Ola de calor: 6 errores que debes evitar con un bebé
El verano trae consigo días largos, sol radiante y temperaturas que muchas veces pueden poner en jaque la salud de los más pequeños. En medio de una ola de calor, los bebés se encuentran en una situación de especial vulnerabilidad. Su cuerpo aún no sabe controlar el calor como el de los adultos, y por eso, algunos descuidos pueden resultar peligrosos.

Los riesgos ocultos de la ola de calor para los bebés
El sistema de regulación térmica de un bebé es inmaduro. Por eso, cuando suben las temperaturas, el riesgo de hipertermia, deshidratación y golpe de calor aumenta de manera significativa. Los bebés pueden perder líquidos mucho más rápido que los adultos, y su cuerpo absorbe el calor del ambiente sin poder eliminarlo con sudoración eficaz.
La exposición a calor extremo puede llevar a síntomas como fiebre alta, piel caliente o enrojecida, llanto persistente, irritabilidad, e incluso vómitos, decaimiento y pérdida de conciencia. Pasar por alto estas señales puede tener consecuencias graves para su salud. Actuar de inmediato resulta fundamental: llevar al bebé a un ambiente fresco, aflojar la ropa y refrescarlo con compresas frías ayuda a evitar complicaciones. En los casos severos, es necesario buscar atención médica de inmediato.
El error de la exposición directa al sol y paseos innecesarios
En pleno verano, muchos buscan espacios al aire libre pensando que un poco de sombra es suficiente protección. Sin embargo, durante una ola de calor, incluso salir a dar un paseo corto puede ser riesgoso para un bebé, aunque permanezca bajo árboles o toldos. El periodo entre las 12 y las 16 horas representa el momento de mayor radiación solar y acumulación de calor en el aire y las superficies. Además, la contaminación ambiental tiende a incrementarse en estos días y puede dañar la salud respiratoria del bebé.
La intensidad de los rayos solares tampoco cede en lugares parcialmente sombreados, sobre todo en zonas donde la luz se refleja en superficies como arena, agua o concreto. Por esto, lo más recomendable es evitar las salidas durante las horas más calurosas y mantener al bebé en lugares bien ventilados y frescos siempre que sea posible.
Ignorar la importancia de la ventilación y la temperatura ambiental
Muchos hogares se convierten en verdaderos hornos durante una ola de calor. Mantener la temperatura de la habitación entre 20 y 22 °C ayuda a prevenir problemas graves. Se deben ventilar los espacios temprano por la mañana o al anochecer, cuando el aire es más fresco, pero sin permitir que corrientes de aire den directamente sobre el bebé.
El uso de cortinas opacas o tipo blackout reduce el ingreso del sol y disminuye la temperatura interior. Los ventiladores deben colocarse lejos del alcance del bebé y nunca apuntando hacia él. Un ambiente fresco y sin humedad excesiva es el mejor seguro frente al calor extremo.

Errores comunes en el cuidado diario durante el calor extremo
La rutina puede volverse peligrosa si no se adapta a las altas temperaturas. Algunos hábitos diarios, por bienintencionados que sean, terminan complicando la salud del bebé y aumentando el riesgo de deshidratación o golpe de calor. Saber identificarlos ayuda a prevenir situaciones críticas.
Abrigar o cubrir en exceso y el uso incorrecto de sábanas
Es frecuente pensar que un bebé necesita estar siempre cubierto para evitar resfriados. Sin embargo, durante una ola de calor, vestirlo con prendas gruesas u otras capas extras puede ser contraproducente. Las ropas ajustadas, gruesas o sintéticas dificultan la transpiración, generando un ambiente cálido alrededor del cuerpo del pequeño.
Algunos padres también colocan una sábana, manta o muselina sobre la cuna, cochecito o portabebés buscando protección extra contra la luz o el polvo. Esto crea un microclima peligroso, donde el aire deja de circular y la temperatura sube rápidamente, exponiendo al bebé a un posible golpe de calor. Es mejor optar por prendas ligeras y transpirables y evitar cubrir los espacios donde el bebé descansa o se traslada.
Dejar al bebé en el coche o ambientes cerrados sin supervisión
Incluso un “solo un minuto” puede costar caro. Dejar a un bebé dentro de un coche estacionado, aunque esté a la sombra o con las ventanillas entreabiertas, es una de las situaciones más peligrosas que pueden surgir durante el verano. La temperatura en el interior del vehículo puede incrementarse hasta niveles mortales en menos de 10 minutos, incluso cuando la temperatura exterior no es extrema.
Lo mismo aplica a habitaciones cerradas sin una adecuada circulación de aire. Estos ambientes retienen el calor, elevando la temperatura corporal del bebé y acelerando la deshidratación. La supervisión constante y la prevención salvan vidas en estas circunstancias.
Errores en la hidratación y en la alimentación durante el calor
Los bebés no siempre manifiestan sed. Quienes se alimentan solo de leche materna o fórmula obtienen de estas tomas la hidratación necesaria, pero durante una ola de calor conviene ofrecer el pecho o el biberón con mayor frecuencia. No se debe ofrecer agua a menores de seis meses si no lo indica el pediatra, pero sí aumentar las tomas, aunque parezcan cortas.
En bebés de más de seis meses, que ya toman algo de agua, es importante ofrecerla de manera regular, sin esperar a que pidan. Las bebidas azucaradas, refrescos o jugos no son recomendables, ya que pueden aumentar la deshidratación o generar molestias digestivas.
Baños y refresco inadecuados: temperaturas extremas y uso del brumizador
Refrescar al bebé es necesario, pero hacerlo mal puede traer problemas. Bañarlo con agua demasiado fría puede causar un choque térmico; el agua debe estar apenas uno o dos grados por debajo de la temperatura corporal y nunca helada. Es recomendable introducir al bebé al agua gradualmente y vigilar su reacción.
Usar brumizadores o vaporizadores puede ayudar a aliviar el calor, pero si se enfrían en la nevera, el contraste violento con el aire cálido puede irritar la piel y resultar incómodo para el bebé. Nunca se debe dirigir el chorro de agua directamente al rostro ni aplicar el brumizador bajo el sol, pues las gotitas actúan como lupas e intensifican el efecto de la radiación solar.