12 rutas por carretera que hay que hacer al menos una vez en la vida

Viajar por carretera sigue siendo una de las mejores formas de sentir cada kilómetro del planeta. Estos trayectos combinan paisajes de postal, desafíos personales y descubrimientos inesperados. Viajar sobre ruedas acerca a tradiciones locales y permite vivir el paso del tiempo en cada pueblo, parada o mirador.
La tecnología moderna, desde navegación GPS hasta aplicaciones que facilitan la recarga de vehículos eléctricos, añade confort y seguridad a estos recorridos, haciendo posible disfrutar de grandes rutas sin renunciar a la autenticidad ni a la aventura.
Rutas legendarias del mundo: aventura y paisajes icónicos
Existen caminos de fama universal que cruzan continentes y prometen paisajes insólitos en cada curva. La Ruta 66, que une Chicago con Los Ángeles, es mito y realidad, con moteles, gasolineras históricas y museos que relatan el pasado y el presente de América. La Great Ocean Road, en Australia, deslumbra con los acantilados y los imponentes Doce Apóstoles, esculturas naturales que desafían la fuerza del océano.
En las montañas de Canadá, la Icefields Parkway une Banff y Jasper, rodeada por glaciares, lagos turquesa y bosques infinitos. Aquí, la sensación de inmensidad se combina con la oportunidad de avistar fauna salvaje y descubrir la riqueza de las Rocosas Canadienses.
En Marruecos, la Ruta de las Kasbahs discurre entre múros de adobe, oasis y valles que parecen detenidos en el tiempo. El color rojizo del desierto se mezcla con verdes palmeras y fortalezas centenarias, recordando la historia de caravanas y viajeros en busca de refugio.
Hoy en día, la integración de tecnología ha transformado estas aventuras. Aplicaciones de planificación de rutas y puntos de carga como PlugShare o A Better Route Planner son herramientas clave, sobre todo para los amantes del vehículo eléctrico. Ya no hay excusas para no lanzarse a estos viajes, ya sea en moto, camper o coche eléctrico.
En Sudamérica, los Andes argentinos ofrecen carreteras solitarias donde el paisaje muta entre salinas, cumbres nevadas y valles lunares. Atravesar la puna, detenerse en pueblos fantasma y sentir el aire puro es una experiencia profunda y transformadora, donde la preparación es esencial por la altitud y el clima cambiante.
Uno de los tramos españoles más impresionantes es el Caminito del Rey, en Málaga. Suspendida entre paredes verticales y gargantas, la ruta desafía el vértigo y regala vistas únicas. Su rehabilitación la ha convertido en ejemplo de combinación entre seguridad moderna y respeto patrimonial.
Recorrer estos caminos no sólo es un desafío de conducción. Es adentrarse en la cultura local, descubrir gastronomías, escuchar historias y compartir sonrisas en cada parada. La experiencia se enriquece con la presencia de viajeros adaptando tecnologías accesibles, como bicicletas asistidas o vehículos preparados para personas con discapacidad, promoviendo la verdadera inclusión.

Trazados inolvidables de España y Europa: naturaleza, patrimonio y miradores
Europa posee una red de rutas donde la belleza natural, el patrimonio y los pueblos pintorescos se suceden casi sin descanso. En España, la Ruta de los Pueblos Blancos en Cádiz ofrece un viaje por paisajes que mezclan lo andaluz y lo medieval. Setenil de las Bodegas, Arcos de la Frontera y Grazalema son nombres propios de un trazado marcado por la tranquilidad, los olivos y la huella andalusí.
En el norte, la Costa Vasca deslumbra por su riqueza geológica y la fuerza del mar Cantábrico. Tramos como los que atraviesan Bermeo y Mundaca permiten combinar playas, acantilados y pueblos marineros. La Reserva de la Biosfera de Urdaibai invita a explorar bosques singulares, visitar cuevas prehistóricas y perderse entre playas salvajes y senderos poco transitados.
Asturias presume de miradores como el del Fitu, desde donde es posible contemplar simultáneamente las montañas de Picos de Europa y el mar. Estos puntos estratégicos están repartidos por toda la geografía española, regalando panorámicas perfectas al amanecer o al anochecer.
En Menorca, el Camí des Cavalls rodea la isla por caminos usados durante siglos para su defensa. Es un recorrido ideal tanto a pie como en bicicleta, descubriendo calas escondidas y una naturaleza bien conservada. Las rutas en la isla balear obsequian a los visitantes con aguas turquesa y pueblos tranquilos, alejados del bullicio turístico.
Portugal destaca con los recorridos por el Algarve, donde acantilados dorados y playas ocultas esperan a cada vuelta del camino. El Algarve interior es otra joya, con colinas verdes, pequeños viñedos y aldeas de blanco intenso que reflejan el sol.
En Suiza, la Gran Ruta conecta los tesoros naturales y culturales en un solo viaje. Lagos de montaña, castillos, viñedos históricos y ciudades medievales forman un collage inolvidable. Cada parada invita a experimentar la hospitalidad suiza y a probar delicias locales con un trasfondo alpino único.
El sur de Francia cautiva con la Ruta de la Lavanda en la Provenza. Conduciendo entre campos violetas en floración, cada parada ofrece aromas, vistas y productos artesanales que resumen el espíritu de la región.
La Amalfi Drive en Italia, o Nastro Azzurro, recorre acantilados con vistas al Mediterráneo y atraviesa pueblos legendarios como Positano y Amalfi. Es una mezcla de curvas cerradas, mar azul y aromas cítricos. El ritmo pausado invita a detenerse y disfrutar del limoncello artesanal o una puesta de sol sobre el horizonte.
El interior europeo esconde rutas menos conocidas pero igual de impactantes, como el cruce de Eslovenia por lagos alpinos, bosques frondosos y pueblos medievales, o el recorrido costero de Croacia, donde parques nacionales como Plitvice o Krka conviven con ciudades cargadas de historia como Dubrovnik y Split.
Finalmente, la red de miradores en rutas como La Antigua en Cáceres o el del Río en Lanzarote ofrece momentos únicos para detenerse, observar y valorar la inmensidad del paisaje. Estos balcones naturales han pasado de ser simples paradas a auténticos puntos de encuentro entre generaciones de viajeros.
Viajar por estas rutas invita a descubrir de nuevo el placer de moverse sin prisa, abrir la ventanilla y sentir el aire fresco, dejarse impresionar por la majestuosidad del entorno y descubrir la vida local. Aquí, la carretera es mucho más que un medio: es el destino en sí mismo.