¿Conoces la sexomnia? El extraño trastorno del sonambulismo sexual

La sexomnia es un trastorno del sueño mucho más común de lo que muchos imaginan, pero poca gente lo conoce en profundidad. Se trata de una parasomnia que ocurre durante el sueño profundo y se caracteriza por la realización de conductas sexuales involuntarias mientras la persona sigue dormida. Estas manifestaciones pueden sorprender tanto a quien las padece como a su pareja, ya que suelen producirse sin que exista ningún recuerdo posterior. A pesar de su rareza y el tabú que suele rodear el tema, es un diagnóstico real, reconocido por los especialistas del sueño y con importantes implicancias tanto médicas como sociales.
Características de la sexomnia
Quien experimenta este trastorno suele mostrar comportamientos sexuales (como intentos de contacto físico, masturbación o incluso relaciones sexuales completas) que se dan cuando su cerebro permanece en un estado inconsciente. Estas conductas surgen habitualmente en la fase de sueño no REM, que es distinta de la etapa en la que los sueños vívidos aparecen. En la sexomnia, la persona actúa con los ojos abiertos o semiabiertos, utiliza fuerza física y puede adoptar posturas sexuales inusuales, pero su rostro permanece con una expresión distante.
El detalle más llamativo es la ausencia de recuerdo. Al despertar, la persona no tiene ninguna memoria de lo que hizo durante el episodio. A diferencia de los sueños eróticos, los actos no se originan en la mente consciente, ni son dirigidos por deseos reprimidos o por imágenes oníricas.
El diagnóstico muchas veces se complica porque las conductas pasan inadvertidas para quienes duermen solos o porque, debido a la vergüenza, pocos buscan ayuda médica especializada.
Manifestaciones sexuales durante el sueño
Las manifestaciones pueden ir desde simples caricias o intentos de tocar a quien comparte la cama, hasta masturbación explícita o búsqueda de relaciones sexuales completas. Todo esto ocurre sin conciencia, sin consentimiento real y sin ningún recuerdo por parte de la persona al día siguiente. Durante estos episodios, la comunicación verbal es mínima o inexistente: no hay palabras de afecto ni frases eróticas.
Al observar a una persona durante un episodio de sexomnia, se percibe que sus movimientos son automáticos, mecánicos y muchas veces carentes de emociones. Esta diferencia es importante para quienes pueden sentirse confundidos o lastimados por la aparente frialdad del acto.
En muchos casos, la pareja es quien primero detecta el problema, al notar comportamientos atípicos o posiciones sexuales inéditas, acompañadas de la total falta de memoria al despertar. Este punto suele ser fuente de conflictos y angustia cuando no es entendida como lo que es: un trastorno del sueño, no una elección consciente.
Diferencias con otros trastornos del sueño
La sexomnia pertenece al grupo de las parasomnias, que son alteraciones de la conducta durante el sueño. Sin embargo, este trastorno difiere claramente del sonambulismo clásico, de los despertares confusos o de la somniloquia (hablar dormido).
En el sonambulismo tradicional, la persona camina, realiza tareas cotidianas, puede salir de la habitación e incluso de la casa, pero sus acciones no tienen carga sexual. Los despertares confusos producen desorientación mental y física, sin conductas específicas, y en la somniloquia solo se produce habla sin conciencia. La sexomnia, en cambio, es específica porque siempre implica comportamientos sexuales y ocurre mientras el cerebro sigue parcialmente dormido, sin que el individuo abandone la cama en la mayoría de los casos.

Factores asociados, diagnóstico y tratamiento de la sexomnia
La sexomnia no suele aparecer de la nada. Existen factores que, al combinarse, favorecen la aparición de este tipo de parasomnia. Entre ellos, la falta de sueño, un descanso de mala calidad, el consumo de alcohol y drogas, y el estrés intenso sobresalen por su relación con los episodios. Además, otros trastornos del sueño como las apneas o los movimientos periódicos de las piernas pueden desencadenar la fragmentación del sueño, aumentando la predisposición.
Diagnosticar este trastorno requiere atención profesional y la colaboración de especialistas en medicina del sueño. El proceso de evaluación incluye entrevistas clínicas y, en casos necesarios, estudios de sueño como la polisomnografía, que permite observar qué ocurre en el cerebro y el cuerpo durante la noche.
El tratamiento puede incluir medidas farmacológicas, siendo las benzodiacepinas una opción con resultados positivos en algunos pacientes, además de terapia psicológica y cambios en los hábitos de sueño.
Factores desencadenantes y personas más afectadas
La sexomnia afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque hay una prevalencia mayor en varones adultos jóvenes. Suele coexistir con otros problemas del sueño, como las apneas, que provocan despertares frecuentes y fragmentan el ciclo de descanso.
El consumo de sustancias como el alcohol o ciertos medicamentos puede bajar el umbral del sueño profundo, facilitando las conductas automáticas. Los episodios también son más comunes en quienes viven bajo estrés constante o sufren de falta de descanso reparador.
El aislamiento y la falta de consulta profesional agravan la situación, ya que la persona puede desconocer que atraviesa un trastorno legítimo y susceptible de mejorar con ayuda médica. El entorno cercano, por vergüenza o desconocimiento, a menudo silencia el problema o lo confunde con actitudes voluntarias.
Diagnóstico y posibilidades de tratamiento
El primer paso hacia el diagnóstico de la sexomnia es la observación clínica. Cuando un especialista sospecha del trastorno, suele recomendar una polisomnografía nocturna combinada, si es posible, con grabación en video para analizar la conducta mientras el paciente duerme. Este método permite descartar otras enfermedades neurológicas, como la epilepsia, o diferenciarla de otras parasomnias.
El tratamiento se adapta a cada persona. En algunos casos, los médicos recetan medicación tipo benzodiacepinas para reducir los episodios, aunque no existe una cura definitiva. Abordar los factores desencadenantes, como el estrés o las alteraciones en el sueño, ayuda a reducir la frecuencia de las conductas. El enfoque multidisciplinario, que suma la participación de neurólogos, psicólogos y especialistas en sueño, mejora mucho el pronóstico.
Lamentablemente, el miedo al juicio social mantiene al trastorno en la sombra. Muy pocas personas acuden al médico de manera espontánea, por lo que continúa siendo un desafío tanto para profesionales como para quienes la viven.
La comprensión de la sexomnia como fenómeno médico y social es esencial para dejar atrás la vergüenza y el silencio. Solo así se abrirán caminos hacia el diagnóstico precoz y un tratamiento efectivo, además de mejorar la vida de quienes, sin saberlo, lidian cada noche con este complejo y poco comprendido trastorno del sueño.