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Salud

6 consejos para evitar una infección vaginal por hongos

Las infecciones vaginales por hongos afectan a tres de cada cuatro mujeres en algún momento de su vida. Causadas primordialmente por la levadura Candida albicans, estas infecciones destacan no solo por su frecuencia, sino también por el impacto en la calidad de vida de quienes las padecen. Entre los factores que pueden provocar un desequilibrio y fomentar el crecimiento de hongos se encuentran el uso de antibióticos, cambios hormonales, un mal control glucémico y la elección de productos higiénicos inadecuados.

Hábitos de higiene que ayudan a prevenir la infección vaginal por hongos

El exceso de limpieza no beneficia a la salud vaginal. Usar jabones perfumados o aerosoles íntimos modifica el ambiente natural de la vagina y puede destruir bacterias sanas responsables de bloquear el crecimiento de hongos. Es recomendable preferir solo agua tibia para lavar la zona genital, junto con jabones neutros cuando se requiera. Evitar duchas vaginales, desodorantes y productos con químicos intensos reduce el riesgo de alterar el pH y desbalancear la microbiota local.

Secar la zona íntima con una toalla limpia tras el aseo o el baño ayuda a no dejar la piel húmeda. La humedad favorece el ambiente que buscan los hongos para multiplicarse. Si existe sudoración intensa, después de practicar deporte o tras nadar, es prioritario cambiar cualquier prenda mojada lo antes posible. No mantener la ropa interior húmeda es uno de los pasos básicos para alejar a la Candida y otras levaduras problemáticas.

En mujeres que optan por protector diario o toallas, debe priorizarse la higiene: cambiarlos al menos tres veces en el día y nunca dormir con ellos favorece la ventilación y evita la acumulación de humedad que tanto buscan los hongos.

Elecciones en la ropa y el cuidado diario para reducir el riesgo

El material de la ropa influye de manera directa en la salud vaginal. Las prendas ajustadas o hechas con fibras sintéticas tienden a atrapar calor y humedad, condiciones óptimas para el desarrollo de hongos. Por ello, incluir en la rutina diaria ropa interior de algodón es una de las alternativas más simples y eficaces para mejorar la transpiración y reducir los episodios de infección.

Al elegir la ropa después del baño o del ejercicio, es fundamental vestirse sólo cuando la piel esté bien seca y limpia. Evitar el uso prolongado de ropa deportiva o trajes de baño mojados ayuda a que la zona genital se conserve libre de humedad. Incluso pequeños descuidos, como dejarse puestos pantalones o leggins húmedos tras la piscina, pueden incrementar el riesgo.

Otro aspecto relevante es no abusar de los protectores diarios salvo en los días cercanos a la menstruación y siempre bajo condiciones de higiene. Estos productos, si se usan por tiempos prolongados, impiden la correcta transpiración de la piel y pueden provocar irritaciones además de favorecer el crecimiento de hongos.

Durante la menstruación, se aconseja cambiar tampones y toallas higiénicas con frecuencia, idealmente cada cuatro horas. No prolongar su uso evita la acumulación de sangre, humedad y restos celulares, condiciones aprovechadas por cualquier tipo de hongo. Elecciones cotidianas como estas marcan la diferencia en la prevención.

Foto Freepik

Cuándo pedir orientación médica y otros factores de prevención

La presencia de síntomas como picazón persistente, ardor, enrojecimiento, flujo espeso similar al queso cottage y molestias al orinar requieren atención especial. También el dolor durante las relaciones sexuales puede indicar una infección activa. Aunque la tentación por automedicarse es común, lo acertado es acudir al médico o ginecólogo para confirmar el diagnóstico. Un tratamiento inadecuado o incompleto puede agravar la situación y propiciar episodios recurrentes.

Algunos factores aumentan el riesgo de que las infecciones sean más persistentes o graves. El uso prolongado de antibióticos, la diabetes mal controlada, el embarazo y los tratamientos hormonales pueden romper el equilibrio natural y debilitar las defensas locales. Mantener valores glucémicos estables, usar antibióticos solo cuando sean recetados y bajo supervisión, así como fortalecer la inmunidad ayudan a disminuir el riesgo.

Sumar alimentos fermentados ricos en probióticos o suplementos específicos favorece la presencia de bacterias beneficiosas como el Lactobacillus, encargado de proteger la flora vaginal. Para embarazadas, el monitoreo debe ser más riguroso, ya que los cambios hormonales pueden incrementar la susceptibilidad a infecciones.

La atención temprana, la prevención activa y el respeto por el equilibrio natural de la zona íntima marcan la diferencia. Los tratamientos deben completarse siempre conforme a la indicación médica para minimizar recaídas y evitar complicaciones. Algunos tipos de Candida pueden volverse resistentes, por lo que saltarse las pautas recomendadas puede representar un peligro mayor, tanto para la salud individual como para la salud pública.

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