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Estilo de vida

La clase media en peligro: lo que revelan los expertos sobre su futuro en España

La clase media española siempre ha jugado un papel clave en la economía nacional. Durante décadas, ha representado equilibrio, estabilidad y movilidad social, siendo el motor del consumo y la cohesión social. Sin embargo, en los últimos años, han crecido las dudas sobre su resistencia frente al aumento de costes, las diferencias regionales y la inestabilidad laboral.

Radiografía de la clase media española en 2025

La clase media en España en 2025 la forman quienes tienen ingresos entre el 75% y el 200% de la renta mediana del país. Según datos actualizados, la renta mediana mensual ronda los 1.790 euros. Así, se considera parte de la clase media a quienes reciben entre 1.344 y 3.581 euros mensuales. Este grupo social engloba aproximadamente al 60% de la población, aunque el sentimiento generalizado apunta a un empobrecimiento de su posición. En la práctica, los cambios en el trabajo, la dificultad para acceder a vivienda y las diferencias generacionales han modificado su día a día.

Definición y umbrales de ingresos

La OCDE utiliza el criterio de ingresos relativos para establecer los umbrales que definen cada clase social. En España, la clase baja se sitúa por debajo de 1.344 euros al mes, la clase media entre estos 1.344 y 3.581 euros, y la clase alta por encima de 3.581 euros mensuales. Estos márgenes varían con el tamaño familiar (no es lo mismo para un hogar unipersonal que para una familia con hijos) y cambian de una región a otra. Tener coche propio, mantener un cierto consumo y acceder a actividades de ocio privadas suelen ir asociados a estas franjas. Pero la pertenencia a la clase media depende también de factores como la seguridad laboral, el nivel educativo y la posibilidad de ahorrar o invertir.

Evolución y percepciones tras la crisis

Desde la crisis financiera de 2008, la clase media perdió poder adquisitivo de forma clara. Tras tocar fondo en 2013, los ingresos reales han recuperado parte del terreno perdido, pero la sensación social de deterioro sigue muy presente. Aunque los datos hablan de un leve repunte en tamaño desde 2020, la percepción pública no acompaña esa mejoría estadística. Los más mayores han visto su posición más protegida, mientras que los jóvenes han caído fuera de este grupo con frecuencia, debido a empleos precarios y menores ingresos. Hay una brecha generacional marcada y la movilidad social resulta limitada.

Desigualdades y diferencias regionales

La ubicación geográfica impacta fuertemente en la pertenencia a la clase media. En grandes ciudades como Madrid o Barcelona, el coste del alquiler o la compra de vivienda puede dejar fuera de la clase media a personas con salarios muy por encima de la media nacional. En contraposición, regiones con un coste de vida más bajo permiten que familias con menores ingresos sigan encuadradas en este grupo. El acceso a servicios, la calidad de los colegios y la oferta de empleo también varían mucho según la zona, lo que acentúa la desigualdad territorial.

Factores que amenazan la estabilidad de la clase media

Los principales retos que enfrenta la clase media, según advierten los expertos, han ganado peso en los últimos años. El poder adquisitivo se ve mermado por la inflación, los salarios estancados y la falta de acceso a bienes y servicios clave. El modelo clásico de ascenso social, basado en trabajo estable y acceso a educación y vivienda, se ha vuelto cada vez menos alcanzable.

Foto Freepik

Aumento del coste de la vida y precios de la vivienda

La inflación ha subido con fuerza desde 2021, arrastrando los precios de alimentos, energía y servicios básicos. Pero el golpe más duro lo representa el mercado inmobiliario. El precio de la vivienda en España ha crecido por encima de los salarios, haciendo que tanto la compra como el alquiler sean inasumibles para muchas familias de renta media. En grandes capitales, acceder a una vivienda digna ya no es posible para la mayoría de quienes teóricamente forman parte de este grupo. El gasto en alquiler o hipoteca absorbe gran parte del presupuesto, dejando poco margen para el ahorro y el consumo.

Precariedad laboral y dificultades para el ahorro

Los empleos temporales y los contratos de jornada parcial han sustituido en gran medida al contrato indefinido, lo que castiga la estabilidad financiera de las familias. El salario medio apenas crece y no acompaña el ritmo de la inflación. Al mismo tiempo, la incertidumbre laboral impide guardar dinero de cara a la jubilación, pagar una educación privada o afrontar gastos imprevistos. Según recientes estudios, uno de cada tres hogares de clase media gasta más de lo que ingresa y hasta un 15% arrastra una deuda excesiva. Ese endeudamiento crónico se traduce en estrés, menores oportunidades y una vida más insegura.

Restricciones en el acceso a servicios esenciales

El acceso a educación privada o concertada, sanidad especializada y otros servicios de calidad se ha vuelto cada vez más complicado para muchas familias de clase media. La sobrecarga fiscal no siempre se traduce en una mejora real de los servicios públicos, lo que lleva a algunos hogares a priorizar el acceso a alternativas privadas que, en ocasiones, ya no pueden costear. Gastos antes asumibles, como actividades extraescolares, viajes o cursos de idiomas, se convierten en lujos cada vez más esporádicos. El resultado es un sentimiento de pérdida de estatus y oportunidades.

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