Esto es lo que le ocurre a tus riñones si comes huevos todos los días

El huevo ocupa un lugar importante en la alimentación diaria de muchas familias. Suele percibirse como un alimento sencillo, accesible y completo. Sin embargo, el efecto del consumo habitual de huevos sobre los riñones depende de factores como la salud renal previa, la cantidad consumida y la parte del huevo elegida. Los expertos coinciden en que, para entender realmente cómo impacta el huevo en los riñones, es vital considerar tanto sus beneficios como sus posibles riesgos, sobre todo para personas con alguna alteración renal.
Aporte nutricional y beneficios del huevo para los riñones
El huevo se distingue por su excelente perfil nutricional. Destaca por su contenido en proteínas de alta calidad, que se encuentran principalmente en la clara. Estas proteínas contienen todos los aminoácidos esenciales, lo que las convierte en una de las fuentes favoritas para mantener y reparar tejidos, así como para conservar la masa muscular en personas con requerimientos especiales, incluidos quienes padecen insuficiencia renal.
Además, el huevo ofrece vitamina D, que ayuda a regular la salud ósea y el metabolismo del calcio; antioxidantes como la luteína y zeaxantina, protectores de la salud ocular; y grasas saludables que colaboran en el equilibrio alimentario. Otro beneficio es su bajo contenido de sodio y potasio, dos minerales que deben controlarse en ciertas enfermedades renales. Por estas razones, la clara de huevo suele ser recomendada como una opción segura y valiosa dentro de planes nutricionales ajustados para pacientes renales.
El valor energético del huevo también ayuda a mantener la saciedad sin un exceso de calorías. Esto resulta útil para quienes deben cuidar su peso o evitar el “picoteo” entre comidas, disminuyendo el riesgo de sobrecargar a los riñones con otros alimentos de menor calidad nutricional.

Riesgos del consumo excesivo de huevo en la función renal
No todo es positivo si hablamos de comer huevos en exceso, especialmente en personas con enfermedad renal crónica o función renal comprometida. Uno de los principales puntos de atención es el fósforo, un mineral que se encuentra sobre todo en la yema. Cuando los riñones no funcionan bien, pueden presentarse dificultades para eliminar el fósforo. Así, el exceso en sangre puede provocar problemas óseos, calcificación de los vasos sanguíneos y un aumento del riesgo cardiovascular.
A este riesgo se suma el colesterol presente en la yema. Aunque muchos estudios recientes han rebajado el temor a su impacto en personas sanas, quienes ya presentan alteraciones renales, dislipemias o antecedentes cardiovasculares podrían encontrar en el exceso de yema un factor a vigilar. Por eso, los profesionales aconsejan que estas personas prioricen el consumo de claras, que aportan proteínas sin cargar de forma innecesaria a los riñones con fósforo ni elevar el colesterol.
El consumo elevado de proteína de cualquier fuente, incluida la del huevo, también puede incrementar la carga filtrada por los riñones. En quienes tienen función renal preservada, esta sobrecarga no suele traducirse en daño. Sin embargo, en ciertos contextos clínicos (como en etapas avanzadas de enfermedad renal), la cantidad y la frecuencia deben ajustarse bajo supervisión médica y dietética.
La forma de preparar el huevo también tiene importancia, sobre todo en casos de inmunosupresión o diálisis. Consumir huevo crudo o mal cocido eleva el riesgo de infecciones alimentarias, lo que puede ser especialmente peligroso para estas personas.
