Café o té, ¿Cuál es más beneficioso para nuestro organismo?

La eterna elección entre café y té sigue encontrando opiniones divididas en todo el mundo. Más allá de las preferencias de sabor, ambas bebidas ofrecen ventajas para la salud que han sido analizadas a fondo en estudios recientes. Entender cómo benefician al cuerpo ayuda a tomar una decisión informada según necesidades y estilos de vida.
Café: una dosis de energía y antioxidantes
El café se prepara a partir de granos tostados, ricos en cafeína, compuestos antioxidantes y minerales como el potasio y el manganeso. Su principal atractivo radica en el efecto estimulante inmediato sobre el sistema nervioso central, lo que eleva la vigilancia y la concentración en minutos. Esta propiedad lo convierte en el aliado preferido para muchas personas al comenzar el día.
Entre sus ventajas reconocidas, el café podría ayudar a reducir el riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades hepáticas y neurodegenerativas como el Parkinson. Diversos estudios relacionan su consumo con mejoras en la memoria a corto plazo y el rendimiento cognitivo. Además, el ácido clorogénico presente en sus granos protege las células frente al daño oxidativo y la inflamación.
No todo es positivo: su alto contenido de cafeína puede influir en el sueño, elevar la presión arterial y causar molestias digestivas, sobre todo en personas sensibles a sus efectos. Ajustar la cantidad diaria evita estos inconvenientes y permite disfrutar de sus cualidades.
Té: antioxidantes y bienestar prolongado
El té proviene de la planta Camellia sinensis y se presenta en variantes como el verde, negro, blanco y oolong. Cada tipo contiene compuestos bioactivos que contribuyen a una salud más robusta. El té verde destaca por su elevado contenido en catequinas, antioxidantes que protegen el sistema cardiovascular y ayudan a prevenir enfermedades crónicas.
Beber té aporta una sensación de calma y atención gracias a la presencia de L-teanina, un aminoácido único que reduce el nerviosismo sin provocar sueño. Esto resulta ideal para quienes buscan una dosis de energía más suave y duradera comparada con la del café.
El té negro contiene mayor cantidad de cafeína que el té verde, aunque sigue siendo inferior a la del café. Sus teaflavinas ayudan a disminuir el colesterol LDL y a mejorar la función de los vasos sanguíneos, factores relevantes para mantener una buena salud cardiovascular a largo plazo.

Café y té frente al estrés y la inflamación
El café y el té comparten un aporte significativo de antioxidantes, esenciales para combatir el desgaste celular causado por los radicales libres. La clave radica en los diferentes compuestos predominantes en cada infusión: mientras que el café es rico en ácido clorogénico, el té concentra polifenoles y catequinas.
Estos antioxidantes no solo protegen el sistema cardiovascular, sino que también podrían contribuir a reducir el riesgo de ciertos tipos de cáncer y enfermedades inflamatorias. El efecto antiinflamatorio del té ha mostrado ser especialmente útil en personas con presión arterial elevada o riesgo de síndrome metabólico.
Además, el té ofrece versiones descafeinadas como la manzanilla o la menta, ideales para quienes buscan relajarse sin estimulación. Estas infusiones sin cafeína no reemplazan al té tradicional, pero amplían el rango de opciones saludables en la dieta diaria.
Impacto en la función cerebral y el estado de ánimo
La cafeína del café actúa rápidamente, incrementando la atención y mejorando el estado de alerta. Esta propiedad es valiosa en jornadas intensas o al inicio del día, cuando se requiere máxima energía. Sin embargo, su consumo en exceso puede llevar al nerviosismo o insomnio, por lo que es vital moderar la ingesta.
El té se asocia a una estabilidad emocional mayor debido a la L-teanina, que promueve una sensación de tranquilidad sin bloquear la concentración. Esto resulta útil en contextos de estrés laboral o durante el estudio, donde una mente serena facilita resultados sostenibles a lo largo del día.
Salud a largo plazo: corazón y metabolismo
Diversos estudios confirman que tanto el café como el té, consumidos de forma regular y moderada, pueden asociarse a una mayor longevidad y mejor salud metabólica. El café ayuda a regular la sensibilidad a la insulina, influyendo en la reducción del riesgo de diabetes tipo 2. Su contenido antioxidante protege la función hepática y disminuye la inflamación crónica.
El té, especialmente en su variante verde, mantiene en equilibrio la presión arterial y ofrece beneficios claros sobre el colesterol. Sus catequinas y flavonoides protegen los vasos sanguíneos, fortaleciendo el corazón y estabilizando el sistema circulatorio. Ambas bebidas, cuando se disfrutan sin exceso de azúcar ni aditivos, forman parte de una dieta equilibrada.
Preferencias personales y estilo de vida
La elección entre café y té recae en gran medida sobre el gusto personal, la respuesta individual a la cafeína y objetivos específicos de salud. Aquellos que buscan un aumento rápido de energía pueden inclinarse por el café, mientras que quienes priorizan la relajación y el control del estrés hallarán en el té una opción atractiva.
Los expertos recomiendan observar la respuesta del organismo y ajustar el consumo según el rendimiento diario, la calidad del sueño y los posibles efectos secundarios. Aumentar la variedad en la rutina, alternando ambas bebidas, permite beneficiarse de las virtudes únicas que ofrecen sus compuestos activos.