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Sexo y relaciones

6 posiciones para estimular el punto G

Hablar del punto G es hablar de una de las zonas erógenas femeninas más conocidas y buscadas dentro de la intimidad. Se encuentra a unos cinco u ocho centímetros dentro de la vagina, justo en la pared frontal. Muchas parejas sienten curiosidad por estimular este lugar, pero pocos saben que el verdadero placer casi siempre combina el contacto del punto G y el clítoris. La anatomía de cada cuerpo es distinta y la clave para una experiencia satisfactoria está tanto en la curiosidad como en la comunicación profunda en pareja.

¿Por qué es importante la estimulación del punto G?

La base de una vida sexual sana es conocerse. Cuando se habla del punto G, se habla de una posibilidad real de amplificar el placer para muchas mujeres. La estimulación de esta zona puede facilitar orgasmos intensos y diferentes, ya que es una parte del cuerpo muy sensible. A pesar de que los estudios muestran que solo cerca del 30% de las mujeres llegan al clímax solo con penetración vaginal, elegir las posturas adecuadas puede transformar la experiencia. Explorar el vínculo entre el punto G y el clítoris permite sentir nuevos matices. Las parejas abiertas al diálogo y a la prueba de nuevas posiciones logran descubrir sensaciones que desafían las expectativas y rompen la rutina.

Seis posiciones para estimular el punto G

La creatividad en la intimidad permite descubrir las mejores sensaciones. Algunas posturas clásicas y otras más novedosas pueden revolucionar las relaciones. La posición conocida como el perrito (penetración desde atrás, con la mujer apoyada en manos y rodillas) facilita una profundidad y un ángulo precisos que suelen presionar el punto G de manera muy efectiva. Si ambas personas experimentan con la inclinación del cuerpo, esta postura puede intensificarse aún más. La estimulación simultánea del clítoris convierte el placer en algo aún más potente.

En la postura de la amazona, la mujer se coloca encima del hombre, tomando el control del ritmo y el ángulo de penetración. Esta postura, además de permitir que ella se mueva a su propio ritmo, le ofrece la oportunidad de buscar el punto exacto donde la presión sobre el punto G es mayor. Variar la abertura de las piernas o la dirección de la pelvis puede marcar la diferencia.

El ventilador es una variante creativa: la mujer está tumbada boca arriba con las piernas bien abiertas y el hombre la penetra desde una posición lateral. Así se favorece una penetración lateral con movimientos lentos y profundos. Esta postura permite el contacto visual, el uso de las manos y una exploración cómoda de los puntos internos más sensibles.

Otra opción sensual y cercana es la flor de loto. Aquí, el hombre se sienta con las piernas cruzadas mientras la mujer se sienta encima, enfrentándolo y abrazándolo. Así ambos pueden moverse en armonía, con su pelvis tocando de forma precisa la pared frontal vaginal, donde está el punto G. El contacto íntimo favorece el vínculo emocional, intensificando el placer.

Acostados de lado, ambos pueden disfrutar de una penetración suave y controlada. La flexibilidad de esta postura la hace ideal para largas sesiones o para quienes buscan un ritmo tranquilo. Pequeños cambios de ángulo con las caderas bastan para centrar la presión sobre el punto deseado. Además, deja una mano libre para estimular el clítoris o acariciar el cuerpo.

Por último, la dulzura oriental combina relajación y delicadeza. La mujer se recuesta boca arriba y abre las piernas mientras el hombre la eleva suavemente para facilitar la penetración. Esta postura permite a ella relajarse casi por completo mientras él puede ajustar movimientos y presión hasta encontrar el mejor punto. Es adaptable a parejas de distintas alturas y, si lo desean, también puede ser realizada entre mujeres utilizando un arnés adecuado.

Al acompañar cualquiera de estas posiciones con caricias en el clítoris o diálogos abiertos sobre lo que se siente bien, la experiencia se vuelve más rica y gratificante. Adaptar las sugerencias a cada pareja, atendiendo a sus deseos y límites, contribuye a aumentar la satisfacción de ambos.

Foto Freepik

Consejos para disfrutar más la experiencia

Sacar el máximo provecho de la estimulación del punto G implica prestar atención al ritmo, el ángulo y la profundidad de los movimientos. Ajustar estas variables puede transformar completamente la experiencia. Un movimiento más lento ayuda a prolongar la sensación y encontrar el lugar exacto de mayor sensibilidad, mientras que un cambio de ángulo puede llevar a un placer desconocido. Usar lubricantes neutros siempre resulta positivo, ya que facilita la penetración y evita molestias sin afectar la sensibilidad.

La experimentación en pareja es casi tan importante como la técnica. Hablar y escuchar lo que cada uno siente promueve la confianza y elimina la presión. Los juguetes eróticos ofrecen opciones variadas para combinar la estimulación del punto G con la del clítoris, abriendo el abanico de posibilidades para ambos. Relajarse es fundamental, ya que un cuerpo en tensión responde peor y reduce la sensibilidad.

La comodidad y la higiene son cuestiones que acompañan a cualquier momento íntimo. Elegir un lugar tranquilo, sin interferencias, y cuidar los detalles básicos del entorno favorece que ambos se entreguen al momento. Lo más importante siempre será escuchar y respetar los propios límites, buscando juntos el equilibrio perfecto entre placer y bienestar. Mantener la mente abierta y el deseo de descubrir deja mucho margen para encontrar nuevas formas de disfrutar en pareja.

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