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Insólito

Mató a su pareja, brindó con whisky junto al cadáver y dejó un mensaje escalofriante en la pared

El horror golpeó sin aviso a la tranquila ciudad de Los Reartes. Lo que parecía una tarde común se convirtió en una escena salida de una pesadilla. Un hombre asesinó a su pareja de un disparo, se sentó junto al cuerpo y alzó su copa de whisky. Antes de la llegada de la policía, escribió con sangre fría una frase en la pared, una confesión y, al mismo tiempo, una herida abierta para su familia.

El crimen que sacudió a Los Reartes

Rosana Silvina Rotchen tenía 51 años y vivía junto a su pareja, Adrián Pérez, en una vivienda sencilla. Ambos, originarios de Rosario, buscaban una vida más tranquila en el interior cordobés. Sin embargo, tras una discusión, todo cambió en menos de un instante. Una detonación, un grito ahogado y el silencio más oscuro se apoderaron de la casa.

El cuerpo de Rosana fue encontrado sin vida, con un impacto de bala, dentro de la caja de una camioneta. Pérez, el único sospechoso, decidió no huir. En vez de eso, se quedó junto al cadáver y bebió whisky, mostrando una ausencia total de remordimiento. Pocos minutos después, marcó el teléfono del hijo de Rosana, quien vivía lejos, en Rosario, para darle la noticia que nadie espera recibir: “Maté a tu mamá”.

El mensaje que hiela la sangre

Para la fiscalía, la clave del caso fue ese mensaje. No solo porque permitió a la policía dar con el responsable en tiempo récord, sino también porque exhibió la deshumanización total del agresor. No hubo ningún intento de encubrimiento, ni arrepentimiento aparente. La escena se completó con el gesto de escribir en la pared: una frase corta, casi ilegible, que sellaba el destino trágico de la familia.

Este tipo de mensajes tras un crimen son poco frecuentes y, cuando aparecen, suelen dejar cicatrices profundas en el entorno cercano de la víctima. El texto buscaba dejar marca, resumía el final de una historia marcada por conflictos y una separación que se volvió insostenible.

Relación conflictiva y un final anunciado

Rosana había expresado a sus allegados que quería terminar la relación. La convivencia se volvió insostenible. Sin embargo, nunca hizo una denuncia formal por violencia de género. Es un patrón que se repite con alarmante frecuencia: muchos casos quedan sin registro hasta que la tragedia ya no se puede evitar.

La fiscalía aclaró que no existen antecedentes de denuncias previas contra Pérez en Córdoba. No obstante, la familia de la víctima decía que la relación se había vuelto “difícil” y que el clima en casa era tenso. La dificultad para detectar la violencia antes de que ocurra el desenlace fatal sigue siendo uno de los mayores desafíos para la Justicia y la sociedad. Las señales de alerta quedan atrapadas en el círculo más íntimo, cuando debería ser posible pedir ayuda sin miedo ni vergüenza.

Foto Freepik

Whisky, silencio y la frialdad después del crimen

El detalle que más llamó la atención de los investigadores fue la actitud del femicida tras el asesinato. Lejos de intentar escapar o de encubrir lo que había hecho, se sentó junto al cuerpo de su pareja y bebió whisky. Esa imagen, cruda y brutal, expone un nivel de desconexión emocional que asusta.

La presencia del alcohol puede entenderse como un intento de adormecer la culpa o el horror de lo hecho. Pero también puede ser vista como una provocación, una muestra de desprecio por la vida de su víctima y el dolor de sus familiares. Es un ritual macabro que acompaña al mensaje en la pared, dos gestos que transforman el crimen en un acto de brutalidad y desafío.

El dolor de los que quedan

Detrás del crimen quedan muchas preguntas sin respuesta. Un hijo recibió la peor noticia por teléfono y tuvo que ser él quien alertara a la policía desde otra ciudad. Los vecinos, acostumbrados a la tranquilidad, no salen de su asombro. La comunidad entera siente el golpe, como si el horror se hubiera colado por debajo de las puertas.

El caso encendió la alarma sobre la importancia de escuchar todas las señales, incluso cuando las víctimas no hacen denuncias formales. Las historias de violencia suelen quedar silenciadas, escondidas tras la rutina y el miedo.

Un mensaje que traspasa las paredes

El crimen de Los Reartes no es solo otro número en las estadísticas. El gesto de escribir en la pared, la confesión por mensaje, el brindis con whisky junto al cadáver, son símbolos de una violencia que trasciende lo físico y deja marcas profundas en la memoria colectiva.

El caso suma un nuevo llamado de atención sobre la necesidad urgente de redes de apoyo, educación para detectar señales y mejores herramientas de intervención. Nadie debería llegar tan lejos sin haber encontrado antes una puerta abierta para salir del espiral del miedo.

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El mensaje en la pared fue borrado, pero el impacto persiste. La historia de Rosana y el horror que la rodeó quedan grabados como advertencia y recordatorio. Porque cada vez que una vida termina de forma brutal, todo un pueblo queda herido. Y el eco de ese dolor atraviesa las paredes, las familias y la conciencia social.

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