La ciencia descubre que el nivel de este mineral en el organismo de una embarazada determina el sexo del bebé

En la sociedad, la expectativa por conocer si el bebé en camino será niño o niña nunca pasa desapercibida. Más allá de la simple curiosidad, muchas familias sienten que hay una carga emocional y social vinculada al sexo del recién nacido. La ciencia ha dado pasos importantes y recientes investigaciones plantean una posible relación entre la presencia de ciertos minerales en el cuerpo de la embarazada y la determinación del sexo fetal. Comprender cómo los minerales interactúan con los procesos del desarrollo embrionario ayuda a ver con mayor claridad qué hay de cierto en estas afirmaciones y cuál es su valor en la salud prenatal.
Minerales clave en el embarazo y su papel en la determinación del sexo fetal
Durante el embarazo, el cuerpo de la mujer requiere más nutrientes y una cantidad adecuada de minerales para el correcto desarrollo del feto. Entre los más estudiados están el hierro y el magnesio, ambos fundamentales no solo para garantizar la buena salud de la madre, sino para apoyar procesos biológicos complejos como el crecimiento fetal, la formación de órganos y, según investigaciones recientes, incluso influir en la expresión genética relacionada con el sexo del bebé.
Estudios en humanos y modelos animales han observado que la deficiencia o el exceso de ciertos minerales pueden modificar mecanismos epigenéticos, que son como interruptores que activan o silencian genes responsables de determinar si nace un niño o una niña. Aunque la evidencia señala una correlación y no una causalidad directa, estos hallazgos refuerzan la necesidad de mantener una nutrición equilibrada durante la gestación.
Hierro: regulación epigenética del desarrollo sexual
El hierro es conocido por su papel en la producción de sangre y el transporte de oxígeno. Sin embargo, en el embarazo, también se ha visto que facilita la activación de genes clave para la diferenciación sexual del feto, como el gen Sry, determinante en el desarrollo de los varones.
En ratones, experimentos han demostrado que mamás con bajo nivel de hierro presentan alteraciones en la actividad de enzimas como la histona desmetilasa, cruciales para abrir o cerrar regiones del ADN donde se activan los genes de desarrollo de órganos sexuales. Esta falta de hierro puede llevar a una menor probabilidad de que el gen Sry se active con normalidad, afectando la diferenciación testicular y el desarrollo masculino. En humanos, aunque la genética es el factor predominante (la unión cromosoma X o Y), estas influencias epigenéticas pueden jugar un papel, aunque secundario, en los primeros momentos tras la concepción.

Magnesio y otros minerales: salud materna y desarrollo fetal
El magnesio cumple funciones importantes en el metabolismo energético, ayuda a prevenir calambres y apoya el desarrollo neuromuscular del feto. Su carencia puede aumentar el riesgo de partos prematuros y bajo peso al nacer. En cuanto al sexo fetal, algunas observaciones sugieren que un entorno materno rico en magnesio podría afectar, de manera indirecta, procesos de selección espermática o implantación, pero los estudios en humanos aún no lo confirman de manera categórica.
Otros minerales como el calcio, zinc y cobre resultan igual de necesarios para el desarrollo sano del embarazo. Por ejemplo, el calcio interviene en la transferencia de señales celulares y el zinc contribuye a la formación de ADN y órganos. La presencia equilibrada de estos minerales determina en parte el éxito de la implantación y el crecimiento intrauterino, aunque la genética sigue dictando la mayor parte de la determinación sexual en mamíferos.
Metodologías científicas y creencias populares sobre la predicción del sexo del bebé
La ciencia médica ha desarrollado métodos efectivos, seguros y comprobados para determinar con certeza el sexo del bebé antes del nacimiento. Sin embargo, la tradición popular sigue transmitiendo historias, rituales y pruebas caseras para adivinar el sexo, aunque la mayoría carecen de base científica.
Diagnóstico prenatal: técnicas fiables y su relevancia clínica
El análisis de ADN fetal en sangre materna es una forma precisa de conocer el sexo desde la semana 8 de gestación. Este procedimiento identifica fragmentos del cromosoma Y en la sangre de la madre; si aparecen, el feto es varón. La precisión de esta metodología es muy alta y no supone riesgos para el bebé ni para la madre.
Las técnicas invasivas como la amniocentesis y la biopsia de vellosidades coriónicas, aunque reservadas para casos de riesgo, ofrecen una certeza casi absoluta. Se emplean principalmente para descartar alteraciones cromosómicas y, como resultado adicional, confirman el sexo fetal.
La ecografía sigue siendo la herramienta más común y accesible. A partir de la semana 20, permite observar los genitales del feto con un alto grado de precisión, siempre y cuando la postura del bebé lo permita.
Creencias ancestrales y métodos caseros: mitos y realidades
A pesar de los avances médicos, muchas familias siguen usando métodos tradicionales para intentar adivinar el sexo del bebé. Pruebas como el uso del péndulo, observar la forma de la barriga, calcular la frecuencia cardíaca fetal o especular sobre la ubicación de la placenta continúan presentes en el imaginario colectivo.
Estas técnicas forman parte de las costumbres y la diversión que rodea al embarazo, pero no ofrecen ninguna garantía. La ciencia ha desmentido que tengan fundamento. Su valor es puramente anecdótico, nunca deben sustituir una consulta médica ni la realización de pruebas confiables.