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Si vas a viajar ten en cuenta estos países europeos con servicios sanitarios limitados

La desigualdad en la asistencia sanitaria en Europa es una preocupación que nadie puede ignorar, porque cada día aumenta el número de personas que no recibe atención médica cuando la necesita. Los datos de la Unión Europea muestran una media de casi 4% de la población con necesidades médicas insatisfechas en 2023, pero en algunos países ese número se dispara por encima del 10%.

Mientras que en Alemania y Países Bajos menos del 1% de la población quedó sin cubrir sus necesidades médicas en el último año, en Estonia la cifra pasa del 18% y en Chipre ronda el 12%. Los datos, recopilados por la Comisión Europea y encuestas nacionales de salud, muestran que la media de la Unión Europea está cercana al 4%, pero hay picos que sobresalen y deben preocupar tanto a gobiernos como a médicos y pacientes.

Encontramos además una gran disparidad al comparar países del norte y del sur, o del este y del oeste del continente. Las razones son complejas y varían según la combinación de recursos disponibles, historia, decisiones políticas y capacidad económica. Lo importante es que estas diferencias no solo están entre países, sino incluso dentro de un mismo Estado.

¿Qué países enfrentan mayores dificultades?

Estonia se sitúa a la cabeza de las dificultades para recibir atención médica oportuna. Sus largas listas de espera y la falta de profesionales de la salud explican en parte sus cifras. Grecia y Albania muestran también porcentajes elevados de personas que reportan necesidades no cubiertas, principalmente por barreras económicas y recortes en gasto público desde la última crisis financiera.

Sorprende también el caso de Finlandia y otros países nórdicos, tradicionalmente asociados con alto bienestar, que pese a sus buenos indicadores económicos, hoy sufren listas de espera largas que impiden a parte de la población acceder a médicos especialistas en plazos razonables. Frente a estos casos, encontramos países como Alemania y Países Bajos, con sistemas mucho más ágiles, menor presión sobre su red sanitaria y menos personas sin atención.

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Desigualdades territoriales dentro de los países

No hace falta cruzar fronteras para ver diferencias. Por ejemplo, en España, la autonomía de las regiones hace que la sanidad que recibe una persona en Madrid no siempre sea igual a la de Andalucía o Galicia. El presupuesto, la gestión de recursos, la contratación de personal y hasta la implantación de sistemas de cita previa varían, y esto acaba afectando tanto la equidad como la calidad de los servicios.

Las disparidades regionales se sienten en las listas de espera, en la distancia hasta el centro de salud más cercano y hasta en la facilidad para acceder a pruebas o tratamientos avanzados. Esta fragmentación convierte el acceso a la sanidad en otro factor más de desigualdad social dentro de cada país.

Principales causas de las dificultades en la asistencia sanitaria

Existen causas sistémicas, personales y hasta culturales que explican por qué millones de europeos aún no reciben la atención que necesitan cuando la necesitan.

En lugares como Estonia y Finlandia, las listas de espera para consultas con especialistas o intervenciones quirúrgicas son una de las mayores fuentes de frustración. De la misma forma, la falta de médicos o la mala distribución de recursos hacen que una cita pueda tardar meses, lo que agrava problemas menores y hace que enfermedades se vuelvan crónicas o requieran tratamientos más costosos después.

En países como Grecia y Albania, la principal traba es el coste de la atención. Los ingresos familiares no siempre alcanzan para cubrir gastos de medicamentos, tratamientos privados o copagos, lo que obliga a muchas familias a renunciar a recibir cuidados fundamentales, creando un círculo vicioso donde la pobreza y la enfermedad se refuerzan mutuamente.

La desigualdad socioeconómica en el acceso a la asistencia sanitaria

El nivel de ingresos y la pertenencia a grupos vulnerables marca la diferencia entre recibir o no atención médica. En Grecia, las personas con menos recursos enfrentan una tasa de necesidades médicas insatisfechas cuatro veces mayor que las de renta alta. En Francia, aunque el sistema es más universal, quienes viven en barrios pobres o pertenecen a minorías también ven más barreras para acceder a especialistas o tratamientos de calidad.

Esta brecha entre ricos y pobres se convierte en una cuestión de salud pública, ya que afecta la esperanza de vida y la calidad de vida a largo plazo. Por esa razón, la equidad sanitaria es todavía una meta lejana mientras la pobreza y la exclusión sigan siendo realidades cotidianas.

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