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Sexo y relaciones

8 posiciones sexuales simples pero increíblemente placenteras

El placer no tiene que ser complejo. Con unas cuantas posiciones simples, mucha comunicación y ajustes suaves, cualquier pareja puede disfrutar sin tensiones ni acrobacias.

Antes de empezar: comunicación, seguridad y comodidad

Preparar el cuerpo y la mente marca el tono del encuentro. Un acuerdo claro sobre consentimiento afirmativo, límites y gustos reduce la tensión y abre espacio al disfrute. Es útil hablar de ritmo, ángulo, profundidad y señales para parar o cambiar. Un sí activo, con palabras o gestos acordados, crea un marco de confianza. El cuerpo habla, y conviene escucharlo con calma.

La lubricación ayuda casi siempre. Un lubricante a base de agua cuida la mayoría de juguetes y preservativos, uno de silicona dura más y se mantiene sedoso. Elegir un inicio lento permite que músculos y tejidos se adapten. Las pausas sirven para hidratar, respirar y reajustar. Más deslizamiento suele traducirse en más comodidad y sensaciones intensas, con menos fricción y esfuerzo.

El entorno también suma. Una almohada bajo caderas, espalda baja o rodillas alivia presión y cuida articulaciones. Un sillón, la cama o una pared sólida pueden ser grandes aliados para apoyar manos y pies. Un calentamiento suave de caderas y espalda reduce la rigidez, aunque no es obligatorio. La higiene básica, los preservativos y las barreras orales, si aplican, cierran el círculo de cuidado y tranquilidad.

Consentimiento claro y señales del cuerpo

Pedir y dar consentimiento puede ser simple y amable. Frases como “¿así está bien?”, “más lento” o “paremos un momento” ayudan a ajustar sin romper la conexión. El dolor que alerta pide detenerse, el de borde tolerable suele ser presión intensa que se soluciona al cambiar posición o ángulo. Comentar ritmo, ángulo y profundidad en voz baja, o con toques en cadera y muslo, mantiene el flujo y la confianza.

Lubricación, ritmo y pausas para más placer

Aplicar lubricante al inicio y durante mantiene el deslizamiento y baja la fricción. Empezar con movimientos lentos da tiempo al cuerpo para expandirse. Las pausas cortas sirven para respirar, beber agua y cambiar el ángulo. Un poco más de lubricante suele sumar comodidad y elevar las sensaciones sin necesidad de más fuerza.

Apoyos, almohadas y cuidado de articulaciones

Una o dos almohadas bajo caderas, espalda baja o rodillas reparten la presión y relajan la zona lumbar. Usar sillón, cama o pared como soporte da estabilidad y reduce el esfuerzo. Si se desea, un calentamiento suave de caderas y espalda despierta la movilidad. Ninguna postura debe forzar articulaciones ni bloquear la respiración. Si algo molesta, se ajusta o se cambia.

4 posiciones simples para conexión íntima

Este grupo favorece el contacto visual, los abrazos y el control del ritmo con comodidad. Son fáciles de ajustar con almohadas y con variaciones de ángulo. También facilitan la estimulación externa del clítoris, el punto G o cualquier zona que agrade a la pareja. La cercanía importa, y aquí brilla.

Misionero con almohada bajo la cadera

La almohada bajo la cadera eleva el ángulo, reduce esfuerzo lumbar y mejora el roce interno. La postura permite contacto visual, manos enlazadas y un beso lento que sube la temperatura. Se puede alternar entre movimientos cortos y profundos y roces superficiales que despiertan nervios sutiles. Es sencillo estimular el clítoris con la mano o un vibrador pequeño sin perder el ritmo ni la conexión.

Cucharita ajustada para caricias y contacto

Ambas personas de lado, una detrás de la otra, logran máxima comodidad y relajación. Una almohada entre las rodillas alivia presión si hace falta. El ritmo puede ser lento y envolvente mientras una mano explora pecho, vientre o cuello. Cambiar el ángulo al elevar o bajar la pierna superior modifica la sensación interna y mantiene la suavidad del conjunto.

Flor de loto fácil en el sofá

Una persona se sienta con piernas cruzadas o semiabiertas y la otra se sienta encima, cara a cara. La cercanía es total y quien está arriba marca el ritmo con control. Apoyar los pies en el suelo o en el sofá protege las rodillas y mejora la base. Un suave mecer de pelvis, con presión alternada y balanceo, lleva a un vaivén que invita a abrazos y a sincronizar la respiración.

Cara a cara en silla estable

Con una silla firme, una persona se sienta y la otra se acomoda encima, mirando al frente. La postura ofrece control, contacto visual y manos libres para estimular el clítoris o el perineo. Apoyar las plantas en el suelo da estabilidad y cuida rodillas y tobillos. Mantener la espalda recta evita tensión cervical y permite cambios de ángulo con pequeños movimientos de cadera.

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4 posiciones fáciles para más control y orgasmos intensos

Estas posturas dan buena palanca y apoyo. Permiten cambiar ritmo, profundidad y ángulo con poco esfuerzo. Admiten ajustes de altura, cuidan rodillas, muñecas y espalda, y facilitan la estimulación del clítoris, el punto G o la próstata según preferencia. Son prácticas y se adaptan a cuerpos distintos.

Vaquera clásica con apoyo de manos

Quien está arriba controla ritmo y profundidad desde el inicio. Apoyar las manos en muslos o en la cama quita carga de las piernas y alarga el placer. Los movimientos en círculos y vaivén aumentan el roce externo y despiertan el clítoris. Inclinar el torso hacia adelante o atrás cambia el ángulo interno y ajusta la presión donde más se disfruta.

Perrito suave con pelvis alineada

Con apoyo en manos o antebrazos, la pelvis se mantiene alineada con la espalda para cuidar lumbares. Una almohada bajo el vientre eleva el canal y mejora la comodidad. Las entradas pueden ser poco profundas al inicio, con pausas para ajustar y evitar tirones. Una mano libre puede estimular el clítoris o el perineo, lo que añade capas de sensación sin perder control.

Al borde de la cama con ángulo cómodo

Una persona se tumba cerca del borde y la otra se coloca de pie o de rodillas. El ángulo suele ser muy favorable con poco esfuerzo y buena estabilidad. Una almohada bajo la cadera eleva el canal, reduce presión en espalda y facilita la entrada. Se puede jugar con ritmo y con el contacto de manos en muslos, caderas o abdomen para guiar y sostener.

De pie con apoyo en pared o mesa

Con manos en pared o mesa firme, la postura gana estabilidad y control. Separar un poco los pies y flexionar las rodillas protege articulaciones y favorece el empuje. Es una opción rápida que da sensación de control y permite cambios de altura usando calzado o una superficie elevada. Respirar de forma constante, con pequeñas pausas, ayuda a sostener la intensidad sin tensión.

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