Una abuela se hace pasar por prostituta para salvar a su nieta de una red de trata de personas

El dolor y la urgencia pueden llevar a personas comunes a tomar decisiones extraordinarias. Ese fue el caso de Fabiana, una abuela de Argentina que, armada solo con valentía y amor, se hizo pasar por prostituta para rescatar a su nieta de una red de trata sexual. Su historia no solo conmueve, también despierta nuevas preguntas sobre el rol de las familias, la debilidad de las instituciones, y cómo enfrentar el flagelo de la trata de personas.
Secuestro y pesadilla
A comienzos de 2025, la nieta de Fabiana, una adolescente de 17 años, fue engañada a través de Marketplace. Una supuesta conocida la citó y, tras ponerle un algodón impregnado con droga en la boca, la secuestró. La joven terminó encerrada en un departamento precario de Mar del Plata, sometida a explotación sexual, drogada de manera constante, controlada por celulares, y tratada como mercancía. Durante casi un mes, su familia vivió la angustia de la búsqueda, mientras la policía avanzaba lento y los días pasaban llenos de incertidumbre.
La investigación policial, aunque se activó pronto, chocó con la falta de pruebas y la rapidez de los captores. Fabiana, lejos de resignarse, tomó las riendas. Sin confiar en el tiempo de la justicia, se animó a buscar a su nieta usando una estrategia inesperada.
La jugada que cambió todo
Fabiana decidió cambiar su perfil en redes sociales para parecer alguien vulnerable. Así, logró comunicarse con los captadores y obtener pistas sobre la localización de la adolescente. Este movimiento fue arriesgado, pero sabía que estaba entrando en terreno hostil y peligroso, pero eligió avanzar igual.
Tras 21 días, la abuela detectó el lugar exacto del cautiverio. Junto a su hermano y la policía, irrumpió en el departamento sobre la avenida Libertad. La escena era atroz: su nieta apareció drogada, semidesnuda, evidentemente explotada y quebrada. El rescate fue inmediato, pero las secuelas y el miedo apenas comenzaban.

La investigación reveló a Gabriel Sánchez, de 30 años, como cabecilla de la operación, que usaba el departamento tomado, rodeado de vecinos indiferentes, como base para explotar a menores y adultas. La policía identificó celulares y pruebas digitales, que confirmaron el uso de drogas pesadas, la venta sistemática de chicas por encuentros de 14 euros, y la existencia de otros cómplices en el edificio.
Mar del Plata registra dos denuncias por trata al mes, y el edificio donde hallaron a la chica siempre tuvo fama de sitio tomado y peligroso, base de delitos desde hace décadas.
¿Por qué las víctimas siguen sin protección real?
Tras el rescate, la nieta de Fabiana recibió ayuda psicológica y legal. La experiencia, sin embargo, dejó a ambas en un estado de vulnerabilidad extrema. La abuela sigue luchando no solo contra el dolor, sino contra la falta de recursos para asegurar a su nieta una vida segura y digna. La economía, el trauma, el miedo a la venganza, y la desconfianza institucional complican la recuperación.
La historia de Fabiana es espejo de un país y un sistema que, muchas veces, abandona a los suyos. Pero también muestra que el amor de una abuela puede ser más fuerte que las redes del crimen.
