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Insólito

¿Por qué se puede escuchar el mar en una caracola?

Luigi Malerba escribió en uno de sus libros más famosos: «Conozco a algunos afortunados que al colocarse una caracola en la oreja escuchan el sonido del mar, el choque de las olas contra las rocas, el chillido de las gaviotas e incluso el ruido de las tormentas, pero yo no oigo nada», y para ser honestos, él tiene bastante razón, porque en las caracolas no se puede escuchar realmente el sonido del mar.

Seguramente en más de una ocasión se te habrá ocurrido acercarte una caracola al oído y creer que escuchas el sonido del mar, pero es hora de que sepas que todo esto es una simple ilusión. De hecho, el origen de este espejismo no tiene nada que ver con el mar. Pero veamos más detalles.

Lo cierto es que el sonido del mar que se escucha cuando colocamos una caracola en nuestro oído no tiene nada que ver con el mar ni con la caracola. Este efecto puedes ser reproducido con la misma intensidad por otros objetos de forma similar, como una taza, por ejemplo.

Lo que estamos escuchando no es más que el eco que provoca el ruido del entorno que nos rodea. La ráfaga de viento que sopla entre el oído y la caracola hace vibrar el aire contenido en el interior del caparazón generando un eco potenciado por el carbonato cálcico, un material duro del que está compuesto este caparazón, lo que causa que las ondas sonoras reboten en varias ocasiones. El ruido repentino provoca en nosotros el recuerdo de nuestros días en la playa, pero solo es eso, una ilusión llena de nostalgia.

El efecto amplificador de las caracolas tiene un nombre, se llama Resonancia de Helmholtz.

Científicamente, toda onda sonora que viene del exterior y entra en el caparazón hace vibrar el aire de su interior, lo que amplifica el impacto de ruidos que de otro modo serían apenas audibles por el oído humano. Se ha encontrado que este efecto amplificador es similar al que producen los resonadores de Helmholtz, llamados así por el primer científico que estudió la resonancia en los cuerpos huecos. De hecho, se trata de un fenómeno al que las personas nos enfrentamos todos los días, por ejemplo, cuando soplamos suavemente a través del cuello de una botella vacía.

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Veronica Pereira