes mujeres han empezado a pagar por recibir abrazos de cinco minutos. Este fenómeno no surge por pura curiosidad, sino por la búsqueda urgente de consuelo emocional frente a la soledad urbana, el estrés laboral y la presión social que marcan el día a día en la sociedad china moderna.
El servicio es sencillo y directo. Mujeres, principalmente jóvenes profesionales, contactan a hombres o mujeres que ofrecen abrazos sinceros y sin connotaciones románticas. La cita suele concretarse en lugares públicos como estaciones de metro o centros comerciales. El proceso casi siempre inicia con una charla por apps de mensajería donde ambas partes acuerdan condiciones precisas: duración del encuentro, normas de conducta y aclaraciones sobre el carácter exclusivamente afectivo y respetuoso del abrazo.
Los perfiles de quienes ofrecen este servicio varían, pero suelen destacarse hombres con apariencia atlética y modales cuidadosos, así como mujeres altas o atléticas para quienes prefieren el contacto femenino. Muchos cuidan su imagen, su perfume y su ropa para brindar una experiencia amable y segura, logrando que el acto de abrazar se vuelva casi un trabajo profesional.
La dinámica del abrazo en 5 minutos
El encuentro se gestiona con discreción y claridad. Tras pactar el día y la hora, ambas personas se encuentran en el punto acordado. Apenas hay palabras, pero sí respeto y consentimiento. El abrazo dura exactamente cinco minutos, lo justo para calmar el pulso, relajar la mente y, de alguna forma, sentir que alguien se preocupa. No hay espacio para malentendidos: la brevedad es clave y el lugar público añade un extra de seguridad. Toda la comunicación previa, desde la presentación hasta el acuerdo de pago, se realiza por aplicaciones como WeChat, que permiten mantener la privacidad y controlar cada fase del contacto.
Precios y condiciones
El costo del servicio oscila entre 20 y 50 yuanes, es decir, de 3 a 7 dólares. El pago suele realizarse de manera anticipada, por transferencia digital, y solo cubre el abrazo pactado, sin ningún otro tipo de contacto. Este precio puede parecer bajo para algunos, pero en el contexto chino muchos lo ven como un lujo emocional, una inversión en bienestar. Para otras, es una necesidad innegociable que ayuda a enfrentar una jornada cargada de ansiedad y exigencias. Esto ha levantado debate público: ¿estamos ante un capricho costoso o frente a una respuesta genuina ante la falta de apoyo afectivo?

Origen y evolución de la tendencia
Hace un par de décadas, la tradición china se basaba en la familia extendida y los lazos barriales. Hoy, la urbanización, la competencia y la movilidad social han debilitado esos vínculos, porque el ritmo diario es tan acelerado que muchos acaban sintiéndose aislados incluso en grandes multitudes. La tendencia de pagar por abrazos es una reacción directa a esta transformación social: una solución simple para necesidades emocionales crecientes.
Servicios similares existen en países como Polonia, donde personas de mediana edad acuden a “salones de abrazos”. Sin embargo, la tendencia china destaca por tener a jóvenes como principales protagonistas y por normalizar el pago como barrera eficaz contra la incomodidad y la sobreimplicación emocional.
El perfil de las ‘abrazadoras’ y ‘abrazadores’
La mayoría de quienes buscan estos servicios son mujeres jóvenes, solteras, con estudios y trabajos exigentes, donde buscan calidez, desconexión y una pausa afectiva lejos del compromiso. En cuanto a quienes abrazan, predominan hombres jóvenes, de aspecto confiable y actitud comprensiva. No buscan romance, sino un ingreso extra y, muchas veces, también satisfacción personal al sentir que ayudan a otros. Su perfil, que combina empatía, autocontrol y habilidades sociales, es esencial para que el servicio inspire confianza.
Pagar por un abrazo de cinco minutos puede resultar extraño a simple vista, pero refleja un cambio profundo en las formas de buscar apoyo emocional en la China de hoy. El auge de estos servicios muestra que la necesidad de contacto humano no desaparece por vivir rodeados de gente ni por estar conectados todo el día por redes sociales. Aunque la tendencia no es una cura definitiva para la soledad o la ansiedad, sí abre una puerta para hablar de salud mental y empatía de manera más abierta, clara y sin tabúes. La vida urbana plantea desafíos únicos, y a veces, lo más simple, como un abrazo, es justo lo que más se valora.