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Salud

Si tu hijo respira por la boca, consulta con un especialista lo antes posible porque las consecuencias pueden ser graves

La forma de respirar en la infancia influye en la salud futura. La respiración nasal no solo es natural, también protege, filtra y prepara el aire antes de que llegue a los pulmones. Cuando el niño respira por la boca, su organismo deja de recibir estos beneficios y comienza a enfrentarse a una serie de riesgos que pueden pasar desapercibidos al principio, pero que se agravan si se ignoran.

Principales causas de la respiración bucal en niños

La respiración bucal aparece muchas veces sin que las familias lo noten de inmediato. Las causas más comunes suelen ser obstrucciones nasales provocadas por diferentes factores como la hipertrofia de adenoides y amígdalas, la rinitis alérgica, la sinusitis, la desviación del tabique nasal y ciertos hábitos orales. Cuando hay una obstrucción en los conductos nasales, el niño busca una alternativa, y respirar por la boca se convierte en el camino más sencillo.

El uso prolongado del chupete, el hábito de chuparse el dedo o morder objetos también pueden hacer que los niños adopten este patrón. Algunas veces, la causa se esconde en problemas musculares como la hipotonía, donde los músculos no tienen suficiente tono para mantener cerrada la boca, sobre todo al dormir. Los cuadros infecciosos frecuentes y las alergias también son responsables, dificultando el paso de aire por la nariz.

La suma de estos factores crea un ciclo que afecta el desarrollo facial y funcional, por eso no basta con observar si el niño duerme con la boca abierta: es fundamental investigar a fondo cuando se detecta este tipo de respiración.

Consecuencias serias de respirar por la boca en la infancia

Respirar por la boca no es solo un detalle sin importancia. Este hábito puede dejar huellas permanentes en la salud y en el aspecto del niño. El aire no se filtra ni humedece igual, así que el sistema inmune se ve afectado, y la boca, los dientes, e incluso la calidad de sueño sufren el impacto.

El desarrollo de la cara y la boca se altera, y con el tiempo, pueden surgir maloclusiones, problemas posturales y dificultades en el aprendizaje. Dormir mal por la noche se traduce en días de cansancio, lo que repercute en el ánimo y la concentración en clase. Además, la sequedad bucal favorece las caries y otros problemas dentales desde una edad temprana.

Foto Freepik

Afectaciones en el desarrollo facial y bucal

La respiración bucal ejerce un efecto directo sobre la forma y estructura de la cara. El niño puede desarrollar un rostro alargado, un paladar estrecho y una mandíbula retraída, generando un perfil facial poco armónico. Este patrón favorece el desarrollo de maloclusiones dentales, como la mordida abierta o los dientes torcidos.

El paladar, al no expandirse correctamente, limita el espacio para que los dientes crezcan derechos. El contacto permanente de la lengua con los dientes delanteros y la falta de presión en el paladar agravan estos problemas. Todo esto no solo repercute en la estética sino también en la función masticatoria y en la pronunciación, dificultando la correcta articulación de algunos sonidos.

Impacto en la salud general y el comportamiento

La salud general no queda fuera de las repercusiones. La respiración bucal aumenta la posibilidad de infecciones respiratorias, ya que el aire entra sin pasar por los filtros naturales de la nariz. La sequedad bucal favorece la aparición de caries, gingivitis y mal aliento, lo que puede generar incomodidad y rechazo social.

Los niños que respiran por la boca tienden a dormir mal y a despertarse con sensación de cansancio y ojeras. El sueño poco reparador conduce a déficits de atención y problemas de aprendizaje. Hay riesgo de padecer ronquidos y apnea obstructiva del sueño, condiciones que disminuyen la cantidad de oxígeno recibido durante la noche.

Con el tiempo, estos niños pueden adoptar posturas anómalas para compensar la falta de aire, afectando el cuello y la espalda y generando dolores o alteraciones posturales. Al no masticar y tragar adecuadamente, surgen también problemas digestivos y de nutrición.

La importancia del diagnóstico temprano y tratamiento especializado

La intervención a tiempo marca la diferencia entre un desarrollo saludable y una vida llena de complicaciones. Ante cualquier sospecha, la consulta con un odontopediatra, otorrinolaringólogo u ortodoncista es indispensable. Estos especialistas cuentan con herramientas para identificar las causas y el impacto de la respiración bucal.

El diagnóstico suele implicar una evaluación completa, que comprende el examen físico, estudios de imagen y, si es necesario, el análisis de la calidad del sueño. El enfoque es siempre integral y personalizado, para decidir el mejor tratamiento según la edad y la condición del niño.

Las opciones terapéuticas abarcan desde técnicas quirúrgicas como la reducción de adenoides o amígdalas hasta tratamientos ortodónticos como la expansión maxilar con aparatos específicos. La terapia miofuncional dirigida por fisioterapeutas o logopedas ayuda a corregir los hábitos orales y a restablecer una respiración nasal eficiente.

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El tratamiento precoz no solo previene deformidades y problemas dentales, también mejora la calidad de vida del niño, su rendimiento académico y su integración social.

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