6 errores típicos al ahorrar electricidad que pueden salirte caros

Actualmente la luz sigue presionando el bolsillo. Los precios varían a lo largo del día y en muchos hogares se repiten hábitos que parecen inofensivos, pero suben la factura sin que nadie se dé cuenta. Algunos consejos populares son mitos que nacieron con tecnologías de otra época y hoy ya no aplican.
Errores en el uso diario de los aparatos que inflan la factura
El día a día esconde fugas pequeñas que, sumadas, se notan al final del mes. Ese consumo que no se ve, pero corre, se conoce como consumo fantasma. Ocurre cuando un aparato está en standby, cuando un cargador sigue enchufado sin cargar o cuando una luz queda encendida sin necesidad. Atacarlo es como cerrar un grifo que gotea todo el día.
Hoy conviene mirar el reloj. Las nuevas franjas con precios actualizados cada quince minutos cambian el juego, y las tardes suelen ser baratas, sobre todo entre las 15:00 y las 17:00. Organizar lavados y secados en esas horas reduce el coste sin renunciar a nada. La noche y la primera hora de la mañana tienden a ser caras, por eso vale programar y concentrar usos cuando el precio cae.
También importa cómo se usa cada equipo. Las regletas con interruptor cortan la corriente por completo y evitan el goteo en reposo. Las LED modernas permiten apagar sin miedo a que el encendido cueste más. Las lavadoras y lavavajillas rinden mejor cuando van llenos, y los programas ECO recortan el gasto al trabajar con menos temperatura y más tiempo. Son ajustes que no cambian la rutina, solo la afinan.
Dejar equipos en modo espera en lugar de apagarlos por completo
Televisores, consolas, microondas con reloj y altavoces inteligentes consumen en standby. Puede parecer poco, pero todo el año suma varios puntos porcentuales de la factura. Dejar una línea roja encendida es como dejar el coche al ralentí en el garaje, sigue quemando.
La solución es sencilla. Usar regletas con interruptor y apagar al 100% antes de dormir o salir. Para equipos que necesitan conexión estable, como el router, se puede programar una pausa nocturna si no se usan. Mejor aún si se agrupan varios dispositivos en una misma regleta para cortar de una vez.
Mantener luces encendidas por miedo a gastar al encender
Con LED el viejo mito no se sostiene. Apagar siempre que se sale de una habitación ahorra. El encendido no dispara el gasto con bombillas modernas, a diferencia de las antiguas de bajo consumo que sufrían con el ciclo de encendido.
Hay atajos que ayudan. Instalar sensores en pasillos o baños, o transformar el hábito en un gesto automático al cruzar la puerta. Cambiar a LED en todas las estancias es la base. La luz más barata sigue siendo la que no se enciende.
Usar lavadora y lavavajillas a media carga o con temperaturas altas
Poner media carga no recorta a la mitad. Se consume casi lo mismo y se rinde menos. Lo ideal es llenar bien, sin sobrecargar, y elegir programas ECO o temperaturas bajas. Tardan más, pero calientan menos el agua y consumen menos energía.
Las manchas diarias salen con 30 o 40 grados si se usa buen detergente y el programa correcto. En el lavavajillas, el ECO limpia bien si se raspa antes la suciedad gruesa. Son rutinas que suman ahorro sin perder calidad de lavado.
Dejar cargadores enchufados sin el dispositivo
Cada cargador consume poco en vacío, pero varios en casa sí suman. La cocina, el salón y los dormitorios pueden albergar un enjambre silencioso de transformadores, siempre tibios y siempre tirando de la red.
Conviene desenchufar o usar regletas con interruptor para cortar el consumo en vacío. Los cargadores con puerto múltiple ayudan a ordenar y facilitan desconectar de golpe. Una revisión rápida cada noche evita que el goteo siga hasta la mañana.

Errores al configurar la casa y al comprar que salen caros
No todo el ahorro está en el gesto diario. Las decisiones de contrato, horarios y compra de equipos pesan tanto como encender o apagar. Tocar la potencia contratada, aprovechar horas valle y elegir aparatos eficientes recorta la parte fija y la variable de la factura. Ajustar estos tres frentes pone orden y controla el gasto.
A día de hoy los precios muestran valles claros por la tarde. La noche y el arranque del día se encarecen. Programar usos en tramos baratos y agrupar tareas hace que la misma energía cueste menos. Si además se recorta la potencia fija, el ahorro se nota todos los meses, incluso sin cambiar hábitos.
