Beber agua con las comidas puede no ser tan buena idea, esto es lo que recomiendan los expertos

La costumbre de beber agua durante las comidas divide opiniones. Muchos la ven como parte indispensable de la rutina diaria, mientras que otros temen afectar la digestión. Estas dudas surgen porque algunas personas sienten pesadez, hinchazón o incomodidad después de comer y beber al mismo tiempo. Sin embargo, la opinión de expertos en nutrición y salud aclara el panorama y ayuda a entender cuándo y cómo conviene hidratarse mejor para evitar molestias y aprovechar todos los beneficios del agua.
¿Qué ocurre cuando se bebe agua con las comidas?
Al llegar al estómago, el agua participa en el proceso digestivo. Este líquido ayuda a ablandar los alimentos, permitiendo que se mezclen mejor con los jugos gástricos y favorece su descomposición. Lejos de diluir peligrosamente el ácido del estómago, como se creyó durante años, el agua en cantidades normales más bien mejora la absorción de nutrientes, facilitando el paso de vitaminas y minerales al torrente sanguíneo.
Cuando el cuerpo recibe una cantidad adecuada de agua con las comidas, los procesos gástricos fluyen con naturalidad. La evidencia científica reciente sostiene que la hidratación en la mesa puede favorecer la digestión, aunque todo depende de la cantidad y momento elegidos. De hecho, tomar sorbos pequeños puede resultar positivo, pero excederse puede generar el efecto contrario.
Beneficios de beber agua durante las comidas
Uno de los puntos a favor que mencionan los especialistas es que el agua apoya la digestión. Tomar pequeños sorbos puede facilitar el tránsito de los alimentos al estómago y ayuda a que el bolo alimenticio se forme de manera más eficiente. Además, beber agua durante las comidas puede provocar una mayor sensación de saciedad. Esto significa que quienes buscan controlar su peso pueden beneficiarse, ya que tienden a comer cantidades moderadas al sentirse llenos antes.
El agua, por otro lado, también ayuda a evitar la fatiga después de comer porque mantiene la sangre mejor oxigenada y contribuye al buen funcionamiento del organismo. En personas activas, mantener un nivel de hidratación adecuado resulta clave para estar alerta y reducir la posibilidad de migrañas ligadas a la deshidratación.
Riesgos y limitaciones de beber agua al comer
Por supuesto, no todo es positivo. Para quienes sufren molestias digestivas, reflujo, hinchazón frecuente o digestiones pesadas, beber demasiada agua al comer puede empeorar los síntomas. Tras una comida muy rica en azúcares simples o grasas, el consumo de grandes cantidades de agua puede generar picos de insulina inesperados, aumentando la sensación de cansancio o provocando somnolencia.
El exceso de líquidos en la comida también puede alterar la acidez estomacal. Esto puede dificultar la digestión y provocar fermentación, sensación de hinchazón y gases. Por eso, algunos expertos sugieren tomar agua un poco antes o sólo un vaso pequeño durante la comida, sobre todo si el plato es muy copioso.
También se aconseja esperar al menos media hora después de comer, antes de volver a hidratarse, para no interferir en la acción de los jugos gástricos. Las molestias pueden resultar más evidentes en personas con enfermedades digestivas o quienes sienten ardor estomacal con facilidad.

Recomendaciones de los expertos: cuánto y cómo hidratarse al comer
Nutricionistas y médicos concuerdan en que beber uno o dos vasos de agua durante la comida es seguro y no presenta riesgos para la mayoría de las personas sanas. Si la comida incluye alimentos muy salados o condimentados, reducir el consumo de agua durante la misma y priorizar la hidratación antes o después puede ayudar a evitar la hinchazón.
Los expertos recomiendan preferir agua a temperatura ambiente antes que fría o gaseosa, ya que estas pueden ralentizar el vaciado gástrico y, en algunos casos, causar molestias digestivas. En comidas copiosas, es más prudente tomar el agua con calma y en pequeños sorbos. Ingerir grandes volúmenes de golpe puede causar una sensación de llenura incómoda.
Escuchar las propias señales de sed y no forzar la ingesta son pautas clave. Cada organismo tiene necesidades distintas, y la mejor guía es prestar atención a cómo reacciona el cuerpo. Si se experimentan molestias al beber agua durante la comida, puede ser útil probar tomarla antes o esperar un rato después de terminar de comer.
La mejor forma de incorporar el agua en la rutina diaria
Un hábito recomendado por especialistas es distribuir la ingesta de agua a lo largo del día, y no concentrarla en momentos puntuales como durante la comida. Empezar el día con un vaso de agua al despertar favorece la hidratación y la activación del metabolismo. Tomar agua media hora antes de comer puede preparar el aparato digestivo, ayudando a tener menos hambre y facilitando el proceso digestivo.
Después de las comidas, esperar unos 30 a 60 minutos antes de hidratarse puede ser especialmente favorable para quienes son propensos a molestias digestivas. Antes de dormir, un pequeño vaso de agua ayuda a compensar la pérdida de líquidos nocturna, aunque conviene evitar excesos para no interrumpir el sueño.
En días calurosos, durante el ejercicio y en situaciones de mayor sudoración, priorizar la hidratación gradual es la clave para evitar tanto la deshidratación como el exceso. Incorporar alimentos ricos en agua como frutas y verduras en la dieta también suma al aporte diario total, permitiendo una hidratación natural y sostenida.
Las recomendaciones de expertos coinciden en que la clave para una buena hidratación es la regularidad, el sentido común y ajustar el consumo a las circunstancias personales y al clima. Escuchar el cuerpo y adaptar la ingesta a las propias necesidades resultará siempre la mejor estrategia para mantener el bienestar.