Una azafata explica por qué no deberíamos aplaudir al aterrizar (y tiene sentido)

Aplaudir al aterrizar es un gesto habitual en muchos vuelos, sobre todo en Europa y América Latina. Para algunos pasajeros, ese aplauso celebra un final feliz tras horas en el aire. Para otros, es una forma espontánea de soltar tensión o dar las gracias a quienes han piloteado el avión. Sin embargo, las palabras de una azafata con experiencia arrojan luz sobre por qué esta costumbre puede no ser tan acertada, ni siquiera tan útil como muchos creen. Detrás de este consejo hay motivos de peso que pueden cambiar la mirada sobre lo que significa realmente ese aplauso.
¿Por qué se aplaude al aterrizar? Una costumbre cultural en los vuelos
La tradición de aplaudir tras el aterrizaje suele relacionarse con la cultura de cada país. En España, Italia o Argentina, el aplauso casi siempre aparece al sentir las ruedas tocar tierra. Se percibe como un alivio colectivo o como una señal de agradecimiento. Muchas personas sienten que los pilotos y la tripulación han logrado completar con éxito una misión importante.
En otros países, como Estados Unidos o Reino Unido, esta práctica es poco frecuente. Allí, los pasajeros acostumbran a guardar silencio y salen del avión sin mayor celebración. El aplauso gana fuerza sobre todo en rutas turísticas, vuelos llenos de familias o cuando las condiciones climáticas han sido complicadas.
Sin embargo, más allá de su origen, la costumbre tiene un trasfondo emocional y psicológico. El vuelo suele asociarse con nerviosismo y esa palmada puede funcionar como un pequeño ritual de cierre. Por eso, muchos ven el aplauso como algo positivo. Sin embargo, conviene preguntarse si realmente es necesario o bien orientado.
Motivos por los que no se recomienda aplaudir al aterrizar según la tripulación
La visión desde la cabina es muy distinta. Para la tripulación, el aterrizaje forma parte del trabajo diario. Los pilotos entrenan constantemente para enfrentarse a todo tipo de condiciones y están preparados para resolver cualquier imprevisto en esos minutos finales. Desde el interior del avión, la percepción de seguridad cambia mucho.
El consejo de la azafata se basa en motivos prácticos y profesionales. Varias razones demuestran que el aplauso puede carecer de utilidad y hasta resultar fuera de lugar en ciertos contextos.
Los pilotos no escuchan los aplausos
Muchos pasajeros piensan que el aplauso funciona como un reconocimiento directo. Sin embargo, la realidad es otra. La cabina de los pilotos está completamente aislada del ruido de la cabina de pasajeros. El grueso de la puerta y la estructura del avión impiden que los aplausos sean percibidos por quienes manejan el avión. De hecho, la tripulación en cabina apenas detecta ese gesto.
Por tanto, esa supuesta señal de agradecimiento rara vez llega a sus destinatarios reales. No se trata de desinterés, sino de una cuestión de aislamiento físico. Los pilotos permanecen atentos a los protocolos y comunicaciones hasta que todo el avión termina su recorrido y estaciona.

El aterrizaje no marca el fin de la seguridad
Existe la creencia de que al aterrizar “lo difícil ya pasó”. Pero la tripulación lo ve distinto. El aterrizaje es solo una parte del proceso de seguridad. Incluso después de tocar tierra, pueden presentarse situaciones inesperadas. Frenar, maniobrar y llegar a la posición final exige concentración y un estricto seguimiento de procedimientos.
Aplaudir en ese momento puede ser prematuro. La seguridad total solo se logra una vez que el avión se detiene por completo y la tripulación indica que es seguro levantarse. Celebrar antes de tiempo no solo carece de sentido práctico, sino que puede distraer o generar una impresión equivocada de que todo ha terminado.
Situaciones de riesgo tras el aterrizaje
La experiencia demuestra que, incluso después del aterrizaje, pueden presentarse imprevistos. Los pilotos y la tripulación se preparan para responder rápidamente ante cualquier inconveniente. Entre los riesgos más habituales se encuentran fallos en los frenos, problemas con los neumáticos debido a la fricción o incluso la aparición de obstáculos inesperados en la pista. Un fallo en los sistemas hidráulicos también puede complicar la maniobra hasta la puerta de desembarque.
Todos estos escenarios hacen que mantener la calma y seguir las instrucciones de la tripulación resulte más importante que celebrar antes de tiempo. La seguridad, en esos minutos finales, es la prioridad máxima para todos a bordo.
Una forma más efectiva de dar las gracias
Agradecer el trabajo de la tripulación sigue siendo un gesto valioso, pero hay formas más personales y efectivas de hacerlo. Al salir del avión, muchos miembros del equipo se encuentran en la puerta para despedir a los pasajeros. Un simple “gracias” o unas palabras amables pueden tener un impacto mucho mayor que cualquier aplauso colectivo. Ese gesto sí llega directamente a quienes han trabajado por la seguridad y comodidad de todos.
Además, este tipo de agradecimiento refuerza la relación entre pasajeros y tripulación, destacando la profesionalidad sin recurrir a gestos que pueden perder sentido en el contexto actual de la aviación.
Recordar que el aterrizaje es solo una fase más en una larga cadena de procedimientos ayuda a mantener la atención en lo que realmente importa: la seguridad y el respeto a quienes forman parte de cada vuelo. La próxima vez que el avión aterrice y sientas esa necesidad de aplaudir, detenerte un momento antes de celebrar puede ser la mejor elección. Un agradecimiento sincero siempre será bien recibido.