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Salud

Este método sencillo, recomendado por dermatólogos, te permite monitorear tus lunares

El cuidado de la piel ya no es solo una cuestión estética. Observar los lunares de manera regular, como recomiendan los dermatólogos, se ha vuelto una acción de salud imprescindible. En los últimos años, los casos de melanoma y otros cánceres de piel han aumentado en todo el mundo. Este tipo de cáncer se puede desarrollar a partir de un simple lunar, y suele pasar desapercibido hasta que los síntomas ya están avanzados. La autoexploración periódica es una defensa eficaz. Detectar a tiempo cualquier cambio ayuda a actuar antes y a mejorar el pronóstico.

¿Por qué es clave monitorear los lunares periódicamente?

Observar la piel de manera regular es una práctica sencilla, pero tiene gran impacto en la prevención del cáncer de piel. El melanoma cutáneo, uno de los tumores más peligrosos, surge muchas veces de la transformación de un lunar aparentemente normal. La exposición acumulada al sol y las quemaduras tempranas, especialmente en la infancia, son factores que aumentan el riesgo de desarrollar este tipo de cáncer.

Gran parte de los melanoma se descubren en autoexploraciones. Se estima que hasta el 70% de estos diagnósticos están relacionados con un historial de exposición continua a los rayos ultravioleta. Sin embargo, la alarma social y el hábito del chequeo todavía no están tan extendidos. Menos de la mitad de las personas revisan su piel con frecuencia. Esto puede deberse a desconocimiento o a la errónea creencia de que solo los lunares grandes o de color oscuro pueden ser peligrosos.

El monitoreo frecuente permite detectar lesiones nuevas o cambios en lunares existentes. Estas simples acciones salvan vidas, pues el tratamiento temprano del melanoma tiene una tasa de curación mucho más alta. Observar la piel con atención y consultar ante cambios sospechosos marca la diferencia entre una detección precoz y una enfermedad avanzada.

Método sencillo para autoevaluar los lunares: la regla ABCDE y la técnica del “patito feo”

El método más efectivo para evaluar los lunares en casa es la regla ABCDE, recomendada por dermatólogos en todo el mundo. Consiste en fijarse en cinco características claves:

A de Asimetría: un lunar sano suele ser simétrico. Si al partirlo mentalmente en dos, las mitades no coinciden en forma o volumen, se debe vigilar.

B de Bordes: los lunares benignos tienen bordes bien definidos y regulares. Bordes irregulares, desiguales o borrosos pueden ser una señal de alarma.

C de Color: la coloración debe ser homogénea. Si aparecen zonas oscuras, rojizas, azuladas o existe pérdida de uniformidad, es mejor consultar.

D de Diámetro: la mayoría de los melanomas supera los seis milímetros. Cualquier lunar que crece debe revisarse, aunque los pequeños también pueden ser sospechosos.

E de Evolución: todo lo que cambia merece atención. Ya sea en tamaño, forma, textura, color o síntomas como picor o sangrado.

Otra estrategia sencilla es la técnica del “patito feo”. Consiste en observar el conjunto de lunares de la piel y detectar aquel que, por su aspecto o comportamiento, no se parece a los demás. Este método es útil porque muchas personas tienen numerosos lunares y puede resultar complicado evaluarlos uno por uno. El lunar diferente o “patito feo” suele merecer una revisión médica, incluso si no cumple exactamente con todos los criterios de la regla ABCDE.

Ambos enfoques, avalados por especialistas, facilitan a cualquier persona la tarea de vigilar su piel y decidir cuándo consultar a un profesional.

Foto Freepik

Pasos prácticos para la autoexploración eficaz

Una autoevaluación eficaz de los lunares requiere constancia y organización. La frecuencia ideal es una vez al mes, preferiblemente siempre en la misma fecha para no olvidarlo. Lo recomendable es hacerlo después del baño, en un espacio con buena luz y un espejo de cuerpo entero. Un espejo de mano ayuda a revisar zonas de difícil acceso como la espalda, los glúteos o la nuca.

El examen debe recorrer desde el cuero cabelludo hasta la planta de los pies. Los dermatólogos aconsejan no olvidar áreas poco visibles: detrás de las orejas, axilas, ingles, palmas, plantas, debajo de los senos y zona genital. Pedir ayuda a un familiar facilita el examen en lugares inaccesibles para uno mismo.

Registrar los lunares mediante fotos es una herramienta útil. Así es más fácil notar ligeros cambios con el tiempo. Llevar un diario de observación ayuda a distinguir lesiones estables de las que evolucionan. Apuntar la localización y detalles de cada lunar sospechoso aporta claridad y da seguridad al explicar los hallazgos ante el especialista.

Signos de alerta y cuándo consultar al dermatólogo

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Algunos cambios en los lunares requieren atención inmediata. Las señales que no deben pasarse por alto son el cambio brusco de tamaño, la aparición de asimetría o bordes irregulares, la variación de color, la presencia de varios tonos en un mismo lunar, el sangrado o la formación de una herida que no cicatriza. Si un lunar pica, se inflama, duele o sangra de forma espontánea, hay que acudir cuanto antes al dermatólogo.

Es importante diferenciar los lunares benignos, estables y de aspecto homogéneo, de aquellos considerados sospechosos por sus cambios recientes. No todo lunar con características inusuales es necesariamente maligno, pero solo un dermatólogo puede realizar el diagnóstico. La regla de oro es actuar pronto: ante la duda, consultar siempre. Cuanto antes se detecta un melanoma, mayores son las posibilidades de curación con tratamientos sencillos y menos invasivos.

Prevención activa y cuidados diarios para la salud de la piel

Evitar el daño solar sigue siendo una de las medidas más eficaces para proteger la piel. Aplicar protector solar todos los días, incluso en invierno o si el cielo está nublado, ayuda a reducir el riesgo de desarrollar lesiones peligrosas. Usar ropa protectora, gafas de sol y buscar la sombra durante las horas de máxima radiación también suma puntos a favor de la salud.

Conviene evitar exposiciones prolongadas o recurrentes al sol y nunca usar cabinas de bronceado. La piel recuerda cada quemadura. Las personas con antecedentes familiares de melanoma, piel clara o más de 50 lunares, deben intensificar sus controles y consultas dermatológicas.

Un seguimiento profesional al menos una vez al año es clave. Los dermatólogos pueden detectar lesiones que pasan inadvertidas a simple vista y utilizan tecnologías como la dermatoscopia digital para analizar los lunares con precisión. El autocuidado, sumado a la revisión médica, son la mejor garantía para mantener una piel sana y libre de sorpresas.

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