Un niño de 13 años mata a su compañero de clase, lo descuartiza y se come el cadáver por curiosidad

Según la investigación policial, el caso ocurrió en Ismailia, Egipto. Youssef de 13 años confesó a las autoridades que mató a su compañero Mohamed AM. La policía reportó que halló restos en distintos puntos de la ciudad. La frase atribuida al menor sobre el “sabor”, repetida por varios medios, se menciona con cautela. Existe detalles en disputa que todavía requieren verificación.
Las autoridades detuvieron al adolescente y ordenaron evaluación psicológica y pruebas toxicológicas. Además, el menor fue trasladado a un centro de menores, donde sigue internado mientras avanza la investigación. Forenses trabajan con la fiscalía para fijar tiempos y causas a partir de pruebas técnicas. No hay datos oficiales sobre un proceso judicial más allá de lo instruido hasta ahora.
Hechos confirmados y línea de tiempo básica
El suceso ocurrió en octubre de 2025 en Ismailia, donde el menor confesó su participación y la policía reportó indicios en varios puntos de la ciudad. La información citada deriva de la investigación oficial y de comunicados de las autoridades. No se incluyen descripciones, por respeto a la víctima y por ser un caso con menores.
El adolescente permanece bajo custodia en una institución de menores, donde se le realizan pruebas forenses, evaluaciones psicológicas y toxicológicas. Hasta ahora no hay novedades públicas más allá de la investigación en curso. Dado que son menores, se prioriza la privacidad y el respeto en el manejo de datos.
Causas posibles y factores de riesgo
No hay una causa única que explique un hecho tan grave. El menor dijo inspirarse en videojuegos y películas violentas. La ciencia indica que ese consumo puede asociarse con más agresividad en ciertos contextos, pero no predice de forma automática delitos extremos. Por esa razón, es clave mirar el conjunto y no culpar a un solo elemento.
Por otro lado, los factores de riesgo suelen actuar en combinación y pueden incluir impulsividad marcada, desensibilización al dolor ajeno, trastornos no diagnosticados, experiencias adversas en casa o en la escuela y falta de supervisión. También importan la exposición crónica a contenidos violentos, el aislamiento social y la baja tolerancia a la frustración. Las señalizaciones son pistas, no sentencias. Por eso la evaluación psicológica temprana ayuda a identificar riesgos y orientar el cuidado. La prevención nace del acompañamiento sostenido, el vínculo confiable y límites claros, más que de una sola medida.
Señales de alerta en adolescentes y cuándo buscar ayuda profesional
El aislamiento emocional persistente, discursos de odio, crueldad con animales, fascinación extrema por la violencia, cambios bruscos de conducta o pérdida de empatía requieren atención. Pedir ayuda en salud mental no estigmatiza, ya que es un paso de cuidado. Cuanto antes se interviene, mejor pronóstico hay para la familia y el menor.
Asimismo, una evaluación psicológica permite entender el estado mental, las habilidades de autocontrol y los riesgos. Con ese diagnóstico se define un plan de intervención, seguimiento y apoyo. La protección de menores exige supervisión, contención y acceso a tratamiento. El foco debe estar en la seguridad y en la recuperación del tejido social.
Prevención práctica y responsabilidad compartida
La prevención empieza en casa con diálogo abierto y límites que se cumplen. Ayuda hablar sobre lo que los hijos ven y juegan, enseñar a regular el tiempo de pantalla y acordar horarios saludables. En la escuela, la educación emocional y los protocolos de detección temprana mejoran la respuesta. Si hay señales, se deriva a orientación y a salud mental con rapidez y sin juicios. Las plataformas tienen su parte, con controles de edad más sólidos, moderación efectiva y etiquetas claras que permitan a los adultos decidir. Ningún actor puede hacerlo solo. La prevención real se logra cuando todos miran el mismo objetivo y trabajan con transparencia.
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