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Se hizo la muerta para evitar que su hijo adolescente le quitara la vida

Una noche tranquila en un hogar puede transformarse en un escenario de horror cuando los problemas familiares y el desequilibrio emocional se combinan. Este es el caso vivido en Long Island, Nueva York, donde Vanessa Chendemi, de 36 años, sobrevivió a una brutal agresión fingiendo estar muerta, después de que su hijo adolescente, de solo 15 años, la apuñalara e hiriera fatalmente a la abuela. Este hecho no solo estremeció a la comunidad local, sino que destapó temas urgentes sobre la salud mental juvenil y la prevención de la violencia intrafamiliar.

Un conflicto doméstico llevado al extremo

Todo comenzó con lo que parece un problema cotidiano: un adolescente que faltaba a clases y una madre preocupada que decidió aplicar una consecuencia. La abuela sugirió quitarle la computadora; el joven, desencadenando su furia, tomó un cuchillo y atacó primero a su abuela, causándole la muerte tras más de 35 heridas. Después la emprendió contra su madre, quien cayó al suelo y tuvo que fingir estar muerta para sobrevivir.

El ataque fue resultado de una discusión por disciplina, pero arrojó luz sobre factores más profundos y peligrosos en la convivencia familiar. El fácil acceso a armas blancas y la incapacidad del adolescente para gestionar la frustración dejan entrever la fragilidad emocional y la falta de canales para resolver conflictos de manera sana.

Cada año se registran centenares de incidentes relacionados con violencia doméstica, donde padres, hijos, parejas e incluso abuelos terminan siendo víctimas. Los desencadenantes a menudo son castigos o restricciones, como la retirada de dispositivos electrónicos, que para muchos jóvenes representan su principal vía de escape, socialización e identidad.

Sin embargo, la violencia rara vez tiene una sola causa: la salud mental juega un papel central. Cambios bruscos de humor, aislamiento, autolesiones y estallidos de ira suelen ser señales que no pueden ignorarse. En este caso, el desenlace fatal fue la consecuencia de muchas señales de alerta que no se atendieron a tiempo.

Heridas más allá de lo físico

El daño trasciende las lesiones visibles. Los expertos señalan que el trauma emocional en las familias afectadas puede ser tan devastador como las heridas físicas, generando capas de dolor, culpa y miedo difíciles de sanar. Un ambiente sin comunicación ni apoyo emocional adecuado facilita el deterioro de los lazos familiares. Cuando los jóvenes no encuentran canales para expresar malestar, la violencia se convierte en un lenguaje lamentablemente común.

Además, el acceso sin control a armas, tanto blancas como de fuego, multiplica el riesgo de tragedias. Estudios recientes muestran que la presencia de armas en el hogar duplica el riesgo de suicidio y homicidio juvenil. La combinación de impulsividad adolescente, emociones intensas y medios letales crea un cóctel peligrosísimo.

El chico de 15 años presuntamente apuñaló a su madre y apuñaló mortalmente a su abuela en una casa de Selden, en el condado de Suffolk. Cortesía

El papel central de la salud mental en adolescentes

Los especialistas advierten que la salud mental en adolescentes requiere vigilancia, empatía y acción inmediata. La depresión, la ansiedad y otros trastornos son más frecuentes de lo que muchos admiten, y el estigma aún frena la búsqueda de ayuda. En Estados Unidos, la segunda causa de muerte entre menores de edad es el suicidio, y los intentos de autolesión han crecido alarmantemente.

Padres y cuidadores necesitan reconocer signos de alerta como el aislamiento, cambios abruptos en el comportamiento, pérdida de interés por actividades y expresiones recurrentes de desesperanza. En este contexto, el uso excesivo de dispositivos electrónicos puede ser tanto un síntoma como una vía de escape poco saludable.

Estrategias efectivas de prevención y apoyo

La prevención comienza en casa, con comunicación abierta, reglas claras y entornos donde los adolescentes puedan hablar sin temor a ser juzgados. No basta con castigos: la clave está en conocer el mundo emocional del joven, preguntar cómo se siente y estar dispuesto a escuchar. Ante cualquier señal preocupante, es fundamental buscar ayuda profesional cuanto antes.

Los recursos están al alcance de quienes los necesitan. Existen líneas de ayuda disponibles las 24 horas, asistencia psicológica gratuita y redes de apoyo comunitarias. Cortar el acceso a medios letales como cuchillos y armas de fuego salva vidas. Además, la intervención oportuna de especialistas en salud mental puede marcar la diferencia entre la tragedia y la recuperación.

El impacto social de los crímenes intrafamiliares

Casos como el de Vanessa Chendemi y su familia dejan huellas profundas en la sociedad. No se trata solo de estadísticas: cada incidente refleja fallas estructurales en el sistema de salud y protección familiar. El dolor atraviesa generaciones, y la estigmatización de quienes buscan ayuda crea más barreras.

Hablar del tema, compartir información y romper el silencio sobre la salud mental adolescente es la única manera de reducir el número de tragedias. Nadie está exento, y todos pueden hacer la diferencia: familiares, amigos, vecinos, escuelas y organismos oficiales.

Red de apoyo y recursos disponibles

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En Nueva York y otros puntos del país, existen herramientas para quienes enfrentan crisis similares. Líneas telefónicas de emergencia, servicios de orientación, psicólogos especializados y organizaciones sin fines de lucro están listos para acompañar a las familias en momentos críticos. La colaboración entre comunidad y profesionales fortalece la prevención y la detección temprana de casos de riesgo.

Pedir ayuda es un acto de valentía, no de debilidad. Los adolescentes necesitan saber que no están solos, que sus emociones importan y que existen caminos seguros para superar los momentos difíciles.

Cuidar la vida en familia: tarea de todos

El caso de una madre que sobrevivió haciéndose la muerta no es solo noticia, sino un llamado a priorizar la salud mental y la seguridad en el hogar. Padres, maestros y cuidadores pueden salvar vidas aprendiendo a detectar señales, eliminando riesgos innecesarios y fomentando una comunicación sincera. Lo que se siembra hoy en protección y apoyo emocional, se cosecha mañana en convivencia segura y relaciones fuertes.

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