Lanzan advertencia por los efectos perjudiciales del paracetamol en personas mayores

El paracetamol es uno de los medicamentos más consumidos en el mundo para calmar el dolor y bajar la fiebre. En hospitales, clínicas y hogares, su uso se ha extendido por generaciones, al punto de considerarse una opción segura. Sin embargo, diversas investigaciones recientes han generado preocupación sobre su seguridad en adultos mayores, quienes suelen tomarlo a diario para controlar molestias crónicas, como las provocadas por artritis o dolores articulares.
Este nuevo panorama obliga a revisar a fondo las evidencias más actuales sobre sus posibles efectos perjudiciales y considerar cómo afecta realmente a la salud de las personas de edad avanzada.
Efectos adversos del paracetamol en adultos mayores
Nuevos estudios han identificado riesgos que antes se creían menores o poco probables. El consumo habitual y en dosis acumuladas de paracetamol puede provocar complicaciones gastrointestinales, cardiovasculares, renales y hepáticas en adultos mayores. Se observa una relación dosis-respuesta: mientras más frecuente es el consumo de paracetamol, mayores son los peligros.
La automedicación o el consumo prolongado sin control médico representa un reto serio. El medicamento, aunque útil frente a otras opciones más agresivas como los antiinflamatorios, no está libre de riesgos. Un análisis reciente con más de medio millón de pacientes mayores de 65 años demostró que quienes toman paracetamol de forma repetida sufren más incidentes graves que quienes lo usan poco o nada. Estos hallazgos ponen en duda la percepción tradicional del paracetamol como solución segura en la vejez.
Complicaciones gastrointestinales, cardiovasculares y renales
Uno de los datos más alarmantes es el aumento de sangrado gastrointestinal, especialmente en el tracto digestivo superior. Los reportes científicos muestran incrementos marcados en el riesgo de úlceras, sangrado y perforaciones gástricas. A esto se suma la aparición de insuficiencia renal crónica, una condición de difícil manejo en adultos mayores, muchas veces irreparable.
En el plano cardiovascular, se ha detectado un vínculo con el desarrollo de insuficiencia cardíaca e hipertensión arterial. Es decir, el consumo prolongado de paracetamol puede agravar problemas previos de corazón, complicando el control de la presión arterial y afectando la calidad de vida de quienes ya tienen antecedentes cardiacos o vasculares.
Esta suma de riesgos se hace aún más relevante porque muchas veces los síntomas no se presentan de forma inmediata. El daño acumulativo, silencioso, solo se detecta cuando la situación es grave, lo que resalta la necesidad de controles médicos frecuentes.

Riesgo de lesión hepática y toxicidad por sobredosis
El hígado es el órgano encargado de metabolizar el paracetamol. En adultos mayores, su función suele estar reducida por el paso del tiempo o por enfermedades previas, lo que aumenta la probabilidad de sufrir hepatotoxicidad incluso con dosis consideradas normales en personas jóvenes.
Los episodios de intoxicación por sobredosis pueden manifestarse desde cuadros leves de cansancio hasta insuficiencia hepática aguda, una urgencia médica con alto riesgo de muerte. Entre los primeros signos de daño hepático se encuentran el dolor abdominal, coloración amarilla de la piel y ojos (ictericia), náuseas y pérdida de apetito. Ante estos síntomas, es fundamental buscar ayuda médica inmediata.
El peligro se agrava si la persona consume accidentalmente más de un medicamento con paracetamol en su composición, algo común debido a la amplia presencia de este principio activo en numerosos analgésicos o remedios contra el resfriado.
Prácticas seguras y recomendaciones para el uso de paracetamol en personas mayores
Frente a estos hallazgos, es clave que el uso de paracetamol se adapte a las necesidades individuales y se supervise de cerca por profesionales de la salud. Evitar la automedicación y limitar el consumo a lo estrictamente necesario puede marcar la diferencia entre un tratamiento seguro y un desenlace peligroso.
No siempre se justifica el uso de paracetamol en cuadros de dolor crónico de baja intensidad. Existen alternativas no farmacológicas, como la fisioterapia o cambios en el estilo de vida, que pueden dar alivio sin riesgos añadidos. Mantener un seguimiento médico regular permite detectar a tiempo cualquier complicación y ajustar el plan de tratamiento según el estado de salud general y las enfermedades preexistentes.
Supervisión médica y control de dosis
El ajuste de dosis y la duración del tratamiento deben ser responsabilidad del médico tratante. Los adultos mayores presentan una menor capacidad de eliminar el medicamento, lo que exige controles más cercanos. Se recomienda elegir la dosis mínima suficiente para el alivio del dolor o fiebre y evitar tratamientos prolongados siempre que sea posible.
Cada decisión sobre el uso de analgésicos debe incorporar una valoración completa de los factores de riesgo del paciente: antecedentes de úlceras, insuficiencia renal, hipertensión o problemas hepáticos. Los controles analíticos frecuentes pueden detectar alteraciones antes de que evolucionen a cuadros graves.
Prevención de la automedicación y uso responsable
El consumo simultáneo de productos que contienen paracetamol, muchas veces sin saberlo, aumenta el riesgo de sobredosis accidental. Resulta esencial leer cuidadosamente las etiquetas y no tomar varios medicamentos a la vez a menos que lo indique el médico.
Desarrollar un plan de tratamiento personalizado, educar a la familia y al paciente sobre los riesgos y señales de alarma, y fomentar el diálogo abierto con los profesionales sanitarios puede prevenir muchas complicaciones. En la actualidad, la seguridad del paciente debe ser la prioridad, privilegiando la prudencia ante la duda.
El paracetamol sigue teniendo un lugar en la medicina, pero su uso en adultos mayores requiere ahora mayor precaución. Cada persona tiene características clínicas y enfermedades distintas; por eso, el seguimiento médico y la información actualizada se vuelven indispensables para reducir efectos potencialmente dañinos.
