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Salud

Esta es la razón por la que no es recomendable partir las pastillas para tomarlas según los expertos

Tomar pastillas es parte de la rutina diaria para muchas personas. Cuando un comprimido es demasiado grande o cuesta trabajo tragarlo, partirlo parece ser una solución sencilla. Sin embargo, esta práctica trae consecuencias que muchos desconocen. Los expertos han advertido que dividir pastillas sin consultar primero con un profesional puede afectar la seguridad y el éxito del tratamiento. Aunque la comodidad invita a hacerlo, los riesgos ocultos pueden superar cualquier beneficio inmediato.

¿Por qué muchos medicamentos no deben partirse?

La formulación de las pastillas va mucho más allá de su simple apariencia. Muchos medicamentos están diseñados con recubrimientos especiales para proteger el principio activo, regular la velocidad con la que se libera el fármaco o evitar que el ingrediente se degrade antes de llegar al lugar adecuado en el cuerpo. Por ejemplo, los comprimidos de liberación prolongada entregan la dosis de manera gradual para mantener un nivel constante de medicamento en la sangre durante horas. Partirlos puede provocar que toda la dosis se libere de golpe, perdiendo el objetivo terapéutico y aumentando los peligros para la salud.

Algunas pastillas cuentan con un recubrimiento entérico que protege el estómago y permite que el fármaco se absorba más adelante, en el intestino. Cortar o triturar este tipo de comprimidos puede exponer el estómago a sustancias irritantes, además de disminuir la eficacia del medicamento. Incluso si una pastilla tiene una línea o muesca, esto no garantiza que pueda partirse con seguridad. Solo un médico o farmacéutico puede confirmar si es apropiado hacerlo.

Entre los ejemplos más claros están los medicamentos para problemas cardiacos o neurológicos, así como fármacos para la presión arterial, que con frecuencia utilizan sistemas de liberación controlada. Alterar la integridad de estas pastillas puede llevar a complicaciones graves.

Riesgo de alterar la absorción y la eficacia

Al dividir una pastilla, se pueden destruir los sistemas que regulan cómo y cuándo se absorbe el medicamento. Esto puede causar que el principio activo llegue al organismo mucho antes o después de lo planeado. Los medicamentos de liberación prolongada y aquellos con recubrimiento entérico resultan particularmente vulnerables. Si la tableta se parte, la dosis podría liberarse en un solo momento o en una zona diferente del tracto digestivo, lo que reduce o elimina el efecto previsto.

Cuando el control en la absorción falla, la concentración del medicamento en la sangre puede elevarse o bajar de manera peligrosa. Esto hará que el tratamiento funcione peor o incluso cause efectos adversos inesperados.

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Posibles efectos secundarios y problemas de seguridad

Partir una pastilla sin seguir indicaciones podría aumentar el riesgo de efectos secundarios graves. Cuando se libera demasiado principio activo de inmediato, el cuerpo no tiene tiempo de procesarlo lentamente, lo que puede provocar intoxicaciones o reacciones adversas. En otros casos, la fracción de la dosis puede resultar tan pequeña que no surte efecto.

Los medicamentos con margen terapéutico estrecho aquellos que requieren una cantidad muy precisa para ser seguros y efectivos pueden hacer que un error en la división lleve tanto a una dosis insuficiente como a una sobredosis. El riesgo es aún mayor en personas mayores o con enfermedades crónicas, donde una ligera variación puede provocar problemas importantes.

La pérdida de la protección gástrica brindada por ciertos recubrimientos puede causar irritación, dolor o úlceras en el estómago, especialmente en personas con antecedentes de problemas gastrointestinales.

Riesgos prácticos y errores frecuentes al partir pastillas

La división manual de pastillas, aunque parezca simple, está llena de desafíos y riesgos prácticos. Sin las herramientas adecuadas y sin guía profesional, es muy fácil que la pastilla se parta de forma desigual, se desintegre o se desperdicie parte de ella. Los bordes irregulares o el polvo que se genera pueden hacer que parte del principio activo se pierda.

El uso de cuchillos, tijeras o simplemente partir el comprimido con las manos produce fragmentos desiguales y aumenta la posibilidad de perder pequeñas porciones. Exponer la pastilla al aire, la humedad o tocarla con las manos puede contaminar el medicamento, hacer que se degrade más rápidamente o reducir su eficacia.

En pacientes con dificultades para manipular objetos pequeños, como personas mayores o con problemas de movilidad, la posibilidad de errores crece aún más. Los fragmentos partidos pueden confundirse, perderse o administrarse en momentos incorrectos.

Imprecisión en la dosificación y pérdida de eficacia

Partir una pastilla casi nunca resulta en dos mitades perfectamente iguales. Esta imprecisión en la dosificación puede significar que el paciente tome una cantidad mayor en una ocasión y una menor en otra, afectando negativamente el control de la enfermedad. Además, al intentar dividir ciertos comprimidos, se puede perder parte del polvo, lo que disminuye la cantidad de principio activo disponible.

La inestabilidad química es otro problema. Cuando la pastilla se parte y se almacena para otra dosis, el principio activo puede perder potencia debido al contacto con el aire o la humedad, disminuyendo la eficacia del tratamiento.

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Alternativas seguras cuando es difícil tragar pastillas

Ante la dificultad para tragar pastillas enteras, existen opciones seguras para evitar riesgos innecesarios. Los médicos pueden recetar versiones líquidas del mismo medicamento, comprimidos dispersables, cápsulas pequeñas o incluso formas farmacéuticas como parches que se aplican directamente sobre la piel.

En casos donde no hay otra presentación, el profesional de la salud puede recomendar la utilización de cortadores de pastillas especializados para conseguir una división más exacta, siempre que el medicamento lo permita. La consulta médica previa es clave para elegir la alternativa que mejor se ajuste a las necesidades y características de la persona.

Buscar asesoría antes de modificar la forma de tomar un medicamento ayuda a proteger tanto la seguridad como la efectividad del tratamiento. Solo el personal de salud puede evaluar los riesgos y ofrecer la mejor solución.

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