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Salud

5 cosas que una nutricionista recomienda antes de empezar a tomar suplementos alimenticios

Los suplementos alimenticios invaden las redes sociales, las estanterías de farmacias y los anuncios online, presentándose como aliados infalibles para la salud y el bienestar. Muchas personas los ven como atajos para solucionar problemas modernos: falta de energía, defensas bajas o dificultades para dormir. Sin embargo, aunque el mercado prometa maravillas, la diferencia entre la ciencia y la publicidad es esencial antes de tomar cualquier decisión.

Antes de pensar en suplementos: la dieta como base

La verdadera fuente de salud está en los alimentos completos y variados. Los alimentos naturales ofrecen mucho más que vitaminas aisladas: contienen minerales, fibra, proteínas y compuestos beneficiosos que trabajan juntos en el cuerpo de manera que los suplementos no pueden imitar. Por ejemplo, el pescado graso como el salmón no solo otorga omega-3, sino también vitamina D, selenio y proteínas; comerlo aporta diferentes nutrientes que se complementan entre sí.

La mayor parte de las personas obtiene los nutrientes que necesita llevando una dieta equilibrada y rica en alimentos frescos, integrales y variados. Los suplementos, según normas internacionales, están diseñados para corregir carencias comprobadas, mantener una ingesta adecuada en situaciones especiales o apoyar funciones fisiológicas concretas. No son una alternativa para una alimentación deficiente.

Hay casos donde sí resultan imprescindibles: el ácido fólico es fundamental antes y durante el embarazo para prevenir malformaciones del feto, la vitamina D se recomienda en regiones y estaciones con poca exposición solar, y la B12 es esencial para quienes no consumen productos animales. Más allá de estas situaciones probadas, gastar dinero en suplementos no mejora la salud si la dieta ya es adecuada.

Riesgos invisibles y el impacto del exceso

El riesgo de excederse con suplementos es mucho mayor que con los alimentos. Mientras que el cuerpo regula naturalmente cuánta vitamina o mineral absorbe de la comida, es fácil sobrepasar los límites seguros con pastillas, polvos o gomitas, sobre todo si se consumen durante meses o años sin seguimiento profesional.

Las vitaminas liposolubles (A, D, E, K) se acumulan en el cuerpo y los excesos pueden provocar problemas graves. Una dosis alta de vitamina D puede acumular calcio y dañar riñones y corazón. Demasiada vitamina A puede afectar el hígado, incrementar el riesgo de defectos congénitos si se consume en el embarazo y debilitar los huesos. Incluso con vitaminas hidrosolubles, como la B6, el exceso sostenido puede dañar los nervios.

Muchos ignoran estos riesgos porque no miden sus niveles en sangre ni siguen recomendaciones basadas en análisis. El uso prolongado sin supervisión multiplica las probabilidades de efectos adversos, y los síntomas pueden aparecer solo cuando el daño ya ha ocurrido. Por eso, los exámenes médicos y el acompañamiento profesional son indispensables antes de prolongar cualquier régimen con suplementos.

Foto Freepik

Publicidad engañosa, consejos dudosos y la importancia de la consulta profesional

La industria de los suplementos responde a intereses comerciales, invirtiendo millones en publicidad y creando un lenguaje que seduce más que informa. Palabras como “natural”, “reforzador de defensas” o “detoxificante” suenan confiables, pero en realidad carecen de definición científica y buscan convencer, no educar.

El auge de los influenciadores y esquemas multinivel agrava el problema. Muchos vendedores carecen de formación en salud y se apoyan en testimonios personales, promoviendo productos con promesas que la ciencia no respalda. El control regulatorio es débil, ya que la legislación suele centrarse en la calidad del etiquetado y no en la eficacia ni inocuidad real del producto.

La realidad es que ningún suplemento debería ser iniciado sin orientación de un profesional calificado. Las interacciones con medicamentos, como la interferencia de la vitamina K con anticoagulantes, la hierba de San Juan con antidepresivos o el hierro con antibióticos, pueden poner en riesgo la salud. En el embarazo, la lactancia y ante patologías previas, los cuidados deben ser aún más estrictos, ya que hay nutrientes o dosis peligrosas en estas situaciones.

Pedir consejo a un médico, farmaceuta o nutricionista es la garantía más sólida para elegir solo lo necesario y evitar efectos no deseados. Ninguna fama en redes justifica poner en riesgo el bienestar por moda. Las recomendaciones de profesionales son personalizadas, consideran necesidades individuales y se apoyan en lo que realmente se sabe a partir de la evidencia.

Elegir cómo cuidar la salud debe basarse en información clara y contrastada, evitando atajos que prometen mucho y aseguran poco. La prioridad siempre debe ser una alimentación sana y variada, recurriendo a suplementos solo en los casos comprobados y con respaldo profesional. Desconfiar de anuncios milagrosos y buscar siempre el consejo de especialistas es la mejor inversión para la salud a largo plazo.

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