El error que muchos cometen al elegir gafas de sol: el color sí importa

En la calle, en la playa o mientras conducen, la mayoría piensa que unas gafas de sol oscuras bastan para protegerse. Muchos creen que basta con que sean negras o que estén “de moda”, sin saber que el color del cristal va mucho más allá de la estética. Elegir gafas solo por su apariencia puede dejar la vista desprotegida, exponer a la fatiga ocular o distorsionar los colores que realmente se necesitan para ver bien y mantenerse seguro.
El error más frecuente: ignorar el color del cristal
Al elegir unas gafas de sol mucha gente comete el mismo error: fijarse únicamente en la forma, el diseño o el nivel de oscuridad. Se piensa que cuanto más oscuro sea el cristal, mayor será la protección, pero esto no siempre es cierto. El color no es solo un capricho de la moda.
Algunos colores no solo cambian cómo vemos el mundo, sino que pueden provocar molestias visuales o incluso accidentes. Por ejemplo, usar gafas con colores que alteran la percepción del semáforo puede ser un problema grave al conducir. También hay quienes compran cristales muy transparentes o de fantasía atraídos por tendencias, sin saber que no filtran la luz de manera adecuada ni protegen contra la radiación UV. Esa falta de control puede resultar en fatiga ocular o daños irreparables.
Diferencias de colores: cómo influyen en la vista y la seguridad
Cada color de cristal genera un efecto distinto en la visión y la protección frente a la luz solar. No todos sirven para lo mismo ni ofrecen los mismos resultados.
Los cristales grises son una opción versátil. Transmiten la luz de manera uniforme y respetan los tonos naturales. Se recomiendan para conducir, ya que no distorsionan los colores.
El tono marrón ayuda a filtrar la radiación azul, aumenta el contraste y mejora la profundidad de campo. Esto los hace cómodos y relajantes para deportes al aire libre, además de ser útiles para quienes padecen miopía.
El color verde modifica poco la percepción cromática y actúa reduciendo la luz visible sin quitar claridad. Es ideal para deportes acuáticos y personas con hipermetropía.
Por otro lado, los cristales amarillos, naranjas y rojos potencian el contraste en días nublados o con niebla, pero pueden distorsionar los colores, sobre todo en condiciones de mucha luz, y pueden generar errores al identificar señales o semáforos.
La principal recomendación para uso general es optar por cristales verdes, grises o marrones. Estos limitan la alteración de los colores y minimizan los riesgos en actividades como la conducción. Los colores de fantasía o muy claros, sin filtro homologado, pueden no dar ninguna ayuda real y hasta resultar en molestias.

Cristales polarizados y filtros: aliados o trampas
La protección no termina en el color. Hay tecnologías que multiplican la seguridad y comodidad, como los cristales polarizados. Estos bloquean los reflejos de superficies brillantes como el agua, la nieve o el asfalto, permitiendo una visión más clara y reduciendo el cansancio visual.
Los filtros de protección UV resultan imprescindibles. No importa cuán oscuros sean los cristales, si no bloquean el 100% de los rayos UVA y UVB, la salud ocular continúa expuesta. Las gafas fotocromáticas se adaptan a la intensidad de la luz, cambiando de color, mientras que los tratamientos antirreflejos aportan comodidad en ambientes urbanos o trabajos digitales.
Solo una óptica profesional puede garantizar que estos filtros y cristales cumplan verdaderamente con las normas de protección. Los cristales de fantasía, fácilmente encontrados en mercadillos o tiendas no especializadas, rara vez ofrecen garantías. No solo no protegen, sino que un filtro falso o insuficiente puede aumentar el daño, ya que la pupila se dilata y permite la entrada de más rayos dañinos.
Escoger el color adecuado según uso y entorno
No existe un cristal perfecto para todo. El color ideal depende del uso y del lugar. Para conducir, lo mejor es un cristal gris o marrón; para deportes en la montaña, el marrón destaca el relieve; quienes practican deportes acuáticos deberían buscar cristales verdes y polarizados. En clima nublado los tonos amarillos o naranjas mejoran el contraste, pero no se recomiendan para días soleados.
Ir a la nieve o a la playa exige gafas con filtros homologados, capaces de bloquear el resplandor y los rayos UV, sin depender solo del color. La comodidad visual y el nivel de protección cambian radicalmente si se elige mal. Hay que evitar a toda costa los cristales que no están certificados o que no sean de ópticas reconocidas. Una mala decisión puede dejar la vista vulnerable incluso en actividades cotidianas.
Errores de elección: cuándo el color inadecuado puede ser peligroso
Elegir cristales sin considerar el entorno puede tener consecuencias. Al conducir, un color poco apropiado puede hacer que el verde y el rojo de los semáforos se confundan, aumentando los riesgos de accidentes. En ambientes de alta exposición a reflejos, como en la nieve o sobre el agua, prescindir de cristales polarizados afecta la visión y puede dañar la vista de forma silenciosa.
Los cristales de fantasía, que solo obedecen a la moda, no solo alteran la visión sino que ponen en juego la salud ocular. Un cristal sin filtros homologados deja pasar la radiación UV, lo que a largo plazo causa daños irreparables como cataratas o degeneración macular. Además, el simple hecho de notar molestias, fatiga o visión borrosa puede ser una señal de que el color del cristal no es el adecuado para la actividad o la luz presente.