No ajustar la potencia contratada y pagar de más cada mes
La potencia contratada es el peaje fijo. Se paga siempre, se use o no. Muchas viviendas tienen un tramo por encima de su necesidad real y acaban regalando dinero cada factura. Lo correcto es revisar los picos reales de uso y bajar un escalón si hay margen.
Pedir a la comercializadora un histórico de consumo ayuda a decidir. Si nunca saltan los plomos con varios equipos a la vez, probablemente hay margen. Un ajuste prudente reduce el fijo sin afectar el confort.
Ignorar horarios y usar electrodomésticos en horas punta
Con tarifas por tramos, usar lavadora, horno o aire en horas punta encarece el día. El precio más bajo suele concentrarse por la tarde. Aprovechar ese hueco y programar lavados o secados tiene impacto directo en el bolsillo.
Agrupar tareas multiplica el efecto. Hornear dos recetas en la misma sesión o planchar tras la lavadora, en el mismo tramo barato, baja el coste por actividad. Planificar no complica la vida, solo la hace más barata.
Comprar por precio y no por etiqueta energética
Un equipo barato y poco eficiente sale caro con el tiempo. La etiqueta importa porque define cuánta energía gastará cada día de su vida útil. Buscar clases A o B cuando sea posible paga el sobreprecio con ahorro mes a mes.
El frigorífico, el aire acondicionado y la lavadora marcan la diferencia. Son equipos que trabajan muchas horas al año. Calcular el coste total de propiedad, compra más consumo, da claridad. La oferta más barata en tienda no siempre es la mejor compra en diez años.
Olvidar mantenimiento: gomas, filtros y escarcha
Un frigorífico con goma dañada o escarcha interna consume más para lograr lo mismo. Mantener el congelador en −18 °C es suficiente para conservar bien. Bajar más no mejora nada y sí aumenta el gasto. Abrir poco tiempo y descongelar si hay hielo devuelve la eficiencia.
Los filtros del aire acondicionado también cuentan. Un filtro sucio obliga al equipo a trabajar de más. Limpiarlos según el manual es una acción barata que se traduce en menos kilovatios y mejor aire.
Mitos que confunden y suben el consumo eléctrico
Algunos hábitos vienen de épocas con otras tecnologías. Otros nacen de gestos cómodos que se volvieron costumbre. Corregirlos no exige grandes cambios, solo una mirada fresca y algunos ajustes simples que cortan consumo sin perder confort.
La cocina es un buen ejemplo. El horno no necesita siempre el mismo protocolo. También lo es el congelador, que no protege mejor por bajar la rueda al mínimo. Y en el hogar conectado, el router y la computadora tienen su propio plan de ahorro.
Precalentar siempre el horno
No siempre hace falta precalentar. En platos de diario, gratinados o asados sencillos, el resultado es bueno si se introduce la bandeja en frío. Hay excepciones claras como el hojaldre o la repostería delicada, donde la estructura pide temperatura inicial estable.
Conviene revisar el manual del horno para ver modos eficientes y aprovechar el calor residual. Apagar unos minutos antes del final y dejar que el calor remanente termine la cocción ahorra sin afectar el punto.
Bajar al mínimo la temperatura del congelador para conservar mejor
El estándar es −18 °C. Mantiene la seguridad alimentaria y no hace falta más. Bajar por debajo no mejora la conservación y sí aumenta el consumo de forma constante.
Cuidar el sellado de la puerta y evitar aperturas largas también ayuda. Si entra aire caliente, el equipo debe trabajar de más para volver al punto. Ordenar por categorías reduce el tiempo con la puerta abierta y facilita encontrar todo a la primera.
Creer que router y computadora apenas gastan
El router consume de forma continua todo el año. Puede parecer poco por hora, pero al final pesa. Activar modos de ahorro nocturno o programarlo para descansar cuando la casa duerme recorta gasto sin perder servicio.
En la computadora, usar suspensión cuando no se usa por horas evita consumo innecesario. Reducir el brillo y cerrar apps pesadas también suma. Son ajustes rápidos que se convierten en ahorro sostenido.
En menos de una hora se pueden aplicar tres movimientos con efecto real: cortar el standby con regletas y apagar por completo antes de dormir, activar programas ECO y programar lavados en horas valle por la tarde, y revisar la potencia contratada para bajar un tramo si es viable. Invita a medir el resultado durante una semana y comparar la factura del mes siguiente para comprobar el ahorro conseguido.