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Salud

¿Puede la masturbación proteger contra el cáncer de próstata?

Me gustó mucho la nota de ABC sobre si la masturbación puede proteger contra el cáncer de próstata. El tema tiene un gancho claro, varios estudios sugieren que eyacular con frecuencia podría bajar el riesgo, aunque no es una garantía. En un campo lleno de mitos y silencios, hablar de esto con claridad importa, no solo para hombres mayores, también para jóvenes que quieren cuidar su salud desde hoy.

¿Qué revelan los estudios científicos recientes?

La investigación más sólida hasta la fecha apunta en una dirección consistente. Hombres que reportan una frecuencia de eyaculación mayor tienden a tener menos riesgo de cáncer de próstata, sobre todo en tumores de bajo riesgo. Este patrón se observó en estudios grandes, de seguimiento largo, publicados en revistas como European Urology. En varios de ellos, quienes eyaculaban alrededor de 21 veces o más al mes presentaron menos diagnósticos que quienes lo hacían con poca frecuencia.

Lo más interesante es que el beneficio no depende del método, porque tanto la masturbación como las relaciones sexuales cuentan. La hipótesis central es simple y fácil de entender. Al vaciar la próstata con regularidad, se reduce la inflamación crónica y se eliminan sustancias potencialmente dañinas que podrían acumularse en el líquido prostático. Dicho de otra forma, un sistema que se mueve se mantiene más limpio.

Aun con estos datos positivos, no existe una protección total, ya que el efecto se ve con más claridad en cánceres menos agresivos, y puede variar con la edad. En jóvenes, la frecuencia constante podría ayudar a largo plazo; en hombres mayores, el impacto puede ser menor pero sigue siendo valioso dentro de un estilo de vida saludable.

Hay algo que es importante resaltar. No existe evidencia de que la masturbación cause cáncer. De hecho, la balanza de la evidencia sugiere un efecto neutral o incluso protector. Eso sí, estamos hablando de probabilidades, no de certezas.

Frecuencia vs. método: lo que realmente importa

La clave parece ser la frecuencia, no cómo se logra. Estudios que separan masturbación y sexo encuentran beneficios similares cuando el conteo mensual es alto. Si tienes pareja, si estás soltero, si viajas mucho o atraviesas etapas con menos deseo, lo que marca la diferencia es la regularidad a lo largo del tiempo.

Piensa en un ejemplo sencillo. Un hombre de 35 años que busca sumar hábitos sanos decide registrar su rutina para cuidarse mejor. Hace ejercicio, come mejor y también se propone mantener una eyaculación frecuente compatible con su vida. No se obsesiona con una cifra, solo procura constancia. Con el paso de los meses, duerme mejor, baja el estrés y mantiene su salud sexual activa. Ese conjunto de factores parece aportar más protección que cualquier cambio aislado.

Foto Freepik

Limitaciones de los estudios

La evidencia es sólida, pero la mayoría de los estudios son observacionales, lo que significa que muestran asociaciones, no causas directas. Además, las mediciones de frecuencia se basan en reportes personales, y no siempre son exactos. El beneficio es más claro en tumores de bajo riesgo, y no se ve igual en los más agresivos. También hay señales de que la edad y otros factores influyen, por lo que se necesita más investigación para afinar recomendaciones.

Por eso, conviene mantener el optimismo con sentido común. La eyaculación frecuente puede ayudar, pero la dieta, el ejercicio, el peso saludable, el sueño y los controles médicos regulares pesan incluso más en el riesgo final.

¿Es malo eyacular mucho? La respuesta clara

Los estudios no muestran que eyacular frecuente sea dañino. En la mayoría de los hombres es seguro, y puede ser beneficioso. La mejor guía es la propia comodidad. Si hay irritación, dolor o fatiga, baja el ritmo. Si te sientes bien, no hace falta limitarte por miedo. La moderación natural funciona mejor que cualquier regla rígida.

Si mantener una eyaculación frecuente se siente natural para ti, puede ser un buen hábito. Combínalo con una alimentación rica en frutas, verduras y granos, menos ultraprocesados, y grasas saludables. Muévete a diario, cuida tu peso y duerme bien. Programa visitas anuales al urólogo, sobre todo desde los 45 o antes si hay antecedentes familiares. Hablar de salud sexual con pareja y amigos también ayuda a romper el tabú y a pedir ayuda a tiempo.

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