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Salud

Me suenan las rodillas como si tuviera arena ¿Debo preocuparme?

Sentir que las rodillas emiten un sonido parecido al roce de arena puede ser inquietante. Sin embargo, la mayoría de las veces, estos crujidos no indican un problema serio. Muchas personas de todas las edades experimentan ruidos articulares al subir escaleras, agacharse o, incluso, al estar sentados mucho tiempo. Estos sonidos, conocidos como crepitaciones, suelen ser normales y forman parte del funcionamiento natural de la articulación. Aun así, es clave saber cuándo prestarles atención, ya que bajo ciertas condiciones pueden señalar lesiones o desgaste. A lo largo de este artículo se verá por qué aparecen estos sonidos, cuándo preocuparse y cómo proteger la salud de las rodillas.

Causas habituales del sonido de arena en las rodillas

El famoso “crujido de arena” en las rodillas puede deberse a diferentes factores. En muchos casos, estos sonidos resultan de procesos fisiológicos normales y no indican daño. El movimiento diario, como subir escaleras o caminar después de estar sentado, puede desencadenarlos. Por otro lado, existen situaciones donde ciertos ruidos merecen mayor atención, sobre todo si van acompañados de dolor, inflamación o dificultad para moverse. Es importante conocer los posibles mecanismos detrás de este fenómeno.

Liberación de burbujas y movimiento articular

Una de las causas más frecuentes de los sonidos en la rodilla es la liberación de pequeñas burbujas de gas, principalmente dióxido de carbono, presentes en el líquido sinovial que lubrica la articulación. Al cambiar la posición o al realizar movimientos rápidos, estas burbujas pueden colapsar y producir chasquidos o crujidos. Este proceso es muy parecido a cuando los dedos hacen “pop”. Es importante destacar que estos episodios suelen ser inofensivos y no causan daño en la articulación, aunque el sonido sea llamativo.

En personas jóvenes y activas, estos ruidos pueden aparecer con más frecuencia debido a la flexibilidad y movilidad articular. La ciencia describe estos crujidos como completamente normales mientras no generen molestias, dolor o problemas al caminar.

Desgaste y roce del cartílago

El cartílago funciona como un acolchado suave que cubre los extremos de los huesos en la rodilla, facilitando el movimiento y evitando el roce directo entre ellos. Cuando este cartílago empieza a desgastarse, la superficie deja de ser lisa y puede producir crepitaciones, similares al ruido de arena bajo la piel.

Este desgaste no siempre implica artrosis, pero aumenta con la edad y tras muchas horas de actividades repetitivas. Si el roce cartilaginoso genera solo sonido, sin molestias adicionales, suele ser benigno. En cambio, si al crujido se suman dolor o dificultad para mover la rodilla, puede ser señal de daño mayor, y conviene acudir a un especialista.

Foto Freepik

Lesiones meniscales y desbalance muscular

El menisco es una almohadilla de cartílago en forma de C dentro de la rodilla, clave para amortiguar los impactos. Cuando se desgarra, el menisco puede dejar de encajar bien y crear ruidos o sensaciones de fricción. Este tipo de lesiones son frecuentes en deportistas, adultos mayores o personas que realizan movimientos bruscos.

Por otra parte, el desbalance o falta de fuerza en los músculos que rodean la rodilla también puede modificar la forma en la que los tejidos internos interactúan, favoreciendo chasquidos y crujidos. Mantener el equilibrio muscular es fundamental para evitar estos sonidos y prevenir lesiones asociadas.

¿Cuándo preocuparse y cómo cuidar las rodillas?

Aunque los sonidos articulares suelen ser inofensivos, hay situaciones donde es necesario prestar atención. El cuerpo utiliza el dolor o la limitación de movimiento como señales de alerta. Una rodilla inflamada, que duele al moverse o se bloquea, merece evaluación médica. Prevenir molestias y mantener la salud articular depende mucho de los hábitos diarios y la actividad física inteligente.

Signos de alarma que requieren consulta médica

El simple ruido, aislado y sin molestias, rara vez representa un problema. Sin embargo, conviene buscar valoración médica si los ruidos en las rodillas aparecen junto a:

  • Dolor intenso o constante al moverse o en reposo.
  • Hinchazón persistente de la articulación.
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  • Sensación de bloqueo o dificultad para estirar o doblar la rodilla.
  • Falta de fuerza o incapacidad para soportar peso.
  • Aumento progresivo del ruido o de los síntomas tras una lesión.

Estos signos pueden indicar lesiones en el menisco, desgaste avanzado del cartílago u otros problemas estructurales que requieren diagnóstico y tratamiento especializado.

Rutinas y consejos para proteger la rodilla

El cuidado de las rodillas empieza con medidas sencillas pero efectivas. Mantener un peso saludable disminuye la carga sobre la articulación y previene su desgaste prematuro. Usar calzado adecuado y con soporte reduce las vibraciones y ayuda a repartir el peso. La actividad física regular, como caminar, nadar o andar en bicicleta, fortalece los músculos que rodean la rodilla y promueve una mejor estabilidad.

Realizar ejercicios de fortalecimiento del cuádriceps, el gran músculo en la parte frontal del muslo, aporta firmeza a la rodilla y disminuye el riesgo de lesiones. Es recomendable calentar antes de cualquier actividad física y estirar suavemente al finalizar para mantener la flexibilidad.

Adquirir buenos hábitos diarios, como evitar movimientos bruscos y levantarse correctamente, ayuda a conservar la salud articular. Ante molestias leves, el método RICE (reposo, hielo, compresión y elevación) es útil para cuidar la articulación en casa. Sin embargo, ante síntomas persistentes, la consulta con un fisioterapeuta u ortopedista permitirá definir el origen del problema y diseñar un plan de rehabilitación adaptado.

Un fisioterapeuta puede guiar sobre ejercicios seguros, técnicas de fortalecimiento e identificar factores que predisponen a lesiones. La supervisión profesional es esencial para quienes ya han sufrido lesiones o presentan molestias recurrentes.

Cuidar las rodillas es invertir en calidad de vida. Vivir con ruidos articulares sin dolor no debe ser motivo de angustia. Sin embargo, ante cualquier cambio, dolor inesperado o dificultad, buscar asesoría médica es la mejor manera de asegurar una recuperación pronta y mantener la movilidad por muchos años.

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