Sexe: ¿cómo encontrar tu punto G?
El placer sexual femenino sigue rodeado de dudas y mitos. Un tema frecuente es la existencia del punto G y su potencial para transformar la intimidad en un momento de autoconocimiento, confianza y satisfacción.

Todos tenemos derecho al placer y, para muchas mujeres, la exploración consciente del punto G puede sumar nuevas dimensiones a la sexualidad. Hablar de este tema implica reconocer la diversidad de cuerpos y sensaciones y, sobre todo, dejar a un lado tabúes. Esta guía pretende acercarte a tu propio placer, ofrecer información clara y sugerir formas sencillas para transformar la curiosidad en autoconocimiento. Acompáñanos a descubrir cómo empezar ese viaje.
¿Qué es el punto G y por qué es importante en la sexualidad femenina?
El famoso punto G toma su nombre del ginecólogo Ernst Gräfenberg, quien describió, hace décadas, una región de especial sensibilidad en la pared vaginal. Hoy sabemos que el punto G no es una estructura aislada, sino un área compleja ubicada en la parte anterior de la vagina, donde se entrelazan nervios, vasos, tejido esponjoso y glándulas relacionadas con la uretra y el clítoris.
Esta región no se siente igual en todas las mujeres. Algunas encuentran un placer intenso mediante su estimulación, mientras que otras apenas notan diferencia. Lo importante no es buscar una especie de “botón mágico” sino reconocer que el placer femenino es multifacético y cada mujer experimenta sensaciones de modo único.
La relevancia del punto G radica en su potencial para multiplicar el placer y abrir la puerta al autoconocimiento, mejorando la autoestima y la comunicación sexual. Nadie debería sentir presión por encontrarlo, pero explorar el propio cuerpo sí fomenta una sexualidad libre y saludable.
Ubicación anatómica del punto G
El punto G se ubica en la pared frontal o anterior de la vagina, a unos tres o cinco centímetros de la entrada vaginal, justo detrás del hueso púbico y cerca del clítoris. Su textura suele ser un poco más rugosa o compacta que el resto de la pared vaginal, y muchas mujeres la describen como una zona esponjosa.
Al explorar, puedes sentir una pequeña protuberancia o un área con diferente sensibilidad. Esta región forma parte de un complejo en el cual el clítoris interno y las glándulas periuretrales (glándulas de Skene) participan activamente en la respuesta sexual. No hay una estructura individual clara que puedas tocar y decir: “esto es el punto G”, sino una zona que puede variar en extensión y sensibilidad.
Importancia neurobiológica y del placer
La estimulación de la región del punto G activa áreas cerebrales asociadas con el placer, como el sistema límbico, que procesa emociones y sensaciones de bienestar. Asociada a esta experiencia, algunas mujeres pueden experimentar la expulsión de líquido (conocido popularmente como squirt) a través de las glándulas de Skene.
El placer generado en esta zona puede ser diferente al clitoriano tradicional, añadiendo matices a la vivencia orgásmica. Para algunas, la estimulación puede provocar orgasmos internos, profundas olas de sensaciones o un aumento de la lubricación. No existe una fórmula exacta y la neurobiología respalda la diversidad de respuestas. La clave es escuchar el propio cuerpo y comunicarse abierta y sinceramente.
Técnicas y consejos prácticos para encontrar y estimular el punto G
Más que buscar una receta, lo más importante es la relajación y el consentimiento. Siéntete cómoda, elige un ambiente donde no te vayan a interrumpir y recuerda que cada paso hacia el autoconocimiento es un logro.
Métodos de exploración individual y en pareja
La autoexploración empieza con una buena lubricación, manos limpias y una mente abierta. Recuéstate boca arriba con las rodillas flexionadas y, suavemente, introduce uno o dos dedos en la vagina. Apunta hacia el ombligo y busca una zona más firme o rugosa en la pared anterior. Haz movimientos “de ven aquí”, aplicando presión suave y constante.
En pareja, la comunicación es fundamental. Explica tus sensaciones, pide paciencia y exprésate libremente. Puede que al principio no sientas nada especial, y eso está bien. La clave está en la relajación y la ausencia de expectativas rígidas. A veces, la excitación previa marca la diferencia; tómate tu tiempo, incluye caricias externas y diálogo.
Juguetes sexuales y lubricantes para facilitar la estimulación
Hay juguetes diseñados para estimular el punto G, rígidos o curvos, que pueden facilitar mucho la tarea. Elige materiales de silicona médica, fáciles de limpiar y que tengan un extremo curvado. Recuerda que el tamaño no lo es todo, pero una leve curva ayuda a ejercer la presión adecuada.
El lubricante es un gran aliado. Todo fluye mejor si usas un buen gel a base de agua, que respete tu flora vaginal y evite molestias o microlesiones. No dudes en probar diferentes texturas o marcas hasta dar con la que más te guste.
Limpiar las manos, juguetes y el entorno antes y después de la exploración sexual es esencial para mantener la salud y evitar infecciones.
Posturas recomendadas para facilitar la localización
Ciertas posiciones pueden ayudar a localizar y estimular el punto G de forma más efectiva. En solitario, muchas mujeres prefieren estar tumbadas boca arriba, con una almohada bajo las caderas y las rodillas flexionadas.
En pareja, las posturas donde la penetración se produce con una inclinación hacia la parte superior de la vagina, como la mujer encima inclinándose hacia adelante o la postura de “perrito” con ángulo ascendente, suelen facilitar el contacto con el área del punto G.
Escucha tu cuerpo en cada postura, cambia de ángulo y velocidad si lo necesitas. No te presiones por sentir “lo que dicen los libros”, lo importante es tu placer y bienestar.
Explorar el punto G puede ser una experiencia divertida y reveladora, tanto sola como en pareja. No se trata de cumplir expectativas ni de alcanzar un tipo de orgasmo concreto, sino de aumentar el autoconocimiento, respetar las propias sensaciones y construir una sexualidad a tu medida.
Cada mujer es distinta y la diversidad de placer es infinita. No hay una única forma de sentir ni de disfrutar. La exploración informada, consciente y consensuada ayuda a soltar presiones y tabúes y potencia la autoestima sexual.
El punto G, más que un destino fijo, puede ser un estímulo más en el mapa del placer femenino. Dedica tiempo, experimenta y recuerda: tu cuerpo y tu placer son siempre válidos.